22 de noviembre de 2024 12:27 PM

Kerry impulsa acción climática global pese a dudas en EEUU

John Kerry está en todas partes y no se detiene un momento en una difícil cumbre climática de Naciones Unidas.

Sur Florida / AP

Kerry, enviado en Glasgow del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, busca con ahínco terreno común en materia climática en las conversaciones con China y Rusia, dos países rivales, y sale a toda prisa a conferencias de prensa donde ensalza los progresos. Acude a presentaciones de proyectos y recompensa a ejecutivos y banqueros por sus esfuerzos en reducción de emisiones con felicitaciones y reuniones de alto nivel. El esbelto enviado sonríe en una foto con mujeres indígenas brasileñas, cuyos tocados de plumas apenas le llegan a la barbilla.

Hacia el final de la primera de las dos semanas de cumbre, la voz de Kerry empezó a sonar ronca por su labor para impulsar las iniciativas climáticas globales, que amenazan con chocar contra un muro en su país.

“La alternativa es no hacer nada, no decir nada” sobre el clima, dijo Kerry a la prensa en la cumbre. “No hay promesas, no hay compromisos. Y uno se queda sentado esperando al desastre”.

Hablaba de una lucha climática que se torna más urgente conforme el calentamiento global por la quema de combustibles fósiles se intensifica, y más tensa, porque la cambiante política interna en Estados Unidos pone en peligro los esfuerzos climáticos de Biden y amenaza de nuevo el impulso global sobre el tema.

En plena cumbre, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó el viernes una paralizada ley de infraestructuras que contiene importantes medidas para reducir las emisiones estadounidenses.

Pero el menguante apoyo político a Biden y las victorias republicanas en las elecciones de la semana pasada aumentaban la incertidumbre sobre que el gobierno estadounidense pueda cumplir algunas de las promesas más importantes de Biden en materia de clima.

Kerry, exsenador y que fue secretario de Estado durante la presidencia de Barack Obama, volvió al plano internacional tras el mandato de Donald Trump como enviado climático de Biden.

El puesto ha implicado disculparse por el caos global desatado por Trump, que se burla de la ciencia sobre el cambio climático, cuando sacó a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París de 2015, que Kerry ayudó a negociar. Los científicos señalan que el terreno perdido durante el gobierno de Trump hace que esta década sea la última oportunidad para impedir que el calentamiento global alcance niveles más catastróficos.

La misión que tiene Kerry ahora es en parte diplomática y en parte de animador. En la conferencia climática de Glasgow, Kerry negocia para concretar cada posible detalle del esfuerzo climático de países y negocios, y después pide más. Aunque el regreso de Estados Unidos a las negociaciones climáticas globales ha ayudado a presionar a sus aliados para que prometan más recortes de emisiones, los otros grandes emisores, además de Estados Unidos -China, Rusia, India y otros países- hacen pocas promesas, en el mejor de los casos.

Para Kerry, de 77 años, esta es otra campaña en una cruzada personal iniciada hace décadas para combatir las emisiones de combustibles fósiles que calientan el planeta.

Kerry “aporta un profundo conocimiento sobre lo que está en juego”, dijo Jennifer Morgan, directora ejecutiva de Greenpeace International y veterana de negociaciones climáticas. “Aporta una larga relación con estas negociaciones y espíritu de colaboración”. Sin embargo, añade, “se ve limitado por lo que ocurre en su país”.

Si no hay “un plan creíble de Estados Unidos para cumplir sus objetivos y abandonar los combustibles fósiles, sólo puede llegar hasta cierto punto aquí”, dijo Morgan.

Los grupos conservadores señalan en internet a Kerry y hacen bromas en medios sociales sobre su fortuna -en Glasgow presentó a un orador como su vecino en la acomodada isla de Martha’s Vineyard- y supuesta afición por recorrer el mundo en avión privado.

