Una de cada mil personas ha muerto por COVID-19 en Perú, el país con la tasa de mortalidad más alta del mundo en esta pandemia y desde este domingo el primero en superar esta fatídica barrera que refleja el traumático impacto del coronavirus en su territorio, pese a los esfuerzos por contenerlo.
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Son ya 32,665 los fallecidos oficialmente por coronavirus en Perú, un país cuya población de 32.6 millones de habitantes, según las últimas estadísticas, y que también es el sexto del mundo en casos confirmados al acumular cerca de 825,000 contagios (24 por cada mil personas).
Ningún país se aproxima a la densidad de muertes que presenta Perú en esta pandemia, pues el país que le sigue es Bélgica con unos 87 decesos por cada 100,000 habitantes o, lo que es lo mismo, 0.8 por cada mil personas.
En tercer lugar a nivel mundial está ahora Bolivia, país vecino a Perú, que en las últimas semanas ha incrementado ostensiblemente su tasa de mortalidad por COVID-19 hasta alcanzar los 70 fallecimientos por cada 100,000 habitantes (0.7 por cada mil personas).
Le sigue en esta clasificación Brasil, el segundo país a nivel global en número de fallecidos (145,987), que repartidos entre sus 211.7 millones de habitantes arrojan una tasa de mortalidad de 69 por cada 100,000 personas.
España, Ecuador y Chile están consecutivamente por detrás de Brasil con 67.8, 67 y 66 occisos por cada 100,000 habitantes.
Estados Unidos, que es el primer país en número de muertes por coronavirus, con unas 209,401, es el octavo del mundo en mortalidad con 63.4 casos por cada 100,000 habitantes.
Si Perú ha alcanzado estos niveles de mortalidad por coronavirus es solo en base a las muertes confirmadas, aquellas que dieron positivo a una prueba, que son menos de la mitad del exceso de fallecimientos que se han registrado en el país desde que la pandemia llegó al país en marzo.
En total han muerto durante el tiempo de pandemia más de 79,000 personas por encima de la media de decesos de los dos años anteriores, según los datos que ofrece el Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef) del Ministerio de Salud.
Esto significa que, más allá de las 32,665 muertes confirmadas por COVID-19, hay más de 46,000 inusuales respecto a años anteriores. Apenas 11,500 están consignados como sospechosos por el Centro Nacional de Epidemiología en su último boletín con el balance de daños y víctimas.
Este registro supone que la pandemia se cobró más vidas en medio año en Perú que los 20 años de la guerra interna (1980-2000) desatada por las organizaciones subversivas Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), donde murieron unas 69,000 personas, según el informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR).
Mientras se sigan produciendo más fallecimientos producto del COVID-19, la elevada tasa de mortalidad de Perú seguirá creciendo, aunque durante el último mes lo ha hecho a menor velocidad gracias a que los decesos han disminuido, señal que de la enfermedad está remitiendo de manera clara por primera vez en medio año.
En septiembre, el exceso de fallecidos cayó 56 % sobre las alarmantes cifras de los meses anteriores.
Si en mayo, junio, julio y agosto no bajó de 15,000 fallecidos en cada uno de esos meses, septiembre se quedó en 6,600 decesos, y de seguir esa tendencia en octubre las cifras de muertes en Perú pueden volver finalmente a los valores normales.
Esta tendencia comenzó a mediados de agosto, después de que el exceso de fallecimientos alcanzase su punto más álgido con 720 muertes diarias, según las mismas cifras del Sinadef.
Es un respiro para un país que ha vivido asfixiado desde marzo, sin que el draconiano confinamiento al que se sometió sirviese para detener en seco al virus, que todavía sigue coleando y amenaza con una segunda ola de contagios que las autoridades peruanas dan casi por segura para finales de octubre o inicios de noviembre.