La provincial oriental de Kunar, en la frontera con Pakistán, ha caído en manos del Talibán sin oponer resistencia, dijo un legislador afgano.
SurFlorida / Apnews
Neamatullah Karyab, un legislador local, dijo que los insurgentes tomaron la provincia el sábado por la noche. El Talibán controla ahora 23 de las 34 provincias y estrecha el cerco en torno de Kabul, cuando faltan apenas tres semanas para la partida prevista de los últimos efectivos estadounidenses.
Previamente, la ciudad de Mazar-e-Sharif, capital de la provincia de Balkh, cayó en manos del Talibán que horas antes había iniciado un asalto en regla, dijo un legislador afgano.
El legislador de Balkh, Abas Ebrahimzada, dijo que las fuerzas del gobierno nacional en la provincia fueron las primeras en rendirse, ante lo cual las milicias partidarias del gobierno y otras fuerzas hicieron lo propio.
Balkh es la segunda provincia más grande de Afganistán y su capital es la cuarta ciudad.
Según Ebrahimzada, todas las instalaciones y oficinas de gobierno, incluida la oficina del gobernador, están en poder del Talibán.
Los insurgentes se hicieron con el control de gran parte del norte, el oeste y el sur del país en una vertiginosa ofensiva a menos de tres semanas de la fecha fijada por Estados Unidos para retirar a sus últimos soldados, elevando el temor a una toma total o a otra guerra civil.
El Talibán conquistó todo Logar y detuvo a las autoridades provinciales, explicó el sábado Homa Ahmadi, una legisladora de la región, añadiendo que han llegado al distrito de Char Asyab, a apenas 11 kilómetros (7 millas) al sur de Kabul.
Los insurgentes también tomaron la capital de Paktika, en la frontera con Pakistán, según el legislador provincial Khalid Asad. Dijo que hubo combates en Sharana en las primeras horas del sábado, pero jefes locales negociaron una retirada. El gobernador y otros funcionarios se rindieron y viajaban hacia Kabul, añadió.
Los insurgentes han atacado además la ciudad norteña de Mazar-e-Sharif desde múltiples direcciones, iniciando intensos combates a las afueras, dijo Munir Ahmad Farhad, un vocero del gobernador regional. Por el momento no se reportaron víctimas.
El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, ofreció un discurso televisado el sábado, su primera aparición pública desde las recientes conquistas insurgentes, y prometió no renunciar a los “logros” de los 20 años desde que Estados Unidos derrocó a los talibanes luego del 11-S.
Estados Unidos sigue realizando conversaciones de paz entre el gobierno y el Talibán en Qatar, y la comunidad internacional ha advertido que no reconocerá un gobierno Talibán conquistado por la fuerza. Pero los insurgentes demuestran escaso interés en hacer concesiones a medida que multiplican sus victorias en el campo de batalla.
“Hemos iniciado consultas, dentro del gobierno, con los ancianos y líderes políticos, con representantes de distintos niveles de la comunidad, así como con nuestros aliados internacionales (…) Pronto les compartiremos los resultados”, dijo el mandatario sin ofrecer más detalles.
Ghani viajó el miércoles a Mazar-e-Sharif para reunir defensas para la ciudad y se vio con varios comandantes milicianos, incluyendo Abdul Rashid Dostum y Ata Mohammad Noor, que cuentan con miles de combatientes.
Siguen siendo aliados de Kabul, pero en el pasado los caudillos se han caracterizado por cambiar de bando para su propia supervivencia. Ismail Khan, un poderoso excaudillo que había tratado de defender Herat, fue capturado por los insurgentes cuando tomaron la ciudad occidental después de dos semanas de intensos combates.
Los residentes en Mazar-e-Sharif expresaron temor por su seguridad.
“La situación es peligrosa fuera de la ciudad y dentro de la ciudad”, señaló Mohibullah Khan, añadiendo que muchos residentes están atravesando también problemas económicos.
“La situación de seguridad en la ciudad está empeorando”, afirmó Kawa Basharat. “Yo quiero paz y estabilidad. Los combates deben parar”.
El Talibán ha hecho grandes avances en los últimos días, incluyendo la captura de Herat y Kandahar, la segunda y tercera ciudad más grandes del país, y ahora controla 18 de las 34 provincias. El gobierno, que cuenta con el respaldo de Occidente, está al mando de unas pocas regiones en el centro y este, además de Kabul y Mazar-e-Sharif.
La marcha de las tropas extranjeras y la rápida retirada de las afganas — a pesar de los cientos de miles de millones de dólares en ayudas estadounidenses en los últimos años — suscitó el temor de que los insurgentes puedan represar al poder o que el país se suma en una nueva guerra civil, como ocurrió tras la retirada de la extinta Unión Soviética en 1989.
Los primeros marines de un contingente de 3.000 llegaron al país el viernes para ayudar a evacuar parcialmente la embajada de Estados Unidos. El resto está previsto que llegue el domingo, y su despliegue planteó dudas sobre si la Casa Blanca cumplirá con el 31 de agosto como la fecha de su salida definitiva.
La fuerza aérea estadounidense ha realizado varias incursiones para ayudar a sus aliados afganos sobre el terreno, pero aparentemente éstas no han servido para detener el avance insurgente. Un bombardero B-52 y otros aviones atravesaron el espacio aéreo del país el sábado, según datos de rastreo de vuelos.
Por su parte, el Talibán publicó un video para anunciar que tomó el control de la principal estación de radio de la ciudad sureña de Kandahar, ciudad que cayó en su poder días atrás, y que ahora se llamará la Voz de la Sharia, o ley islámica.
En la grabación, un insurgente no identificado explicó que todos los empleados estaban presentes y que se emitirán noticias, análisis políticos y versos de Corán, el libro sagrado del islam. Al parecer, la emisora ya no tendrá música.
No estuvo claro si los talibanes habían purgado al personal anterior o si se les permitió regresar a sus puestos. La mayoría de los residentes de Kandahar utilizan la vestimenta tradicional que siguen los talibanes. El hombre del video felicitó a la población de la cuidad por la victoria talibán.
Estados Unidos invadió Afganistán poco después de los ataques del 11-S, que fueron planeados y ejecutados por Al Qaeda mientras recibían protección de los talibanes. Tras derrocar rápidamente al grupo, Estados Unidos trató de reconstruir la nación con la esperanza de crear un Afganistán moderno luego de décadas de guerra e inestabilidad.
A principios de año, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció un calendario para la retirada de todos los soldados estadounidenses para finales de agosto, comprometiéndose a poner fin a la guerra más larga librada nunca por su país. Su predecesor, Donald Trump, había alcanzado un acuerdo con los talibanes para allanar el camino a la salida de sus tropas.
El anuncio de Biden puso la última ofensiva en marcha. Los talibanes, que desde hace tiempo controlaban gran parte de las zonas rurales, avanzaron rápidamente para tomar capitales provinciales, pasos fronterizos y otras infraestructuras clave.
Decenas de miles de afganos han huido de sus casas y muchos temen el regreso del opresivo mandato de los talibanes. El grupo ya gobernó el país en base a una estricta versión del islam por la que las mujeres estaban prácticamente confinadas en casa.