Dos sentencias penales firmes por corrupción pesan sobre el exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas (2013 – 2018), a quien el gobierno izquierdista de México concedió el asilo político, tras permanecer desde diciembre pasado en su embajada en Ecuador en calidad de huésped.
La noche de este viernes 5 de marzo, la policía ecuatoriana irrumpió en la sede diplomática de México en Quito para detener a Glas, hombre de confianza del expresidente izquierdista Rafael Correa (2007 – 2017), prófugo de la justicia por corrupción.
Con esto, se hicieron efectivas las dos órdenes de aprehensión en contra del exvicepresidente. Una, por incumplimiento de una medida cautelar de presentación y otra por presunto peculado en el caso “Manabí”, una serie de obras públicas contratadas tras el devastador terremoto de 2016.
Las imágenes de este importante operativo, sin antecedentes cercanos, impactaron al mundo, y llevaron al mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, a romper de inmediato las relaciones diplomáticas con Ecuador.
López Obrador, quien había anunciado el envío de un avión militar para recoger a su embajadora, Raquel Serur, declarada persona non grata tras la crisis diplomática iniciada esta semana, calificó la irrupción policial de “violación flagrante al derecho internacional y a la soberanía de México”.
Sin embargo, el gobierno de Noboa, el presidente más joven en la historia de Ecuador, que había tildado de “ilícito” el asilo otorgado por el gobierno de López Obrador, argumentó la acción mediante un comunicado, en el que señaló que “ningún delincuente puede ser considerado perseguido político”.
Afirmó que la misión diplomática de México había “abusado de las inmunidades y privilegios” al concederle un asilo “contrario al marco jurídico convencional” a Glas, quien fue trasladado la mañana de este sábado al Centro de Privación de Libertad (CPL) Guayas n.° 3, cárcel de máxima seguridad conocida como La Roca, en Guayaquil. “Ecuador es un país soberano y no vamos a permitir que ningún delincuente quede en la impunidad”, sentenció el mandatario en un comunicado.
El documento resalta el conflicto interno armado declarado en enero pasado, cuyas repercusiones en la democracia y paz ciudadana, afirma, serán incrementadas si se permiten actos de “injerencia” en los asuntos internos del país.
¿Quién es Jorge Glas?
Glas es un ingeniero eléctrico de 54 años, que ejerció como vicepresidente de Ecuador en dos ocasiones, durante el tercer periodo del líder de la Revolución Ciudadana (RC), de Rafael Correa, y luego del presidente Lenín Moreno (2017 – 2021).
Durante el gobierno de Correa, también ocupó altos cargos relacionados con sectores estratégicos: presidió el extinto Fondo de Solidaridad, el Ministerio de Telecomunicaciones y el Ministerio de Coordinación de Sectores Estratégicos.
Estos cargos, de acuerdo con el medio ecuatoriano El Universo, le permitió a Glas ganarse la confianza de Correa, prófugo de la justicia ecuatoriana desde 2018, condenado a ocho años de cárcel en 2020 por delitos de corrupción.
El exvicepresidente correísta, que intentó competir en las elecciones presidenciales del año pasado, tiene dos sentencias firmes en su contra: Una de seis años, de diciembre de 2017, por el delito de asociación ilícita en el caso Odebrecht; y otra de ocho años dictada en 2020, tres años más tarde, por ser coautor del delito de cohecho pasivo agravado en el caso “Sobornos 2012 – 2016”, junto a Correa.
¿Violación a la libertad condicional?
Glas cumplía la pena en una especie de libertad condicional desde 2022, por una medida cautelar otorgada por el juez de Emerson Curipallo, detenido y procesado desde diciembre pasado por el caso Metástasis, que revelaba la instauración de la “narcopolítica” en la nación suramericana, según declaraciones de la fiscal general ecuatoriana, Diana Salazar.
