En las Grandes Ligas existen buenas giras, malas giras y esta gira de los Marlins. ¿Cómo se puede caracterizar lo que nunca se ha vivido? ¿De qué manera categorizar algo que empezó bien, tuvo un intermedio terrible y terminó nuevamente de manera positiva? La mejor palabra que uno encuentra para describir esta travesía es sobrevivientes.
Sur Florida/El Nuevo Herald
Los peces sobrevivieron a una cuarentena de ocho días, a la pérdida de 18 peloteros por un contagio descontrolado de coronavirus, a las críticas ácidas de la prensa nacional por ser los culpables casi de poner un punto final a la temporada, a 23 días en el camino, incluso jugando como locales en casa del otro.
De alguna forma sobrevivieron y, no solo eso, de todo ese fuego y hielo salieron como los propietarios momentáneos de la División Este en la Liga Nacional, un liderazgo que tratarán de mantener este viernes cuando reciban en casa -y qué extraño suena ‘en casa’- a los Bravos de Atlanta.
“No sabría cómo describir todo esto, porque todo ha sido algo fuera de lo común’‘, apreció el manager Don Mattingly. “El otro día en el hotel había alarma de fuego que estuvo encendido por horas…qué les puedo decir. Solo digo que es muy bueno volver a casa’‘.
Los Marlins comenzaron ganando la serie en Filadelfia, después vino la debacle del COVID-19, el corre corre para encontrar reemplazos -especialmente en el bullpen- durante los ocho días de cuarentena y los llamados de novatos que debutaron, incluyendo al medallista olímpico de invierno Eddy Alvarez.
Pero en medio de todo lo anormal, Miami nunca perdió la compostura ni el espíritu de pertenecer a las Grandes Ligas, porque los recién llegados se unieron de la mejor manera posible a los 13 que salieron ilesos de la pandemia en Filadelfia. Los Marlins ganaron más de lo que perdieron.
“Tiene que ver con el grupo’‘, apreció Magneuris Sierra, quien fue vital en el triunfo del miércoles con dos impulsadas en la 10ma entrada. “Yo he estado en San Luis y he jugado en otras categorías de béisbol, pero nunca había visto un grupo tan unido como este. A pesar de las circunstancias, aquí todos nos ayudamos, todos nos deseamos el bien. Creo que esa ha sido la clave’‘.
Ese último juego en Buffalo fue como un resumen de lo irreal que han sido estos días y de la capacidad de resistencia del equipo: dejaron escapar una ventaja de ocho carreras, pero se convirtieron en el primer club de la Nacional y el cuarto en la historia de las Mayores que gana un choque, a pesar de permitir siete cuadrangulares.
Y ahora de vuelta a casa para un Día Inaugural que debió ocurrir a fines de marzo, luego a fines de julio y que finalmente verá la luz del día a mediados de agosto. No habrá público, pero sí ganas de jugar. Sería bueno que el sur de la Florida prestará atención a estos Marlins en una temporada corta y loca.
Parece mentira que los peces ya estén en Miami. Ya era hora.