9 de mayo de 2024 8:52 PM

Hialeah, la “Ciudad que progresa” en Florida

Hialeah, la “Ciudad que progresa” en Florida.

Sur Florida / El Nuevo Herald

En una reciente y ventosa mañana de sábado, cuatro hombres están sentados en la tribuna vacía de 13,000 asientos del Hialeah Park Race Track –la misma tribuna histórica en la que se sentaron Winston Churchill, Frank Sinatra, Harry S. Truman, Elizabeth Taylor y la princesa Grace de Mónaco– intercambiando chistes, hablando de los acontecimientos actuales y poniéndose al día de sus vidas.

“Nos reunimos todas las semanas después de la misa en la iglesia de la Inmaculada Concepción y venimos aquí o al Amelia Earhart Park a conversar”, dice Gus Treichel, de 60 años, uno de los cuatro amigos de toda la vida. “Nos sentamos aquí y arreglamos el mundo en un par de horas, y luego volvemos la semana siguiente y lo hacemos de nuevo”.

Los cuatro hombres son de ascendencia cubana, y todos ellos viven o trabajan en Hialeah o vivieron allí en algún momento de sus vidas. Su iglesia, y la ciudad que la rodea, forman su vínculo. Hablan con fluidez el espanglish, se compenetran con facilidad y son propensos a completar las frases del otro. Cuando terminan sus cafés del McDonald’s, cada uno sigue su camino para continuar con el resto del día.

Así es como se siente gran parte de Hialeah: Una ciudad de gente amable pero ocupada, pausada pero con prisa por hacer algo, que disfruta de la vida mientras se apresura a llegar a fin de mes. El paisaje es una combinación de industria y vivienda, con focos de belleza (parques, estatuas, fuentes) esparcidos por sus calles atestadas de coches. Se forman improvisados atascos en los cruces de ferrocarril por donde pasan los convoyes de Florida East Coast Railway.

Y a pesar de su condición de subestimada en la actual revitalización de Miami-Dade, la “Ciudad del Progreso” (City of Progress), como reza el eslogan de Hialeah, parece preparada para una explosión de crecimiento y desarrollo.

“La industria sabe que Hialeah se está poniendo de moda”, dijo Kayziah Varela, de 29 años, agente de la firma inmobiliaria Partnership Realty. “He tenido inversores que me han enviado cartas preguntándome si quiero vender mi casa por dinero en efectivo. Compré mi casa en 2017, de cinco dormitorios y cuatro baños, por $330,000. En mi misma calle, una casa más pequeña de tres dormitorios acaba de venderse por $495,000”.

El español no es necesario en Hialeah –más de la mitad de sus residentes dominan el inglés–, pero saber el idioma te ayuda a encajar perfectamente. Al caminar por la ciudad, prácticamente puedes escuchar alguna rumba cubana directamente en tu cabeza.

A diferencia de la Pequeña Habana, que atrae a turistas e Instagramers con sus bares y discotecas de moda, la cultura cubana está tan arraigada en Hialeah que parece un barrio lejano de la isla tropical, separado del resto de Miami. Incluso sus calles están numeradas de forma diferente al resto del condado de Miami-Dade.

“Es una gran ciudad con un corazón de pueblo”, dice Silvia Velázquez, una contable de cuarenta y tantos años del IRS que se desplaza al centro en Metrorail y que todavía vive en la misma casa de cuatro dormitorios en West 80th Street que sus padres compraron cuando huyeron de Cuba a principios de los años 60. “La ciudad no ha cambiado mucho. Cuando vas a los restaurantes o a las tiendas, la gente sabe quién eres.

“Hialeah no es solo una ciudad”, dijo Velázquez. “Es un sentimiento. Es una sensación de nostalgia y comunidad. Conduces por la calle y ves los lugares donde solías jugar con tus amigos. Esos recuerdos compartidos invocan un sentimiento en la gente que vive aquí”.

Una historia rica

Según las cifras del Censo de Estados Unidos de 2019, Hialeah se extiende a lo largo de 22 millas cuadradas y es el hogar de 223,339 personas, lo que la convierte en la sexta ciudad más grande de la Florida clasificada por población. De esos residentes, el 96% son de ascendencia blanca hispana, la inmensa mayoría cubano-estadounidense (la mayor cantidad de cualquier ciudad en Estados Unidos). El español es el idioma que se habla en nueve de cada 10 hogares, y la ciudad se divide al 50% entre inquilinos y propietarios.

Sus límites aproximados son la State Road 924 al norte, la Okeechobee Road al sur, la NW 37th Avenue al este y hasta la NW 107th Avenue al oeste.