El exvicepresidente, cuyas penas fueron unificadas por una solicitud acogida por la juez penitenciaria Melissa Muñoz, debía presentarse ante las autoridades semanalmente. Sin embargo, desde diciembre pasado, cuando se refugió en la embajada mexicana tras negársele la petición de prelibertad, no acudía a las presentaciones, por lo que la medida fue revocada y se procesó la orden de captura para completar su pena.
Además, en enero se le sumó otra orden de prisión preventiva por el delito de peculado en el caso Reconstrucción de Manabí, que investiga la Fiscalía ecuatoriana por sus intervenciones como exvicepresidente y expresidente del Comité para la Reconstrucción y Reactivación Productiva y del Empleo.
Crisis México – Ecuador
El exvicepresidente, quien ha tratado de vender su caso judicial como uno de “persecución política”, solicitó asilo a México, tras refugiarse en la embajada mexicana en Quito el 17 de diciembre pasado, cuando se le investigaba por el caso Manabí.
La información la confirmó en su momento su abogado, Eduardo Franco, a la agencia de noticias AFP, mediante una llamada telefónica en la que se negó a ofrecer mayores detalles.
A principios de marzo, el gobierno de Noboa había solicitado a México autorización para ingresar a su embajada en Quito para detener a Glas, sin embargo, el gobierno de López Obrador, que sopesaba el asilo, no autorizó el ingreso de los funcionarios policiales.
El gobierno izquierdista de México, afín al correísmo, finalmente concedió este viernes el asilo político a Glas. Ocurrió tras un impasse con Ecuador, que provocó que declararan persona non grata a la embajadora mexicana, Raquel Seru, y le otorgaran 72 horas para abandonar el país.
La medida fue en respuesta a las polémicas declaraciones del mandatario mexicano, quien comparó al sicario del presidenciable ecuatoriano Fernando Villavicencio, principal detractor del correísmo, con la criminalidad que vive México de cara a las elecciones presidenciales del 2 de junio.
Para López Obrador, que gobierna uno de los países más violentos a causa del narcotráfico y cuya política es de “abrazos no balazos” con el crimen organizado, el asesinato de Villavicencio creó un “ambiente enrarecido de violencia” que originó la caída en las encuestas de la delfín del Rafael Correa, la izquierdista Luisa González, y el repunte del actual presidente ecuatoriano, Daniel Noboa.
“Ecuador se encuentra aún viviendo el luto por ese lamentable hecho que causó conmoción en la sociedad ecuatoriana y atentó contra la democracia, paz y seguridad”, dijo el gobierno ecuatoriano, que calificó de “ofensivos” los comentarios del presidente mexicano.
La irrupción
Tras el asilo otorgado por el gobierno mexicano, Ecuador ordenó un despliegue policial en los alrededores de la sede diplomática de México y procedió, alrededor de las 22:00 hora local, a irrumpir en el lugar y proceder con la detención de Glas.
Roberto Canseco, jefe encargado de la misión mexicana, declaró a los medios que los uniformados ingresaron de manera violenta y lo agredieron, cuando él intentó evitar que se llevaran al exmandatario.
En las imágenes, difundidas por redes sociales, se puede apreciar al diplomático mexicano forcejear con los agentes policiales frente a la sede de la embajada, que aún se mantiene bajo fuerte resguardo policial.
Esta decisión del gobierno ecuatoriano encendió las alarmas del mundo y ha sido denunciado como una violación a la Convención de Viena, que en su artículo 22 establece que las sedes diplomáticas son inviolables y que los agentes de las fuerzas del orden de donde se encuentren no pueden ingresar a ellas sin consentimiento del jefe de misión.
Los gobiernos de izquierda de Bolivia, Brasil, Chile, Honduras y Panamá, y las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua condenaron este operativo policial. Recalcaron que la acción vulnera los convenios internacionales y constituye un precedente “grave”, “inaceptable” e “intolerable”.
Tomando una posición más radical, el dictador Daniel Ortega anunció una medida más contundente, al romper “toda relación diplomática” con Ecuador ante lo que calificó como una “insólita y repudiable acción”.
sf