Una nueva era en el béisbol y el deporte en general del sur de Florida arranca este miércoles 4 de abril cuando los Marlins de Miami reciban a los Cardenales de San Luis en el flamante Marlins Ballpark en el inicio de la temporada regular de 2012.
Antes, el domingo primero y el lunes dos, los peces disputarán sendos juegos de exhibición ante los archifamosos Yankees de Nueva York en el propio recinto de techo retráctil de la Pequeña Habana en el inicio de una etapa histórica para los peces que por primera vez pueden presumir de un estadio propio y de pelota.
Se espera que el parque sea garantía de prosperidad económica para una franquicia tradicionalmente tacaña, pero cuya nómina de pago esta temporada superará los $96 millones, luego de figurar en apenas $58 millones en 2011.
Si la efervescencia generada por los juegos ante los mulos es indicativo de algo, entonces la cosa va por buen camino.
El equipo informó que los boletos de entrada para el primer encuentro ante Nueva York se habían ya agotado y que para el segundo restaban —a principios de semana— menos de 200.
Nuevos peces
Con un paquete nuevo que incluye nombre, logo, dirigente (Ozzie Guillén) y estadio, los Marlins se preparan para una nueva temporada más renovados, unidos y optimistas que nunca.
El equipo también ha modificado su nómina y su cuadro con la adición del dinámico campo corto dominicano José Reyes, el cerrador Heath Bell, el abridor zurdo Mark Buerhle; el derecho venezolano Carlos Zambrano, y el movimiento de posición de Hanley Ramírez (ahora en la antesala).
Reyes, ex astro de los Mets de Nueva York y campeón de bateo de la Liga Nacional en 2011 (promedio de .337), se unió a los Marlins en diciembre gracias a un contrato de $106 millones y seis años.
Poco después, Buehrle y Bell, quien salvó 43 juegos con los Padres el año pasado, aceptaron contratos. La cuenta entre los tres agentes libres ascendió a $191 millones. A eso hay que sumarle el pacto por cuatro años y 10 millones para el colorido Guillén.
Infructuosamente, Miami trató de adquirir a Albert Pujols y al desertor cubano Yoenis Céspedes. Pero la influencia de Guillén permitió que se concretara un canje para traer a su compatriota Carlos Zambrano, cuyo costo será asumido mayormente por los Cachorros de Chicago.
“Definitivamente que los Marlins están haciendo todo lo posible para llenar el estadio”, dijo el cubano residente en Miami Lakes, Carlos Pujol. “Ahora el equipo es mejor a la defensiva con Reyes en el short y Hanley [Ramírez] en la tercera”.
El estadio al que se refiere el aficionado Pujol es una maravilla arquitectónica de $515 millones con techo retráctil para cuando llueva, capacidad para 37,000 personas, acuarios y una escultura con flamencos que se encenderá cuando se conecten jonrones.
“Creo que ese adorno distrae mucho y eventualmente lo tendrán quitar”, indicó David Domínguez, también cubano y residente en Miramar. “El estadio me encanta, pero no el barrio donde está”.
Al igual que Pujol y Domínguez, José García, compatriota de ambos, considera que Miami cuenta con lo necesario para meterse en los playoffs esta misma temporada. “Tienen pitcheo y velocidad”, sostuvo.
Dinero mágico
Mientras algunos aficionados critican la ubicación del nuevo estadio y otros se quejan de los pocos espacios para estacionar y hasta del logo, la preocupación real del equipo sería su capacidad de generar ingresos.
Si todo sale bien, con campeonatos y buena asistencia, los ejecutivos de los Marlins serán unos genios. Caso contrario, quedarán expuestos al ridículo y de vuelta a la vieja historia de asientos vacíos y nóminas modestas. (Aurelio Moreno/El Sentinel)