«En los momentos en los que esta campaña estaba en su punto más bajo, la comunidad afroamericana se levantó por mí de nuevo. Siempre me habéis defendido y yo os defenderé». Joe Biden pronunció estas palabras el pasado 7 de noviembre en Wilmington (Delaware), en su discurso de victoria, cuando todos los grandes medios le proyectaron como ganador de la elección presidencial. Ha pasado casi un mes desde entonces, el equipo de transición para su presidencia está en marcha, ha anunciado decenas de nombramientos, y muchos entre la minoría negra creen que no está cumpliendo: le exigen que esas palabras se conviertan en mayor presencia de altos cargos en los puestos de máxima responsabilidad.
Sur Florida/ABC
En ese mismo discurso, Biden dijo que había cumplido con su promesa de formar una campaña que «representara y se pareciera a EE.UU.». Y que, una vez ganadas las elecciones, también quería que eso ocurriera en su Administración.
Es innegable que Biden busca pergeñar un equipo de Gobierno con diversidad de género, racial y de identidad sexual. Hay muchos nombres de hispanos y negros, y su Gabinete apunta a ser el que tenga más mujeres y miembros de la comunidad LGBT en la historia del país. Pero las alarmas entre congresistas y activistas negros se deben al menor peso que ha tenido su minoría en los nombramientos.
«De momento no va bien»
Ninguno de los puestos de máxima relevancia conocidos hasta ahora en el Gobierno ha ido a parar a una persona negra. Ni el secretario de Estado ( Antony Blinken), ni la secretaria del Tesoro (Janet Yellen), ni el secretario de seguridad nacional (Alejandro Mayorkas, un hispano), ni la directora nacional de inteligencia (Avril Haines), ni la secretaria de Prensa (Jen Psaki) pertenecen a esa minoría. Tampoco hay negros entre los puestos de máxima confianza dentro de la Casa Blanca, como el de jefe de Gabinete (Ron Klain) o el asesor de seguridad nacional (Jake Sullivan).
«Quiero ver en qué acaba este proceso, qué produce», dijo a «The Hill» hace unos días James Clyburn, el congresista negro de más alto rango en la Cámara de Representantes. «De momento, no ha ido muy bien». La advertencia de Clyburn tiene mucho peso. Él fue una pieza instrumental en la victoria de Biden en las primarias demócratas.
Cuando su campaña iba a la deriva, con resultados decepcionantes en los estados de Iowa y New Hampshire, con las arcas en bancarrota, Clyburn le dio su apoyo poco antes de las primarias de Carolina del Sur, donde la mayoría del electorado demócrata es negro. Biden ganó aquel estado y resucitó su campaña. Esa victoria fue justo lo que necesitaba el «establishment» demócrata para ponerse de su lado, y el resto fue historia: Biden se impuso con claridad a su principal rival, el izquierdista Bernie Sanders.
«Creía que a estas alturas vería más afroamericanos en los nombramientos para los puestos más altos», protestó la congresista Bonnie Watson Coleman esta semana en «The Washington Post».
A la vez que los legisladores, varias organizaciones de derechos civiles se han quejado de que Biden parece incumplir su promesa y de que no quiere reunirse con ellos. «Sin el apoyo de la comunidad negra, no hubiera ganado», aseguró Derrick Johnson, presidente de la NAACP, una organización histórica a favor de los derechos de las minorías raciales.
La movilización el pasado noviembre del voto negro fue clave en la victoria de Biden. En 2016, a Hillary Clinton se le escaparon varios estados -Míchigan, Wisconsin o Pensilvania-, porque buena parte del voto negro en las ciudades se quedó en casa. Ahora Biden lo ha recuperado y se ha impuesto en todos esos estados.
Kamala y poco más
Es cierto que Biden eligió a una mujer negra – Kamala Harris- por primera vez para la vicepresidencia y que ha hecho otros nombramientos relevantes, como Linda Thomas-Greenfield, que será embajadora ante la ONU, o Cecilia Rouse, que será la primera persona negra en la presidencia del Consejo de Asesores Económicos. Pero la minoría negra quiere más.
Una opción sería el Departamento de Defensa, donde la favorita es una mujer blanca -Michelle Flournoy-, pero para el que también suenan dos negros: Jeh Johnson, veterano del Gobierno de Obama, y Lloyd Austin, un general retirado. Otro cargo importante sería el de fiscal general.
Ahí no acaban los problemas para Biden. A pesar del nombramiento de Mayorkas, los hispanos quieren más de los suyos en su Administración, y lo mismo reclaman los asiáticos.