El volcán que lleva seis semanas en erupción en la isla española de La Palma escupió más cenizas el domingo, al día siguiente de haber provocado su mayor terremoto hasta la fecha.
SurFlorida / AP
Los ríos de lava que desembocan en el océano Atlántico han cubierto 970 hectáreas (2.400 acres) desde que estalló el volcán el 19 de septiembre, según el servicio satelital de la Unión Europea.
Además, los ríos de lava han destruido más de 2.000 estructuras y han obligado a la evacuación de más de 7.000 personas.
Sin embargo, nadie ha muerto o ha sido lastimado por la lava ni por inhalar gases, dicen autoridades.
Expertos coinciden en que es sumamente difícil predecir cuándo cesará la erupción, ya que sus causas responden a una compleja actividad geológica en las grandes profundidades de la Tierra.
En un indicio de que la actividad volcánica sigue siendo intensa, el volcán Cumbre Vieja causó el sábado su más fuerte temblor hasta la fecha. El Instituto Geográfico Nacional reportó que el temblor de magnitud 5 se sintió no solamente en La Palma sino también en la vecina isla La Gomera.
El IGN añadió que la columna de humo ascendió a una altura de 4,5 kilómetros (15.000 pies) antes de ser disipada por el viento. Muchos poblados aledaños, así como un observatorio telescópico que está en una montaña a 2.400 metros (7.800 pies) sobre el nivel del mar estaban cubiertos por una espesa casa de cenizas.
Las Islas Canarias se ven afectadas por anormalidades termales que vienen desde del núcleo del planeta, expresó Esteban Gazel, experto en geoquímica de la Universidad de Cornell en Estados Unidos, y quien ha coleccionado muestras del Volcán Cumbre Vieja.
Comparó el fenómeno con un paciente que va evolucionando pero cuya condición futura es difícil de pronosticar. La situación del volcán, añadió, depende de una gran variedad de factores que van evolucionando al interior del planeta.
La erupción ha convertido a la isla en un atractivo turístico, especialmente ahora que España se dispone a celebrar el lunes el Día de Todos los Santos.
Las autoridades calculan que unas 10.000 personas acudirán a la isla el fin de semana y que los hoteles están copados a un 90% en La Palma. Se estableció una ruta para que los autobuses lleven a los turistas que quieran ver el volcán, dejando así despejados los caminos para los servicios de emergencia.