Han pasado casi dos meses desde el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse, pero un devastador terremoto y una apabullante tormenta tropical han desviado la atención pública del crimen.
SurFlorida / AP
Si a eso se le añade la creciente inseguridad debido a la violencia de las pandillas, es de entender que la investigación sobre la muerte de Moïse está rápidamente desapareciendo de la atención pública.
Incluso para quienes siguen pendientes del tema, se está haciendo evidente que llevar a los culpables a justicia será imposible en un país donde reina la impunidad. Tampoco ayuda el hecho de que Moïse era destetado por buena parte de la población.
El asesinato parece destinado a sumarse a larga lista de crímenes sin resolver en Haití, como la del periodista Jean Dominique en el año 2000 o la del prominente abogado Monferrier Dorval el año pasado.
“La posibilidad de hacer justicia por Jovenel es nula”, declaró Pierre Esperance, director ejecutivo de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos, uno de los más prominentes grupos de derechos humanos en Haití e integrante de la Federación Internacional de Derechos Humanos.