Korey Rowe realizó servicios militares en Irak y Afganistán y regresó a los Estados Unidos traumatizado y desilusionado en 2004. Sus experiencias en el extranjero y las persistentes preguntas sobre el 11 de septiembre de 2001 lo convencieron de que los líderes de los Estados Unidos mentían sobre lo que ocurrió ese día y las guerras que le siguieron.
Sur Florida / AP
El resultado fue “Loose Change”, un documental de 2005 producido por Rowe y escrito y dirigido por Dylan Avery, su amigo de la infancia, que popularizó la teoría de que el gobierno de Estados Unidos estaba detrás del 11-S. Fue uno de los primeros éxitos virales de la entonces joven internet y motivó a millones a cuestionar lo que les dijeron.
Los ataques unieron a muchos estadounidenses en su dolor e ira, pero “Loose Change” se dirigió a los descontentos.
“Fue el pararrayos que atrapó al rayo”, recuerda Rowe. Tenía la esperanza de que el documental diera pie a una reconsideración seria de los ataques. Rowe, que vive en Oneonta, Nueva York, no se arrepiente del documental y todavía cuestiona los eventos del 11 de septiembre, pero dice que está profundamente preocupado por lo que revelaron las teorías de la conspiración del 11-S sobre la naturaleza corrosiva de la desinformación en Internet.
Veinte años después, el escepticismo y la sospecha revelados por primera vez por las teorías de la conspiración del 11 de septiembre se han convertido en un cáncer, se han extendido por Internet y han sido alimentadas por expertos y políticos como Donald Trump. Ha surgido un engaño tras otro, cada uno más extraño que el anterior: que el expresidente Barack Obama no nació en Estados Unidos. Pizzagate. QAnon.
“Mire a dónde ha llegado: tiene a personas asaltando el Capitolio porque creen que la elección fue un fraude. Tiene a gente que no se va a vacunar y está muriendo en los hospitales”, dice Rowe. “Hemos llegado al punto en que la información está de hecho matando a la gente”.
Había, claro, teorías de conspiración antes de que ocurriera el 11 de septiembre: el asesinato de John F. Kennedy, el alunizaje, el supuesto accidente de un ovni en Roswell, Nuevo México, en 1947. Y el interés del país en las teorías alternativas y marginales estaba en aumento antes del 11 de septiembre, ejemplificado por la serie “The X-Files” (“Los expedientes secretos X”) de la década de 1990, con sus lemas “La verdad está ahí afuera” y “No confíes en nadie”. Pero fue el 11 de septiembre el que proclamó nuestra era actual de sospecha e incredulidad, y reveló la capacidad de internet para catalizar las teorías de conspiración.
“Las teorías de conspiración siempre han estado con nosotros, y lo único que ha cambiado son los medios para compartirlas”, dice Karen Douglas, profesora de psicología en la Universidad de Kent, en Inglaterra, quien estudia por qué la gente cree en tales explicaciones. “Internet ha hecho que las teorías de conspiración sean más visibles y fáciles de compartir que nunca. Las personas también pueden encontrar rápidamente a otros con ideas similares, unirse a grupos y compartir sus opiniones”.
Las teorías de la conspiración sobre el ataque y sus secuelas también dieron exposición temprana a algunas de las mismas personas que promocionan engaños y afirmaciones infundadas sobre el COVID-19, las vacunas y las elecciones de 2020, incluido Alex Jones, el editor de InfoWars que apoya a Trump, quien ha acusado a Estados Unidos de planear los ataques y ha dicho que el tiroteo de Sandy Hook en 2012 fue un engaño. Jones fue coproductor de la tercera edición de “Loose Change”.
Las encuestas muestran que la creencia en las teorías de la conspiración del 11 de septiembre alcanzó su punto máximo en los años inmediatamente posteriores al ataque y después disminuyó. Las encuestas subsiguientes muestran que un pequeño porcentaje de estadounidenses todavía alberga dudas sobre la explicación oficial de los ataques.
No es sorprendente que estas opiniones persistan, o que hayan declinado con el tiempo. Los eventos impactantes y repentinos con frecuencia generan teorías de conspiración a medida que las personas luchan colectivamente por comprenderlas, dice Mark Fenster, profesor de la facultad de derecho de la Universidad de Florida, quien ha estudiado la historia de las teorías de conspiración en Estados Unidos.
“¿Un avión que se estrella contra el World Trade Center? ¿Que choca contra el Pentágono? Suena como algo sacado de una película”, dice Fenster. “Simplemente no parecía un evento real; y es cuando tienes un evento anómalo enorme, como este, que a veces surgen las teorías de conspiración”.
Antes de Internet, los teóricos de la conspiración se basaban en libros, folletos y uno que otro programa de televisión nocturno para defender sus creencias. Ahora, pueden intercambiar teorías en foros de mensajes como Reddit, publicar videos en YouTube y ganar nuevos conversos en Facebook, Twitter o Instagram.
La primera teoría de la conspiración conocida del 11 de septiembre se presentó apenas unas horas después del ataque, cuando un ingeniero de programas de cómputo estadounidense envió por correo electrónico una publicación a un foro de internet donde cuestionaba si las torres fueron derribadas por una detonación controlada.