La media de los valores de las propiedades ha subido constantemente en los últimos cinco años, de $219,000 en 2016 a los actuales $329,327, un crecimiento del 66%, según Zillow. Eso todavía está por debajo de la media del condado de $490,000. Hialeah sigue pareciendo un municipio que ha crecido a rachas, con casas unifamiliares y edificios de apartamentos que a veces ocupan las mismas manzanas cuadradas de la ciudad que supermercados, carnicerías y fábricas. Otras zonas son exclusivamente residenciales, con céspedes bien cuidados y casas bien mantenidas construidas hace 30 o 40 años.

El doctor Paul George, historiador residente del HistoryMiami Museum, dijo que el nombre Hialeah proviene de un término semínola que significa “pradera bonita”. La ciudad se constituyó en 1925, impulsada por el ganadero de Missouri James Bright y el pionero de la aviación Glenn Curtis, cuya táctica de donar servicios públicos y terrenos para uso público a cambio de la construcción de edificios e instalaciones contribuyó a impulsar el desarrollo. Hialeah albergó el primer galgódromo de Estados Unidos, así como el primer municipio de Miami-Dade con un aeródromo, un frontón de jai alai y un estudio cinematográfico (el famoso director D.W. Griffith rodó algunas películas allí).

Lo más famoso es que sigue siendo la sede del ex hipódromo de Hialeah, inaugurado en 1925 y considerado el más bello de su clase en el mundo, que atraía a celebridades de Hollywood, jefes de estado internacionales y lugareños por igual (una escena de “The Godfather Part II” se filmó allí) para carreras de caballos de gran presupuesto como la Flamingo Stakes.

El hipódromo ya no funciona y sirve como ancla de parimutuel para el adyacente Hialeah Park Casino, que abrió en 2013. Pero el hipódromo, que fue designado Monumento Histórico Nacional en 1988, sigue abierto a los visitantes, y sus icónicos flamencos –importados de Cuba en 1934 y que se hicieron famosos en los créditos iniciales de “Miami Vice”–siguen prosperando.

Con la llegada de la aviación comercial en la década de 1930, la población de Hialeah creció, atraída por el empleo estable que ofrecían las aerolíneas en el antiguo aeropuerto en NW 36th Street. Tras adoptar su lema “Ciudad del Progreso”, la población de Hialeah se disparó en los años 40 y 50 de la posguerra, con más de 2,200 plantas manufactureras y fábricas que empleaban a más de 22,000 personas.

Luego llegó el éxodo de los cubanos que huían de la dictadura de Fidel Castro en la década de 1960 y se instalaron en Hialeah, atraídos por las abundantes oportunidades de trabajo y las viviendas a precios asequibles. En la década de 1980, los cubanos dominaban la población de Hialeah y se habían hecho con la mayoría de su gobierno, empresas e instituciones.

“Es una de las grandes ciudades de inmigrantes en Estados Unidos”, dijo George. “¿Quieres conseguir un empleo cuando llegues a Estados Unidos? Ve a Hialeah. Pienso en el lugar como una colmena, un lugar lleno de energía y actividad. Allí no hay descanso. Eso me parece fascinante de la ciudad”.

El ajetreo de Hialeah

El Hialeah hustle, como lo llaman algunos lugareños, está entretejido en el tejido de la ciudad. Elías Legra Jr., propietario de la firma Legra Realty, con sede en Hialeah, dijo que uno de los obstáculos para la compra de viviendas en la ciudad es conseguir la aprobación de un préstamo bancario, porque muchos residentes no presentan las declaraciones de impuestos tradicionales.

“Es la mentalidad cubana de ser tu propio jefe”, dijo Legra Jr. “Hay muchos camioneros que trabajan duro y ganan buen dinero. Mucha gente tiene empleos paralelos. El mercado de préstamos está sacando nuevos programas para los compradores autónomos que cumplen los requisitos en función de sus depósitos mensuales en su cuenta bancaria. El único inconveniente es que tienen que pagar un 10% de enganche. Los que compran una vivienda por primera vez están pagando entre un 3 y un 3.5% de pago inicial”.

Las cifras del Censo de Estados Unidos fijan el ingreso medio de los hogares de Hialeah en $43,327 a partir de 2019. Pero esa cifra no incluye a personas como María Luisa, de 59 años, una viuda cuyo marido murió por complicaciones debidas al COVID a principios de mayo.

Luisa, que paga $1,000 al mes por un apartamento de dos habitaciones que comparte con su madre y su hermana, gestiona un puesto móvil de frutas y verduras desde su furgoneta, instalándose en los bordes de las vialidades de la ciudad para vender naranjas, mangos y manzanas frescas a los transeúntes.