Su apuesta por la diplomacia para intentar que China, muy dependiente del carbón, acelere sus objetivos de reducción de emisiones, también son un contraste con Biden y algunos de los miembros del gobierno, que han criticado abiertamente a China, el mayor emisor de dióxido de carbono. Estados Unidos es el segundo mayor emisor.

Antes de marcharse de la cumbre de Glasgow, donde coincidió con más de 100 líderes mundiales, Biden dijo que el presidente de China, Xi Jinping, había cometido un “gran error” al no asistir.

“Han perdido la capacidad de influir en gente de todo el mundo”, dijo Biden.

Los observadores veteranos de las negociaciones climáticas hablan de forma positiva de la labor más discreta de Kerry como enviado climático.

Thom Woodroofe, investigador de diplomacia climática entre Estados Unidos y China en el Asia Society Policy Institute, dijo que la decisión de Biden de nombrar al exsecretario de Estado para el puesto hizo que países como China “entendieran de verdad lo significativo que es (…), la importancia que iba a dar el gobierno de Biden a la diplomacia y a sus iniciativas climáticas en su país”.

Aunque líderes chinos critican y desprecian abiertamente a miembros del gobierno de Biden, el veterano enviado climático de Beijing, Xie Zhenha, dijo a la prensa en Glasgow que calculaba haber hablado con Kerry 23 veces en el puesto actual del estadounidense.

Cuando un sitio de noticias publicó una caricatura que mostraba a Kerry con una mano en el hombro de Xie y la otra sosteniendo a la Tierra y su futuro, Kerry hizo enmarcar la caricatura y se la regaló a Xie.

En la cumbre climática, la altura de Kerry le hace fácil de identificar entre los miles de activistas, funcionarios y reporteros del recinto, que se extiende casi un kilómetro (media milla). Es una combinación de estructuras temporales y permanentes junto al Río Clyde, con un ambiente de aeropuerto combinado con base militar de vanguardia.

Kerry se muestra paciente y educado con la sucesión de activistas y periodistas de todo el mundo que le abordan en la cumbre.

Antes de la COP26, varios activistas que hacían una huelga de hambre ante la Casa Blanca grabaron un video en el que otro miembro del gobierno miraba su celular con impaciencia cuando le abordaron para hablarle sobre la necesidad de tomar acciones climáticas.

En cambio, Kerry salió y habló con los jóvenes huelguistas sobre su activismo medioambiental cuando era joven.

El diplomático ha dicho que su primera causa cuando regresó de combatir en la Guerra de Vietnam fue el activismo para el primer Día de la Tierra, en 1970. Su esposa, Teresa Heinz, dice que se conocieron en un Día de la Tierra posterior, en 1990.

En 2015, su labor en las negociaciones climáticas y la confianza que Xie pareció poner en los negociadores de Obama, incluido Kerry, ayudaron a sellar un acuerdo climático en el que más de 190 naciones se comprometieron a tomar medidas para reducir las emisiones de efecto invernadero.

El daño irreversible provocado por el calentamiento global era aún más evidente para todos en noviembre de 2016, cuando Kerry hizo uno de sus últimos viajes como secretario de Estado de Obama, que le convirtió en el funcionario estadounidense de mayor rango en visitar la Antártida.

Trump acababa de ganar las elecciones presidenciales de Estados Unidos, y ya había prometido sacar al país del acuerdo de parís. Pronto revertiría varias medidas climáticas estadounidenses.

Kerry se calzó unas botas para caminar sobre un mar congelado, cruzar la mirada con un pingüino curioso y charlar con los científicos estadounidenses en el lugar.

Aunque el Polo Sur tenía el aire más limpio del mundo, le dijeron, también estaba muy contaminado por los residuos del carbón y el petróleo. La placa de hielo occidental de la Antártida se derretía por debajo ante el calentamiento del mar, se rompía y los fragmentos se alejaban flotando en el mar.

Era “uno de los paisajes naturales más impresionantes”, dijo Kerry en declaraciones el mes pasado a The Associated Press, una imagen “mezclada con el impacto negativo de los seres humanos”.

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