23 de diciembre de 2024 7:45 AM

Pueblos ingleses se despiertan ante una nueva frontera

Cuatro años después de que Gran Bretaña votara a favor de abandonar la Unión Europea, el Brexit puede parecer algo intangible. Pero en la región conocida como el Jardín de Inglaterra, está cobrando una forma mucho más concreta.

Sur Florida / apnews

Cuatro años después de que Gran Bretaña votara a favor de abandonar la Unión Europea, el Brexit puede parecer algo intangible. Pero en la región conocida como el Jardín de Inglaterra, está cobrando una forma mucho más concreta.

Justo detrás de los antiguos robles y tejos que rodean la iglesia medieval de Santa María, en el poblado de Sevington, hay un campo donde trabajan con estrépito las topadoras, camiones y cementeras. Están preparando el terreno para crear parte de la nueva frontera entre Gran Bretaña y la Unión Europea, un depósito aduanero con espacio para 2.000 camiones.

Nadie pidió permiso a la población local, e incluso en esta zona de apoyo mayoritario al Brexit, la intromisión está socavando el apoyo a la ruptura británica con la Unión Europea.

“Nadie sabía nada de esto hasta que pusieron un cartel diciendo que se habían cerrado los senderos”, dijo Sharon Swandale, cuya casa en el poblado de Mersham estaba a 20 minutos a pie de Sevington. El cierre del camino para las obras lo ha convertido en un recorrido en auto de unos 6,4 kilómetros (4 millas).

Este condado, Kent, votó un 60% a favor y un 40% en contra del Brexit en el referendo de 2016, pero Swandale dijo que la mayoría no tenía en mente paradas de camiones ni almacenes aduaneros.

“Eso nunca formó parte de la defensa y la promoción del Brexit”, dijo.

Las prósperas localidades de Sevington y Mersham están a 24 kilómetros (15 millas) de la salida del Eurotúnel a Francia, y a 32 kilómetros (20 millas) del principal puerto británico de transbordadores, Dover. Por las dos rutas pasan unos 4 millones de camiones al año, llenos de comida y toda clase de productos esenciales.

Esas mercancías se movían libremente de un lado a otro mientras Gran Bretaña formó parte del mercado único y la unión aduanera de la UE. El país abandonó los organismos políticos del bloque en enero y completará su ruptura económica al terminar el periodo de transición el 31 de diciembre. Eso implica que Gran Bretaña debe levantar una frontera aduanera con el bloque de 27 países, su principal socio comercial.

Los que se oponen al Brexit dicen que es un desperdicio de dinero y una iniciativa que perjudicará a las empresas de ambas partes. Para sus defensores, todo forma parte de recuperar el control sobre el comercio y las fronteras del país.

Pero todo el mundo está de acuerdo en que supone más burocracia, con la introducción de declaraciones e inspecciones aduaneras. Si Gran Bretaña y la UE no logran cerrar un acuerdo de libre comercio antes de final de año, se impondrán aranceles sobre muchas mercancías, lo que supondría más complicaciones, burocracia y gastos.

El gobierno conservador del primer ministro, Boris Johnson, ha sido reacio a detallar sus planes para la frontera. Pero el mes pasado admitió que su “hipótesis razonable del peor caso posible” implicaba “atascos en Kent de 7.000 camiones con destino al puerto y demoras máximas asociadas de hasta dos días”.

Los planes del gobierno para limitar las complicaciones incluyen convertir parte de una autopista en estacionamiento temporal para camiones e imponer un “pase de acceso a Kent”, que funcionaría como un pasaporte que necesitarán los camiones con destino a la UE para entrar en Kent desde otras partes de Gran Bretaña.

El centro de Sevington está diseñado para controles aduaneros y también podría ser una “instalación temporal de gestión de tráfico” -un estacionamiento- para camiones si hay demoras para cruzar la frontera, según la gobierno.

El campo de 10 hectáreas (27 acres) es uno de los 10 lugares de todo el país señalados para alojar posibles infraestructuras fronterizas, dentro de los poderes que se ha conferido el gobierno para comprar y construir sin consultar a las autoridades locales o los vecinos.

“Hasta ahora, ningún vecino ha visto los planes”, dijo Rick Martin, presidente del consejo vecinal de Sevington, añadiendo que a los residentes le preocupan los atascos y el efecto que tendrá el centro sobre los precios de bienes raíces.

“La gente está bastante desconcertada en este momento sobre cómo se va a ver cuando haya 1.000 camiones estacionados al otro lado de la calle”, dijo.

Sevington y Mersham son poblaciones antiguas, mencionadas en un censo de 1086, pero no se puede acusar a los vecinos de rechazar la vida moderna. Ya viven con el rumor del tráfico en la autopista M20 que atraviesa la zona, y el sonido de los trenes que pasan a 300 kilómetros por hora (185 millas por hora) hacia el Eurotúnel.

Eso les hace aún más decididos a preservar lo que queda del ambiente rural de sus comunidades.

Con el apoyo de políticos locales, los vecinos intentan limitar el daño salvando un campo vecino, también adquirido por el gobierno pero en el que aún no se han proyectado obras. Es el último espacio verde que les separa de la creciente ciudad de Ashford.

“Sería el lugar perfecto para salvar como separación verde entre todo el desarrollo allí y el pueblo”, dijo Swandale, miembro de la Village Alliance, un grupo activista local.

Las obras ya han ahuyentado a las alondras que vivían en el lugar donde se levantará la oficina aduanera. Swandale dijo que preservar el otro campo podría salvar a lirones y tritones, así como los senderos utilizados por caminantes, ciclistas y jinetes.

“Es recuperar el control”, dijo, repitiendo el lema a favor del Brexit. “Es tener esto para la gente local, es utilizarlo. Es plantar árboles para reducir el dióxido de carbono, es aumentar la biodiversidad (…) Haría mucho por mitigar este desarrollo”.

Los británicos aún no saben si el Año Nuevo de 2021 traerá el panorama más pesimista del gobierno o una salida más suave. Las negociaciones entre Londres y Bruselas sobre el acuerdo comercial están estancadas en torno a los derechos de pesca y las normas de competencia. Los jefes de gobierno de la UE estudiarán esta semana en una cumbre si es posible hacer avances. Apenas quedan semanas para cerrar un acuerdo a tiempo para que pueda ratificarse este año.

Paul Bartlett, miembro conservador del consejo del Condado de Kent y que vive justo al lado de la zona en obras, admite que el centro aduanero junto a su casa fue una sorpresa. Pero como gran defensor del Brexit, está decidido a ver el lado positivo.

“Necesitamos empleos”, dijo, después de que la pandemia del coronavirus sumiera Gran Bretaña en una recesión. “Confío en que tengamos 300 empleos y haya un buen sistema de formación para que los jóvenes puedan inscribirse y labrarse una carrera”.

“Es una hermosa parte del país para vivir, y en ocasiones hay que tomar una de cal y otra de arena”, añadió.

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