Era predecible: la nueva vacuna de Pfizer aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y que empezará a ser aplicada a partir de este lunes en Nueva York, es un esperanzador escudo para poner fin a la demoledora pandemia que mantiene contra las cuerdas a los neoyorquinos. Pero esta cruzada de inmunización, desde ya, enfrenta un camino muy empedrado.
Sur Florida / eldiariony
Por un lado, algunos sectores están ansiosos a la espera que el antídoto alcance más rápido a la población no vinculada con el sector salud. Otros sienten dudas y pánico de inocularse un fármaco recién “salido del horno”. Y otro grupo se rehúsa por completo a acceder a esta inmunización.
En las calles de la Gran Manzana, posiblemente la nueva vacuna sea uno de los temas que se habla en voz más alta. Más en este instante en el cual la segunda ola de infecciones sigue alarmando a las autoridades.
Con 71 años de edad y absolutamente saludable, el taxista dominicano Andrés Pérez se siente como un “roble” para seguir trabajando por muchos años más, en estos tiempos difíciles en las calles de la ciudad. Ahora que la primera ronda de vacunas tiene luz verde para grupos específicos del área hospitalaria, el isleño no tiene claro cuánto tiempo deberá esperar para estar protegido contra el virus.
“Yo estoy listo para ponérmela. Yo no le tengo miedo a eso de los efectos secundarios. No creo que somos unos ratones de laboratorio por eso. El coronavirus mata. Y las autoridades científicas en este país, han demostrado por años que no son locas”, relata quíen estuvo encerrado entre abril y mayo cuando el virus hacía estragos en la ciudad de Nueva York.
Andrés, de acuerdo con el protocolo impuesto por el Gobierno Federal, quien compra, distribuye y establece las prioridades de la ruta de la inmunización, está muy de lejos en la lista de los primeros grupos que deberán recibir la nueva vacuna de Pfizer, que apenas tuvo el primer visto bueno por la FDA el pasado jueves. Todo indica que el trabajador del volante deberá esperar, a los menos, algunos meses.
“Yo estoy en la calle trabajando. Y estoy moviendo en mi carro a quienes vienen y van al hospital porque se sienten mal. Y ahora, a quienes necesitan un servicio de transporte porque califican para ser vacunados”, dice el isleño quien como centenares de miles, confían estar por lo menos en la fase cuatro para ser inmunizado, es decir en el grupo de trabajadores esenciales fuera del sector salud.
Largo camino
El hallazgo de la aprobación y disposición de una vacuna que da un paso muy firme para la lucha contra el coronavirus en Nueva York, luego de 10 meses de muerte, dolor y devastación económica, en teoría debería ser el principio de un poderoso paso para el regreso a la normalidad ¡Pero no! Este lunes 14 de diciembre cuando se enciende el botón de su aplicación, surgen miles de nuevos desafíos para lidiar con la pandemia que ha cobrado la vida de más de 24,000 almas en la Gran Manzana.
De acuerdo con el comité asesor sobre prácticas de inmunización de los Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (DCD) se prioriza las vacunas para los trabajadores de la salud, los residentes y el personal de los asilos de ancianos en la primera fase.
A la fecha no hay precisión sobre cuántas unidades del nuevo fármaco estarán disponibles para aplicar a la población “no prioritaria” en los próximos meses. Las primeras rondas que llegarán este mes de Pfizer y Moderna sumarán más de 500,000 dosis.
Portavoces del Departamento de Salud e Higiene Mental de la Ciudad de Nueva York (DOHMH) han reiterado que estamos al frente de una estrategia para la cual “la Ciudad está preparada”, pero que podría tardar meses porque no se tiene conocimiento de los inventarios reales de los productos farmacéuticos que apenas están siendo aprobados por el Gobierno Federal.
Algunos prototipos preliminares apuntan a que en el próximo verano se empezará a alcanzar el 70% de inmunización en toda la ciudad.
!Yo no me voy a vacunar!
Independientemente de lo que pase y de la accesibilidad al nuevo producto contra el COVID-19, el dominicano Eduardo Sánchez, de 43 años, no tiene la mínima intención de “dejarse vacunar”.
“Esto apenas lo están probando. Se sabrán los efectos colaterales en los próximos años. La vacuna está en fase dos. Tú estarías poniendo en riesgo a una población completa. Una vacuna para ser aprobada tiene que estar en fase cuatro. ¿Quién me asegura a mí que si me la aplican no me va a pasar nada?”, se preguntó.
Sánchez comenta que hay antecedentes de otras vacunas desarrolladas en el pasado “que han causado la muerte a grupos de presos e incluso han causado esterilización en mujeres”.
El isleño residente en el Alto Manhattan está en el grupo radical de quienes están “bastante seguros” que no se aplicarán las dos dosis del fármaco.
Una encuesta realizada por Siena College concluyó a principios de noviembre que el 69% de los neoyorquinos dicen que “definitivamente o probablemente” recibirán una vacuna contra el coronavirus aprobada por la FDA.
Una cuarta parte de los neoyorquinos encuestados dicen que “probablemente” no recibirán la vacuna o “definitivamente” no tienen confianza en inmunizarse.
Hay otros signos de resistencia a ser parte de este programa de inmunización en gremios estratégicos que encabezan la lista de proridades.
Una consulta compartida por medios locales, indica que una cuarta parte de los bomberos de Nueva York respondió una encuesta y el 55% de ellos precisó que no tiene intenciones de inocularse, por lo menos, inmediatamente.
