Carlos Antonio Giménez Sr., que abandonó una próspera vida en Cuba en 1960 para comenzar desde cero en Miami con una joven familia, y décadas después vio a su hijo convertirse en alcalde del Condado Miami-Dade, murió el pasado sábado 7 de noviembre de 2020. Tenía 98 años.
Sur Florida / El Nuevo Herald
Nacido en La Habana el 27 de agosto de 1922, Giménez era el hijo de Antonio María y de Caridad Vázquez Giménez. Asistió a la Escuela Belén en La Habana, y vivió parte de su vida en la casa de la familia en la capital, y en la finca familiar en Manzanillo, en la entonces llamada provincia de Oriente.
Los Giménez eran ganaderos y cosecheros de arroz, y Giménez heredó el exitoso negocio cuando ya estaba casado y con dos hijos en la Cuba anterior a Castro.
Después del triunfo de Castro en 1959, Carlos y su esposa, Mitzi, continuaron con el negocio, y trataron de seguir viviendo la vida todo lo normal que podían. Sin embargo, un día Carlos se alarmó, cuando escuchó decir a su hijo de seis años Carlos Jr., algo que la maestra le había dicho: los rusos “eran los buenos” y los americanos “eran los malos”.
“Mi madre y mi padre lo sacaron de la escuela ese mismo día”, dijo su hija, Mitzi Ann Giménez Bustamante McKeon, que entonces tenía cinco años, y era aún demasiado pequeña para ir a la escuela.
Con el tiempo, la alarma siguió aumentando, y la familia decidió que tenía que irse de Cuba hasta que el régimen de Castro cayera, algo que todos pensaron ocurriría en breve. El matrimonio abandonó joyas y fotografías familiares, en tanto Carlos dejó sus tierras y el negocio en manos de amigos hasta que pudieran regresar.
En su nueva vida en Estados Unidos, la familia se vio obligada a compartir una casa en La Pequeña Habana donde, en determinado momento, llegaron a vivir 21 familiares de Mitzi. Giménez comenzó a trabajar como botones en el hotel Seville en Miami Beach, mientras su esposa vendía zapatos.
Luego de algunos años en el Seville, Giménez logró un empleo federal en la Torre de la Libertad de Miami, procesando documentos para los compatriotas cubanos que llegaban a la ciudad. Los exiliados llegaban dos veces al día en los “vuelos de la libertad”, y Giménez trabajó allí hasta que en 1973 Castro terminó con el programa de emigración.
El matrimonio Giménez encontró largas carreras en lo que en aquella época se llamaba Condado Dade: Mitzi como administradora de una oficina, y Carlos como agente de seguros en la compañía Prudential, donde trabajó hasta que se retiró en los años 90.
Siempre elegante, y con un aspecto que lo hacía lucir más joven de la edad que realmente tenía, Giménez solía usar guayaberas de lino para las ocasiones casuales, y traje de negocios para cualquier evento más formal. Era una amistosa presencia en los almuerzos y veladas que en todas partes de Miami organizaban sus colegas ganaderos y otros amigos.
“Le gustaba hablar de deportes, de política, de lo que pasaba en La Pequeña Habana, y de lo que ocurría en Cuba”, dijo Humberto Cortina, veterano de Bahía de Cochinos, y ex miembro republicano de la Cámara de la Florida, que en la actualidad es animador de un programa de debates y entrevistas en la emisora de Univisión, Radio Mambí. “Era todo un caballero. Muy cortés. Siempre tenía una sonrisa a flor de labios”.
Un apasionado jugador de tennis, a menudo disputaba partidas doubles con amigos en el área de Miami. Era también un gran fanático de los Dolphins, así como un fiel seguidor de los Marlins.
Pocas veces Giménez dejó de ir a una demostración en contra de Castro, incluso si ello significaba perderse un gran evento familiar. Giménez le habló siempre a sus hijos de las propiedades familiares que habían tenido que abandonar en Cuba, mostrándoles los documentos que atestiguaban la tierra que tenían como herencia. “Nos decía, ‘Tú y tu hermano son los verdaderos dueños. Todo esto es de ustedes”, recordó su hija el domingo. “Para él, eso era muy importante”.
Los dos hijos de Giménez permanecieron en Miami, donde, con el tiempo, lograron ascender a importantes puestos en los trabajos que tenían.
McKeon es directora de matrícula y de ayuda financiera de la secundaria Columbus.
Tras haber trabajado como bombero en Miami, Carlos Jr. pasó a jefe y luego a administrador de la ciudad, y en el 2011 se convirtió en alcalde de Miami-Dade. Después de haber trabajado en dos períodos completos, el pasado martes el republicano ganó las elecciones para un escaño en el distrito 26 del Congreso de la Florida. El viernes, el alcalde visitó a su padre y le mostró los papeles y sobres oficiales del Congreso con su nombre como el próximo miembro del distrito en el Congreso.
“Se puso muy orgulloso”, dijo McKeon. “Sonrió cuando mi hermano le dijo que había sido electo”.
En la familia, el alcalde era conocido como “Junior” y su padre como Carlos. Mientras se encargaba de la respuesta del Condado Miami-Dade a la pandemia del coronavirus, con frecuencia el alcalde ha mencionado su propia experiencia al tener a su padre en un asilo de ancianos, y las estrictas reglas que los visitantes deben cumplir para de este modo evitar la propagación del virus.
En el comunicado sobre la muerte de Giménez Sr. que el sábado dio a conocer la oficina del alcalde, se dijo que el patriarca familiar “murió tranquilamente esta mañana, rodeado por sus hijos”.
A Carlos A. Giménez Sr. lo sobrevive su hijo y la esposa de éste, Lourdes Giménez; su hija, y su esposo Chris McKeon; seis nietos y 11 bisnietos. Su esposa, Mitzi Ann Giménez, murió en el 2016. Su hermana, Ofelia, falleció a principios de los años 70.
En el comunicado de la oficina del alcalde se dijo que la ceremonia consistirá solo de una misa privada debido al COVID-19, y pidió que se hicieran donaciones al Hospital Infantil St. Jude en lugar de enviar flores.