El candidato republicano Mitt Romney llamó al presidente Barack Obama por teléfono, admitiendo la derrota y felicitando al mandatario por su relección, dijeron allegados de Obama.
Partidarios de Romney de aspecto abatido se quedaron en el salón de un hotel donde el aspirante republicano había planeado declararse victorioso y se lamentaban a medida que los estados más decisivos apoyaban a Obama.
El triunfo del mandatario en Ohio, un estado muy disputado, redujo la ruta de Romney hacia los 270 votos electorales necesarios. El demócrata también fue declarado ganador en otros estados “oscilantes” como Nueva Hampshire, Iowa, Wisconsin y Colorado. Michigan y Pensilvania, donde los republicanos tenían esperanzas de presentar pelea, permanecieron del lado de Obama, así como Virginia. Florida seguía demasiado reñida y no se había anunciado un ganador.
Los partidarios de Romney vitorearon un triunfo en Carolina del Norte, que Obama capturó hace cuatro años. Pero fue uno de los pocos premios en una noche que favoreció a la presidencia en forma amplia.
Prácticamente todo el personal de Romney se mostró escandalizado o sorprendido de que tantos estados hubieran votado por Obama. El nominado republicano a la vicepresidencia, Paul Ryan, observaba llegar los resultados junto con su familia en el mismo hotel en el que Romney y su familia los observaban.
El nominado republicano ya había escrito un discurso de 1.118 palabras que pensaba concluiría su búsqueda de años para alcanzar la presidencia. Horas antes el martes, Romney dijo que no se arrepentía del esfuerzo, sin importar el desenlace.
“Creo que hemos dado todo en la cancha. No dejamos nada en los vestuarios. Peleamos hasta el final, y creo que por eso tendremos éxito”, dijo Romney a un grupo de reporteros a bordo del avión que lo trasladó de Pittsburgh a Boston, donde se preparaba un posible festejo en el hotel Westin Waterfront.
Craig, hijo de Romney, se presentó brevemente en el salón anteriormente durante la noche para intentar animar a la multitud. Craig Romney dijo que, después de que su padre se retiró de la contienda por la nominación republicana en 2008, Ann Romney se había opuesto a otra postulación, pero a la larga cambió de punto de vista.
“Estamos agradecidos de que ella lo convenció a que entrara a la contienda porque sabemos que mi papá se ha preparado en forma única”, afirmó.
El aspirante republicano pasó el día de las elecciones concentrado en actos proselitistas de último minuto en Ohio, el estado considerado un preciado botín, y en otro que prácticamente había ignorado, Pensilvania.
Después de votar cerca de su residencia en el área de Boston, Romney esperaba que esa última invitación que hizo a la clase trabajadora en ambos estados le ayudara a vencer a Obama.
“Este es un gran día para un gran cambio”, dijo el aspirante republicano a su personal y a voluntarios de campaña en una oficina en la zona de Cleveland, Ohio.
Durante los vuelos, Romney preparó su discurso triunfal. Dijo en cambio que no preparó un texto para leer en caso de que saliera derrotado, aunque reconoció la posibilidad de que los resultados no le sean favorables.
“No hay nada seguro en la política”, sentenció. (AP)