“Soy como un pájaro en el cielo”, dijo durante una parada del sábado al lado de la bulliciosa East Fourth Avenue. “Un día estoy aquí y otro día estoy en otro sitio. Llevo 30 años viviendo aquí y siempre he llegado a fin de mes. Hialeah es muy próspera. Aquí hay trabajo y gracias a Dios nadie se ha metido conmigo. Me mantengo haciendo esto porque si no salgo a trabajar, el techo se derrumba sobre mi cabeza”.

Luisa dijo que tuvo que luchar para pagar una parcela en el cementerio tras la muerte de su marido, porque no tenía ahorros para pagar los gastos del funeral.

“Estoy inconsolable”, dijo con voz vacilante. “Pero al menos aquí puedes ganarte la vida honradamente con el sudor de tu frente. Sentada en casa, no gano nada”.

Desarrollo y crecimiento

A pesar de la modestia económica de su población, varios promotores inmobiliarios están dando grandes pasos en Hialeah, confiando en que la zona está preparada para atraer y retener a su demografía más joven siempre que tengan nuevos lugares donde vivir. Actualmente están en construcción:

▪ Pura Vida Hialeah, un proyecto de uso mixto de $85 millones en el 3051 W. 16th Ave. compuesto por tres torres de ocho pisos que ofrecen 260 apartamentos con alquileres que oscilan entre los $1,400 y los $2,300 y otros 55,000 pies cuadrados de comercios, incluyendo una tienda de conveniencia Wawa y una gasolinera.

“La gente no quiere dejar Hialeah”, dijo Michael Wohl, socio de Coral Rock Development Group, que está desarrollando el proyecto. “Tienen un tremendo orgullo cívico y hemos ideado un plan que es único porque la mayoría de las comunidades de alquiler allí fueron construidas en los años 70 y 80 sin muchas comodidades”.

La parte residencial del proyecto, cuya finalización está prevista para principios de 2022, marcará el inicio de un resurgimiento de Hialeah, según los promotores.

“Hialeah es algo generacional”, dijo el socio de Coral Rock, Stephen Blumenthal. “Hay un grupo demográfico de mayor edad aquí y la ciudad ha sido percibida como un municipio antiguo y anquilosado. Pero está cobrando vida. Es un gran lugar para vivir y creo que formamos parte de la próxima generación.”

▪ Shoma Village, situado en 435 Hialeah Drive, aumentará el lujo en sus 304 unidades de alquiler, que van desde estudios a apartamentos de tres dormitorios. El proyecto, compuesto por dos edificios de ocho plantas construidos en el antiguo emplazamiento de un centro comercial, incluirá su propio salón de comidas. El prealquiler comienza en noviembre y la fecha prevista de finalización es febrero de 2022.

“Hialeah es una joya oculta y también lo son sus residentes”, dijo Stephanie Shojaee, vicepresidenta y directora de marketing de Shoma Group, con sede en Coral Gables, que también desarrolló el complejo de alquiler Sanctuary Doral. “Vimos una enorme demanda de una comunidad de alquiler de clase A. Muchos de los jóvenes profesionales de Hialeah se han trasladado a Miami Lakes y Doral en busca de una vivienda con comodidades. Estamos dando a los residentes de Hialeah lo que quieren”.

▪ Station 21 Lofts, situado al otro lado de la calle de la estación de Metrorail de Hialeah, en el 102 E. 21 St., ofrecerá 90 unidades de vivienda para trabajadores repartidas en un trío de edificios de tres plantas. Prestige Builders, con sede en Miami Lakes, también está desarrollando otros tres proyectos residenciales por la ciudad, ubicados en espacios anteriormente ocupados por almacenes y edificios industriales.

▪ Alture Westland, un edificio de alquiler de cuatro plantas y 251 unidades en el antiguo emplazamiento de un Ramada Inn en 1950 W. 49th Street, está previsto que esté terminado a finales de 2021. Según la promotora Estate Companies, con sede en Miami, los alquileres oscilarán entre $1,000 por un estudio de 340 pies cuadrados y $1,300 por un dormitorio de 600 pies cuadrados.

Escenario artístico y gastronómico

Otro signo del crecimiento de una ciudad: Un distrito artístico que se forma espontáneamente y alcanza una masa crítica sin planificación municipal. El Leah Arts District, una zona de cuatro manzanas en la East 11th Avenue entre las calles 13th y 17th, alberga estudios de artistas desplazados por los altos precios de Wynwood, murales callejeros y festivales al aire libre.

