El inmueble sobre Pablo Escobar tiene un avalúo preliminar de $12 mil millones, unos US$3 millones, y era un destino turístico de extranjeros en Medellín. Era explotado comercialmente por el hermano del capo de la droga.
Funcionarios del CTI llegaron al lugar, ubicado en el exclusivo sector del Poblado. Los guías y turistas no han podido llegar ingresar al museo, que es administrado por la familia del exlíder narcotraficantes. La Fiscalía aún no entrega detalles de por qué el proceso irá a extinción de dominio.
La Fiscalía señaló que adelantará un proceso de extinción de dominio sobre la casa que está a nombre de una mujer llamada Gilma Aidee Urdinola Ospina, quien a su vez tiene un contrato de arrendamiento con Roberto Escobar Gaviria, hermano del narcotraficante.
El narcoturismo y el culto de los extranjeros a Pablo Escobar ha sido uno de los negocios más jugosos del turismo en Medellín en los últimos años y la lucha por erradicar el estigma ha sido desvelo de varias alcaldías. El pasado mes de julio, la Alcaldía lideró la demolición del museo de Pablo Escobar que funcionaba en la Loma del Indio. El derribamiento fue autorizado luego de que la Inspección de Policía 9B emitiera una orden en la que consideró que sus permisos para funcionar no estaban en regla.
El propietario había hecho todo lo posible para evitar la demolición. Según la Secretaría de Seguridad, se habían levantado varios procesos judiciales, entre los que se destacaban varias tutelas formuladas por el dueño de la propiedad, pero esos recursos fueron desestimados y la orden de demolición quedó en firme. Sin embargo, la casa siguió siendo ocupada por alias el Osito.
En medio de estas pugnas; de la fascinación de los turistas por la figura del extinto capo y de los esfuerzos por combatir el narcoturismo, quedó en evidencia hace poco la pelea entre los hermanos de Escobar y un sobrino suyo para lucrarse con su imagen y memoria.
Resulta que el museo demolido en la Loma del Indio había sido levantado en una de las casas que construyó y ocupó Pablo Escobar como escondite. En 2018 a Roberto Escobar “el Osito” y a su hijo Nicolás se les ocurrió montar un museo y exponer vehículos, ropa, fotos y cualquier artículo que estuviera, aunque fuera remotamente, relacionado con el narcotraficante asesinado en 1993.
Las series que el mundo veía en plataformas habían aumentado el interés por el capo y a la puerta de esta casa tocaban a diario cientos de extranjeros desesperados por consumir más de la historia del criminal.
Pero a los pocos meses de comenzar su negocio empezaron las peleas entre ambos. Según Nicolás, su papá –a quien ni siquiera reconoce ahora como papá– se negó a que el lugar fuera formalizado. Nicolás le insistía en que debían hacerlo de manera legal porque habían hecho modificaciones a la casa que requerían permisos y en cualquier momento podían “joderlos” por eso. Además, el lugar movía un montón de plata y tenía hasta trabajadores y todo esto sin reportar un peso a la DIAN ni tener un solo contrato laboral. Pero la negativa del “Osito” fue rotunda.
La pelea llegó a tal punto que un día cualquiera se agarraron a los golpes y cuando Nicolás salió de la casa su hermana menor lo llamó a advertirle que Roberto, su propio papá, le había ordenado a los trabajadores que lo mataran si volvía a pisar esa casa.
Efectivamente, la falta de permisos llevó al derribo de la casa. 50 funcionarios se acercaron en la mañana del 10 de julio para hacerla efectiva, pero encontraron que “el Osito” ya la había demolido por cuenta propia.
Así que Nicolás montó otro museo y cobra $120.000 pesos por mostrarle a los turistas réplicas de cosas relacionadas con el narcotráfico y la ola de muerte que dejó. Por ejemplo, hay una réplica del BMW de Rodrigo Lara Bonilla al que le hicieron los disparos para semejarlo con el real. Nicolás le vende a los turistas la historia de que en esa misma casa el capo tuvo una historia familiar, pero lo que realmente funcionó allí era un gimnasio y antes una peluquería.
El museo tiene su propia página en internet en la que invita a los turistas a conocer el lado íntimo y familiar del extinto narcotraficante. “Bienvenido, este es un plan diseñado para que vivas una experiencia, con información veraz y de primera fuente. Los propietarios del Tour son la propia familia Escobar, quienes abren sus puertas y colocan a tu disposición lo mejor de sí, para compartir su historia contigo”, dicen desde el portal en el que se promocionan.
La entidad señaló que “los elementos de prueba indican que lo ha ocupado de manera ininterrumpida, ha promovido varias mejoras y adecuaciones, y logró que en los registros públicos quedara a título de una mujer, quien funge como propietaria”.
Una fiscal de la Dirección Especializada de Extinción del Derecho de Dominio impuso medidas cautelares de suspensión del poder dispositivo, embargo y secuestro sobre la propiedad y una vez se surtan todos estos trámites, el lugar quedará en manos de la SAE que anda haciendo una inédita gestión con estos inmuebles, saneándolos y entregándolos a víctimas y hasta universidades para ser aprovechados como es debido.
SF