Cada 14 de julio se celebra el Día Nacional de Francia. Un día como hoy pero del año 1789, el pueblo de Francia tomó las armas en Los Inválidos, un complejo arquitectónico situado en el séptimo distrito de París y se dirigió hacia la Bastilla, una fortaleza que custodiaba a pocos prisioneros. Dicho acontecimiento fue considerado como la primera victoria del pueblo de París, que buscaba poner un alto al antiguo régimen. Con ello se marcó el inicio de la Revolución francesa.
SurFlorida / El diario NY
Es considerado como el día más importante para los franceses y suele celebrarse con amigos y familiares. La celebración toma las calles de Paris; durante la mañana, un gran desfile militar pasa sobre la avenida de los Champ Elysées y por la noche, la torre Eiffel se ilumina de colores con la proyección de decenas de fuegos artificiales. Un maravilloso espectáculo que es observado por todos los parisinos desde en cada rincón de la ciudad. Sin lugar a dudas el pretexto perfecto para reconocer los emblemáticos y legendarios platillosque la magnífica gastronomía francesa ha heredado al mundo.
1. Quiche Lorraine
Sin lugar a dudas uno de los platillos más tradicionales e icónicos que la cultura francesa nos ha heredado, es el quiche Lorraine. Es una tarta salada procedente de la cocina francesa típica de la región de Alsacia, específicamente la receta original nació en la región de Lorena en el noroeste de Francia. De ahí su nombre: ‘Quiche Lorraine’. Su preparación es a base de huevos batidos y crema de leche, mezclada con verduras cortadas y añadiéndole jamón, tocino o panceta, se aromatiza con nuez moscada y pimienta. Actualmente han salido a la luz creativas recetas que se basan en la preparación típica del quiche Lorraine, un clásico de clásicos que encontrarás en cualquier panadería, cafetería y bistró francés.
2. Aligot
Las papas son uno de los ingredientes más emblemáticos en la culinaria francesa, no es ninguna sorpresa decir que han sabido aprovecharlas y han creado todo tipo de suculentas recetas. Tal es el caso del Aligot uno de los platillos más tradicionales que nació en Aubrac (una región natural, en la confluencia de los departamentos de Cantal, Aveyron y Lozère). Según se cuenta, los monjes de esta zona obsequiaban a los peregrinos que iban camino de Compostela con esta receta humilde a base de patatas y queso. El objetivo principal de este reconfortante platillo era que los peregrinos repusieran fuerzas con ‘algo’ (aliquid, en latín, que después derivaría en el término Aligot) con lo que llenar el estómago. Se trata de un puré de papas muy espeso (más de lo normal) que se mezcla con queso sin afinar, conocido como tomme fraîche. También se le añade ajo, mantequilla o incluso nata fresca.
3. Crepas
¿Quién no conoce ni ha disfrutado de las maravillosas crepas? Una suculenta herencia inventada por los franceses, que se encuentran en cada esquina en las más exquisitas versiones dulces y saladas. La palabra se deriva del latín “crispus” que significa crespo, lo cierto es que la palabra crepa es antigua, tan antigua que data de la Francia del medievo, en la zona de Bretaña para ser más precisos. Desde estas épocas los agricultores fabricaban una especie de torta de consistencia crepitante. Lo demás es historia ya que aunque la receta se fue perfeccionando, se han vuelto un emblema nacional que encontrarás en cada esquina. Se suelen rellenar de nata, fresas, chocolate, jamón y queso, espinacas y champiñones.
4. Ratatouille
Una de las guarniciones más coloridas y nutritivas de la cocina francesa sin lugar a dudas es el ratatouille. Se consideraba un alimento de pobres, ya que solían cocinar las verduras que sobraban o que no estaban en tan buen estado durante horas e, incluso a veces, los desperdicios de las verduras también acababan en la olla. El plato tiene su origen en la cocina provenzal de Niza, de ah el origen de su nombre: «Rata» significa «comida» y «touille» que significa «remover». Para prepararlo, se usa un guiso a base de ajo, pimiento, calabacín, cebollas y berenjenas. Una vez cocinado, se añaden especias como tomillo, laurel, albahaca y orégano.
5. Sopa de cebolla
No podemos irnos sin hablar sobre una de las herencias más exquisitas que Francia le ha dejado al mundo y es la extraordinaria sopa de cebolla. Aunque los franceses la denominan soupe à l´oignon, es uno de los platos más famosos de la cocina francesa. Se cree que esta preparación tuvo su origen en la época de los reyes Luis XIV o XV, en sus inicios se trataba de una sopa del pueblo, ya que en aquella época el cultivo de cebolla era sencillo y de muy bajo costo. También se cree que pudo haber tenido su origen dentro del mercado de alimentos más grande del mundo en París, conocido como Les Halles, fundado en 1135 por el rey Philippe-Auguste. Sea cual sea la historia real la sopa de cebolla es un verdadero manjar, que se elabora con cebollas cocinadas muy lentamente en mantequilla y aceite. Después, se sirve en cuencos y se añaden rebanadas de pan con queso gratinado, perfecta para los fríos días de invierno.