Ángel Sánchez es joven que nació y creció en “un hogar quebrantado” de la ciudad de Miami, en un barrio “pobre, donde falta la esperanza, donde hay crimen, drogas, violencia”.
Sur Florida/El Diario
En su época de adolescencia, empezó a tener “problemas” con las pandillas. Había sido arrestado en varias ocasiones y a los 15 años, aún sin cumplir la mayoría de edad legal para ejercer su derecho al voto, fue condenado a 30 años de prisión. Ahí empezó su odisea.
“Perdí mi derecho al voto antes de tener el derecho al voto. En ese momento no me interesaba eso, particularmente porque viviendo en un lugar donde no hay esperanza, a nadie le importa”, explicaba Sánchez en una entrevista con Impremedia.
Su historia es la de muchos estadounidenses que, incluso habiendo cumplido la condena, no pueden ejercer su derecho al voto. Esa situación se refleja en el documental All In: The Fight for Democracy, disponible en Amazon, que pone de manifiesto la situación de desigualdad que han vivido algunas comunidades en Estados Unidos, como los afroamericanos o las mujeres, que tuvieron que luchar para conseguir que se respetara su derecho al voto en el país.
“Cumplí dos años en prisión y salí con la esperanza de estudiar derecho. Me mudé a una casa de desamparados y ahí me di cuenta de que había perdido el derecho al voto aún siendo ciudadano de este país”, decía.
Considera que quitar el derecho al voto a alguien que ha sido condenado, incluso habiendo cumplido condena, “es una práctica antidemocrática”, algo que, según recuerda, “no pasa en otros países democráticos como Canadá”.
Hace pocas semanas que un juez federal de Florida dictaminó que todos los exconvictos tenían el derecho al voto, pero, de acuerdo a algunos informes, estas personas no lo acaban ejerciendo por desconocimiento.
Por eso quiere utilizar su voz por las personas que están pasando o han pasado por su situación.