Carlos Marrón, un venezolano que reside en Miami, salió corriendo al saber que su padre en Caracas no había regresado a casa. Los secuestradores querían tratar directamente con Marrón y tomó el primer vuelo que pudo encontrar para llegar a Venezuela.
Sur Florida – Diario Las Américas
En las afueras del aeropuerto de Maiquetía, agentes de la temida fuerza de seguridad del Estado detuvieron a Marrón. Sin ninguna explicación, aseguró, lo llevaron rápidamente al cuartel general.
Durante el interrogatorio, los agentes le exigieron que confesara que operaba un sitio web en el que publicaba el tipo de cambio en el mercado negro del errático bolívar venezolano por dólares estadounidenses, algo que el gobierno de Nicolás Maduro considera un delito.
Cuando lo negó, Marrón asegura hoy comenzaron a torturarlo, con golpes y asfixia.
Y así, tras dos días de intenso abuso, estuvo detenido sin juicio por casi dos años en la cárcel venezolana. Lo acusaban de “delitos financieros” pero nunca juzgado. Finalmente, fue liberado por razones que desconoce.
La historia de Marrón fue citada el año pasado en un informe del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que concluyó que el Gobierno de Maduro cometía crímenes de lesa humanidad, algo que el régimen madurista niega.
Ahora, en una entrevista exclusiva con The Associated Press, Marrón ha hablado públicamente sobre su terrible experiencia. Su objetivo, aseguró, es limpiar su nombre y exponer los abusos que presenció.
“Quiero que el mundo sepa lo que está sucediendo hoy en Venezuela”, dijo Marrón. “La tortura continúa bajo la dictadura”.
La agencia de noticias notifica que no pudo verificar las afirmaciones de Marrón (porque las autoridades venezolanas no responden), pero su nombre y las denuncias se incluyen en el informe de Naciones Unidas del 16 de septiembre. Los detalles que proporcionó a AP coinciden con los que los investigadores de la ONU reunieron en entrevistas con él, otros exdetenidos y oficiales que trabajaban en el centro de detención.
Nacido y criado en Caracas, Marrón ejerció la abogacía antes de mudarse a Miami hace 10 años, donde es agente de bienes raíces y se dedica al mundo del espectáculo.
Marrón, de 43 años, dijo que sus problemas con las autoridades venezolanas provenían de la compra del sitio web dolarpro.com, que lo adquirió con perspectiva comercial, pero nunca lo desarrolló.
Dijo que finalmente entregó el sitio web a un asociado, quien comenzó a publicar noticias e información financiera venezolana, incluido el tipo de cambio del mercado negro de la nación, que es muy diferente al de las cifras oficiales.
Un decreto del régimen venezolano de 2010 declaró ilegal la publicación de cualquier cosa que no fuera el tipo de cambio oficial, y las autoridades acusaron regularmente a los “especuladores” de difundir información falsa para su propio beneficio personal a expensas de la nación.
Horas después del arresto el 11 de abril de 2018, el principal fiscal de Venezuela y aliado de Maduro, Tarek William Saab, anunció en la televisión estatal que las autoridades habían capturado a Marrón, un “terrorista financiero ” empeñado en “socavar el sustento de los venezolanos comunes para su beneficio personal”. Los cargos, dijo entonces, incluían la publicación de información falsa y lavado de dinero.
Marrón aseguró que lo golpearon con una porra de metal, los hombros, las rodillas y la planta de los pies. Le pusieron una capucha sobre la cabeza y la empaparon con agua para crear la sensación de que se estaba ahogando.
“Te asfixian hasta que empiezas a perder el conocimiento”, dijo Marrón. “Una vez que ven que te estás desvaneciendo, se relajan”.
En una sesión de interrogatorio, un carcelero preguntó si su padre necesitaba una medicina especial porque parecía estar al borde de la muerte. Fue entonces cuando Marrón dijo que sabía que su padre había sido secuestrado por agentes para que sirviera de cebo para atraer a Marrón de regreso a Venezuela.
Mucho más tarde, Marrón se enteró de que su padre fue liberado de la misma cárcel cuatro días después de su propio arresto.
Si bien el peor abuso se produjo en los primeros dos días, Marrón dijo que más tarde sufrió una “tortura suave”, confinamiento en una celda estrecha con varios otros hombres. Tuvieron que defecar en botellas o bolsas de plástico que podían vaciar ciertos días. Recibieron poca comida y bebieron agua corriente contaminada que les causó enfermedades digestivas. Marrón dijo que perdió 66 libras (30 kilogramos).
Tamara Taraciuk Broner, subdirectora interina para las Américas de Human Rights Watch, con sede en Nueva York, dijo que el encarcelamiento de Marrón fue típico en la Venezuela de Maduro, donde los civiles a menudo son detenidos arbitrariamente por fuerzas de inteligencia militar y sujetos a abusos y procesamientos sin el debido proceso.
Fue “víctima del perverso sistema que Maduro y sus compinches han puesto en marcha para silenciar a cualquiera que publique información crítica o incómoda para el régimen”, dijo.
La Dirección General de Contrainteligencia Militar, la agencia que arrestó y detuvo a Marrón, responde directamente a Maduro como comandante en jefe de las fuerzas armadas, señala el informe de la ONU.
Los funcionarios venezolanos han rechazado los reclamos de la ONU, diciendo que estaba lleno de “falsedades” escritas “por una misión fantasma dirigida contra Venezuela por gobiernos subordinados a Washington”.
El Ministerio de Comunicaciones de Venezuela no respondió a una solicitud de comentarios de AP.
Las autoridades finalmente otorgaron a Marrón una liberación condicional en enero de 2020, cuando se relajaron los estrictos controles sobre el dólar.
Marrón dijo que no está claro por qué los funcionarios lo dejaron salir de la cárcel. Fue liberado junto con otros 13 presos políticos en medio de negociaciones entre el gobierno de Maduro y grupos de oposición.
Las autoridades lo obligaron a entregar su pasaporte, pero Marrón cruzó la frontera con Colombia, a pie, y se dirigió a encontrarse con los funcionarios estadounidenses, quienes lo ayudaron a regresar a Florida, donde le esperaban su esposa y sus dos hijos.
El dólar ahora es aceptado en Venezuela, desde supermercados hasta vendedores ambulantes. Las pequeñas tiendas de importación ofrecen artículos de lujo a precios elevados: una botella de whisky de centeno cuesta 200 dólares.