A la joven atleta japonesa le diagnosticaron leucemia en 2019 y estuvo a un paso de no poder representar a su país en los JJOO en Tokio 2020. Gracias a su resiliencia, se repuso para volver a la piscina y asegurar su participación en la cita olímpica que comenzará el próximo 23 de julio.
La pesadilla para una de las atletas con mayor proyección para el deporte de Japón comenzó en febrero de 2019. En esa época, la pandemia de coronavirus no se había esparcido por todo el planeta, pero para Rikako Ikee, saber que había contraído una enfermedad potencialmente mortal, le provocó un impacto personal que nunca había sentido.
Después de haber compartido una concentración en Australia con otros nadadores japoneses, un análisis médico confirmó que tenía leucemia. Así fue que, a poco más de un año para el comienzo de los Juegos Olímpicos (JJOO) en casa, su gran anhelo, Rikako tuvo que mentalizarse en recuperarse de este tipo de cáncer que afecta a los tejidos sanguíneos. Y así lo hizo. Porque a casi 10 meses del diagnóstico inicial le confirmaron que estaba curada.
Subida a ese nuevo escenario de su vida, la nadadora de 20 años, que venía de ganar seis medallas de oro en los Juegos Asiáticos 2018 en Yakarta, Indonesia, festejó el año nuevo con la idea de volver, lentamente, a entrenarse. Lo hizo en febrero de 2020, a un año de habérsele detectado la enfermedad, y ya en marzo volvió a tocar el agua con el sólo objetivo de volver a su lugar en el mundo. Rikako sabía que la posibilidad de competir en los JJOO de Tokio 2020 había quedado frustrada, pero ella no renegó de eso. Hasta que una noticia volvió a generar un vuelco para su futuro.
Pandemia
El mundo del deporte quedó paralizado el pasado 24 de marzo del año pasado con la confirmación de que los JJOO eran pospuestos. El por entonces Premier japonés Shinzo Abe anunció que el presidente del COI Thomas Bach estuvo de acuerdo con la medida que le modificó los planes a miles de deportistas de todo el planeta, pero que para Rikako se convirtió en una llama de esperanza.
El 23 de julio del 2020, justo cuando se reactivó la cuenta regresiva y el reloj marcó que restaban 365 días para la ceremonia de apertura en el reconstruido estadio Olímpico de Tokio, el comité organizador de la cita olímpica no tuvo mejor idea que elegir a Ikee para ser la protagonista central de una ceremonia que duró tan sólo 10 minutos, pero que generó un impacto global por el mensaje que repartió al mundo la nadadora especialista en el estilo mariposa.
Con la llama olímpica en su manos, en la pasividad de un estadio vacío, la atleta vestida de blanco miró a la cámara de la transmisión oficial que la tomó en primer plano y emitió un discurso de buscó transmitir esperanza para aquellos que habían quedado golpeados por la pandemia y la cancelación de su sueño olímpico como lo habían preparado por cuatro años.
Mensaje de esperanza
“Pensar en una demora es simplemente ponerle un +1 a ese 2020. Creo que es una forma positiva e inspiradora de mirar hacia adelante. Entiendo que hay mucha gente que lo siente desde otro lugar y que cree que no es el momento de hablar de deportes, pero superar adversidades es lo que necesitamos. Es nuestra esperanza. Una llama de esperanza que aparece a la distancia nos permite imaginar que todo puede ser diferente y que podemos superarlo. Para los atletas de alrededor del mundo y todos aquellos que se inspiran a través de ellos tengo fe de que, dentro de un año, la llama olímpica estará brillando en estos escenarios”, fueron las palabras que eligió la nadadora para hablarle a millones de personas.
Esa declaración fue algo más que un mensaje propuesto para un evento para Rikako. Sólo habían pasado algunas semanas de que había tomado la decisión de mostrarles a todos sus seguidores a través de sus redes sociales cómo se encontraba tras padecer una dura enfermedad. “Hoy, por primera vez, les muestro a todos cómo me veo”, escribió la nadadora en su cuenta de Instagram, publicación que acompañó con dos fotos de cómo se veía su cabello antes y después de superar la leucemia.
“Para mí, es un milagro estar viva. Sólo estar aquí es un milagro en sí mismo”, explicó. “No tener ningún cabello no es algo de lo que avergonzarse. Más bien, estoy orgullosa de mi cabello tal como está. Estoy orgullosa de quién soy. Quería ser yo misma”, sumó en su explicación la deportista que hoy, a poco más de 100 días de los JJOO, puede decir que finalmente sí será parte de la delegación japonesa que inundará la Villa Olímpica construida en la zona de la Bahía de Tokio.