“No se puede crear una tendencia”, dijo Mandy Llanes, presidente y director general de la Hialeah Chamber of Commerce and Industries. “Una tendencia simplemente sucede. Hemos empezado a ayudar al distrito, pero va a llevar algún tiempo. Antes había fábricas, pero con el tiempo habrá vida nocturna. La fibra de Hialeah siempre ha estado ahí. Ahora el mundo exterior se está dando cuenta y estamos encantados de ver un resurgimiento. Somos como Brooklyn, un barrio que todo el mundo miraba con desprecio y ahora es lo más de moda en Nueva York”.

El Leah Arts District está anclado por Unbranded Brewery, una microcervecería de 30,000 pies cuadrados que organiza fiestas de fin de semana para sus nuevos lanzamientos y que abrió como restaurante en febrero de 2020.

Lance Aschliman, copropietario de la cervecería junto a Zach Swanson, dijo que sirve cerca de 25 cervezas propias y tiene distribución en todo el estado.

“El distrito estaba aquí antes que nosotros, pero definitivamente hemos visto aparecer más arte y hospitalidad”, dijo Aschliman. “Todavía tiene ese aire de la vieja escuela de Hialeah de tiendas de segunda mano y tiendas de metal. Pero hacemos música en vivo con regularidad y va a haber una exposición de coches el fin de semana del Memorial Day con 1,000 automóviles diferentes”.

También forma parte del distrito Kush by Stephens, el histórico restaurante antes conocido como Stephen’s Deli, fundado en 1954, cuando la población de los alrededores era mayoritariamente judía. Matt Kuscher, propietario de Kush Hospitality, compró el restaurante en 2017 para salvarlo de la extinción y lo reabrió un año después con gran parte de su menú original intacto, junto con adiciones más modernas.

El restaurante, cuyo sándwich Jewban había sido nombrado anteriormente como uno de los 25 mejores del mundo por Time Out, también ganó el premio a la mejor hamburguesa del país en el concurso Burger Bash del South Beach Food and Wine Festival de la noche del viernes.

“Cuando Kush abrió aquí, me hizo sentir aún más orgullosa de haber crecido en Hialeah”, dijo la personalidad de Power 96 Lucy López mientras conducía al restaurante para reunirse con amigos para almorzar. “No teníamos nada de esto cuando éramos niños. Teníamos que conducir hasta Coconut Grove o Kendall, donde no encajábamos.

“Había una percepción de que Hialeah era un lugar inculto y sin cultura”, dijo López. “Pero la gente de aquí sabe que la mejor fiesta del 4 de julio es en Milander Park y que el mejor Ross Dress for Less es el de West 49th Street. Hay toda una cuenta de Instagram sobre lo que la gente viste en Hialeah. La gente se burla de nosotros pero luego se viste como nosotros”.

Otro pilar de Hialeah, La Fresa Francesa, ha estado sirviendo cocina francesa de alta gama desde 2015 fuera de su ubicación en el centro comercial en 59 W Third Street. Sandy Sánchez, copropietaria del restaurante con el chef Ben Rablat, nació en Hialeah y regresó allí para abrir el restaurante después de pasar 13 años en Los Ángeles.

“No teníamos dinero, ni inversores”, dijo Sánchez. “Hialeah nos dio la oportunidad de abrir un negocio cuando no teníamos muchos recursos. Mucha gente no lo haría porque caería en el hechizo de ‘Hialeah apesta’. Pero habiendo crecido en Hialeah y apreciando su cultura, siempre deseé que hubiera algo más para comer que la comida cubana. Además, la cultura cubana y la francesa son muy parecidas, especialmente la comida. Y funcionó”.

Historias de una ciudad

El afecto por Hialeah de quienes viven o crecieron allí es tan fuerte que inspiró a Rick Pérez, de 43 años, a lanzar una cuenta de Instagram, @Hialeahlove1925, para compartir fotos, historia y relatos sobre su barrio. La cuenta tiene actualmente 20,000 seguidores, y cada publicación que hace –ya sea una oda a la tienda cubana de la vieja escuela La Tijera de Oro o la historia del hombre que decidió construir una espectacular mansión moderna de 6,000 pies cuadrados en el lugar de su antigua casa de dos dormitorios– atrae cientos de comentarios de seguidores a los que les gusta recordar y hablar de Hialeah.

“Para mí, Hialeah representa el sueño americano, en constante evolución”, dijo Pérez. “Me encanta cómo una nueva generación de chicos de Hialeah está reimaginando nuestra cultura. A diferencia de Wynwood, nuestro crecimiento es orgánico, más lento sin duda, pero más auténtico. El arte, la literatura e incluso los chefs creativos de vanguardia están marcando la diferencia. Pero esperemos que Hialeah no cambie demasiado rápido. Me gusta tal y como es ahora”.

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