Veinte años después, una búsqueda en YouTube de contenido relacionado con el 11 de septiembre arroja millones de resultados.
Miles de videos se centran en teorías de la conspiración. Eso es mucho, pero el abuelo de las teorías de conspiración modernas ha sido superado por los recién llegados: una búsqueda en Google de “teoría de la conspiración del 11 de septiembre” arroja más de ocho millones de resultados, mientras que una búsqueda de “teoría de la conspiración COVID” muestra más del triple de eso.
Las empresas tecnológicas dicen que han hecho lo posible para limitar la difusión de información falsa sobre el 11 de septiembre. YouTube ha agregado enlaces a videos relacionados con el 11 de septiembre de fuentes acreditadas. Facebook dice que ha agregado verificaciones de hechos a varios engaños virales sobre el 11 de septiembre, incluido uno de que el Pentágono fue alcanzado por un misil y no por un avión.
Para muchos estadounidenses más jóvenes que alcanzaron la mayoría de edad después del 11 de septiembre, internet es el primer lugar al que acuden para encontrar información sobre el evento. El 11 de septiembre no se enseña de manera sistemática en las escuelas: algunos distritos lo requieren, mientras que otros apenas lo mencionan o lo ignoran por completo.
Las afirmaciones falsas sobre los ataques a menudo surgen en el Museo y Monumento Nacional del 11 de Septiembre, que ofrece servicios educativos a visitantes y alumnos de todo el país. Tales casos son una oportunidad para hablar sobre los hechos de lo que ocurrió, y de las muchas investigaciones que siguieron, según Megan Jones, directora senior de programas educativos en el monumento.
“Ahora tenemos una generación sin recuerdos del 11 de septiembre, por lo que es importante compartir las historias de lo que sucedió”, dice Jones.
Las afirmaciones falsas sobre los ataques del 11 de septiembre nunca plantearon la amenaza que ahora se atribuye a la desinformación sobre el COVID-19 o las elecciones estadounidenses de 2020. Pero incluso los defensores de las teorías de la conspiración del 11 de septiembre dicen que las preguntas sobre lo que sucedió prepararon el terreno para la desconfianza y la ansiedad detrás de las teorías de conspiración de hoy.
“El peligro es que, una vez que tienes esa desconfianza en la autoridad y el gobierno, estás en un lugar peligroso”, dice Matt Campbell, un ciudadano británico cuyo hermano murió en el World Trade Center el 11 de septiembre. Campbell cree que las torres se derrumbaron tras una demolición controlada y busca una nueva investigación en el Reino Unido que revise la muerte de su hermano.
“Si crees que todo lo que le están diciendo es una mentira, entonces simplemente se apaga: ‘podría ser cierto, podría no ser cierto, lo que sea’”, dice Campbell.
A gran escala, la desconfianza que subyace a tales creencias puede volverse peligrosa cuando comienzan a dividir a una sociedad o cuando son explotadas por un líder político o un adversario externo.
“Por lo general, es el caso que las personas que sienten que están siendo excluidas del poder, son quienes están comprometidas con las teorías de conspiración”, dice Fenster. “Lo que es diferente esta vez es que el partido que estaba en el poder —el partido que tenía la Casa Blanca— fue el principal difusor de las teorías de la conspiración”.
Al principio, las teorías de la conspiración sobre el 11 de septiembre fueron populares entre algunos liberales a quienes no les agradaba el expresidente George W. Bush o que se oponían a las guerras en Irak y en Afganistán. Pero después de que Barack Obama se convirtiera en presidente, las afirmaciones falsas sobre el 11 de septiembre comenzaron a ganar popularidad entre algunos conservadores que las citan como un ejemplo del trabajo del “Estado profundo” (“Deep State” o “Estado dentro del Estado”).
Dos años antes de ganar su escaño en el Congreso en 2020, Marjorie Taylor Greene, republicana de Georgia, dijo que dudaba que un avión hubiera golpeado al Pentágono. El año pasado reconoció que se había equivocado y trató de desviar la culpa al decir que era responsabilidad del gobierno que ella difundiera información errónea.
“El problema es que nuestro gobierno nos miente mucho para proteger al Estado profundo; a veces es difícil saber qué es real y qué no”, tuiteó.
Ben Crew es un guionista que ha producido un video que desacredita muchas teorías de la conspiración populares sobre el 11 de septiembre. También inició un proyecto en el que viaja por el país y recolecta historias personales del 11 de septiembre, con el objetivo de obtener al menos una historia de cada uno de los 50 estados.
Crew escucha muchas teorías de la conspiración —afirmaciones sobre que un misil golpeó al Pentágono, afirmaciones de que los aviones que se estrellaron contra el World Trade Center y el Pentágono y el que se desplomó en Shanksville, Pensilvania, estaban vacíos.
Dice que casi todos a quienes entrevista consideran que el 11 de septiembre es un punto clave en la historia de Estados Unidos, el comienzo de una ola de ansiedad y miedo que para muchas personas aún no ha alcanzado su punto máximo.
“Parece que hay una oportunidad para que todo se incendie ahora”, dice Crew. “El nueve once encendió eso”.