Hispanos más “cómodos”
Una investigación del nuevo colectivo ‘COVID Collaborative’ que perfiló la opinión de diferentes grupo étnicos sobre las nuevas vacunas, documentan una “desproporcionada aversión” entre las personas negras en el país a vacunarse contra el nuevo coronavirus.
Menos de la mitad de los adultos afroamericanos, el 48%, dice que probablemente o definitivamente recibirían una vacuna si estuviera disponible de forma gratuita, incluido solo un 18 por ciento que definitivamente sí se vacunaría con los fármacos que apenas lanzan al mercado.
Entre los adultos latinos entrevistados la reacción es muy distinta: es mucho más probable que se vacune el 66 %, incluido en ese grupo un 31% que dijo que “definitivamente” sí lo hará.
Aunque ambos grupos tienen riesgos comparativamente altos de infección, solo el 33% de los adultos negros cree que es “al menos algo probable” que contraigan el coronavirus, en comparación con el 52% de los adultos latinos.
Todas las encuestas recientes ubican a las comunidades hispanas como más proclives a aceptar ser parte de planes de inmunización, si se contrasta con la opinión de los afroamericanos.
“Prefiero dar más tiempo”
Así mismo, el comerciante mexicano Juan González argumenta que ya el nuevo fármaco está siendo aplicado en otros países y “todo va bien”, además le genera más confianza que médicos, científicos y hasta presidentes han dicho que se la aplicaran. No encuentra razones para no hacerlo.
“Cuando esté disponible para mí no tendré dudas. Tengo personas cercanas que han muerto por ese virus. En mi opinión muy personal creo que si tenemos la oportunidad de protegernos y estar más tranquilos, es mucho mejor. Nosotros crecimos con vacunas. Se ha demostrado que funcionan”, indicó el joven nacido en Puebla y residenciado en la Gran Manzana desde hace 20 años.
En Corona, en Queens, el vecindario de mayoría latina que se convirtió en el ‘epicentro del epicentro’ de la pandemia en la Gran Manzana, la enfermera colombiana Rocío Sarmiento, de 50 años, comenta que es comprensible que muchas personas no sientan confianza con un “remedio” tan nuevo.
“Cuando pasen los meses y tengas a miles de personas en el mundo inmunizadas y protegidas, si todo sale bien, veremos que la gente se sentirá más cómoda. Siempre lo nuevo en este caso aplicado a la salud genera un poco de resistencia. Yo todavía lo estoy pensando. Prefiero dar más tiempo”, comentó la trabajadora de la salud.
A juicio de la profesional de la enfermería con la vacuna podría pasar algo similar al Censo 2020, que muchos inmigrantes indocumentados se sientan intimidados de que en el momento de aplicarse las dosis tengan que compartir información personal.
“Sin embargo, te puedo decir que los latinos generalmente cumplen con sus cartillas de vacunación, culturalmente no tenemos problemas con estos fármacos”, concluyó.
Vacuna contra la desconfianza
Las autoridades de Salud de Nueva York tienen claro que uno de los principales desafíos para lograr una inmunización efectiva en los próximos meses, además de contar con millones de dosis del producto desarrollado por los laboratorios, es ganarse la confianza de algunos vecindarios pobres, en donde más del 50% de la población no ve con buenos ojos este proceso.
“Durante décadas, las políticas racistas y las prácticas injustas han dejado a las comunidades de color y los vecindarios de bajos ingresos con recursos y oportunidades limitados. Ahora con esta nueva etapa de inmunización que confíen en nosotros será vital”, razonó el Dr. Torian Easterling, primer subcomisionado de Salud y director de equidad de la Ciudad.
La Alcaldía anunció que se están aliando con 200 organizaciones comunitarias para acercarse a los vecindarios y obtener confianza en las rondas de inoculación contra el coronavirus que está por venir.
No es primera vez que Nueva York debe enfrentar ciertas resistencias a procesos de vacunación.
En 2018 con el brote de sarampión comunidades judías ultra ortodoxas tuvieron que ser obligadas por una legislación estatal a aplicarse la dosis contra esa infección.
También una propuesta que surgió en la Asamblea y el Senado estatal, que consideraría obligatorio por ley, aplicar la vacuna contra el Virus de Papiloma Humano (VPH), a los niños nacidos a partir del 1 de enero de 2009 y que estén en el sistema de educación pública de Nueva York, generó un ‘frente de padres’ en todo el estado, que se oponen con fuerza a lo que describen como una “imposición a la inmunización contra la enfermedad de transmisión sexual”.
Este nuevo capítulo en la guerra contra la pandemia apenas comienza.
Las dosis que vienen a NY
85,000 residentes de hogares de ancianos y 130,000 empleados de estas instalaciones en el estado serán la prioridad a partir de este lunes.
600,000 trabajadores de la salud en todo el estado, están de primeros en la lista para recibir el fármaco especialmente quienes están en departamentos de emergencia y las unidades de cuidados intensivos.
27 vecindarios de la Gran Manzana que fueron los más abatidos por la pandemia, generalmente comunidades negras, latinas y asiáticas están perfilados por la Ciudad para facilitar las vacunas a corto plazo.
170,000 dosis de la vacuna de Pfizer llegarán a Nueva York esta semana.
346,000 dosis adicionales de la vacuna de Moderna llegaría el 21 de diciembre.
516,000 dosis será el total de vacunas del primer inventario del nuevo fármaco antes de Navidad.
1.5 millón es la cifra de quienes están en la primera línea de riesgo en NY para ser inoculados.