El ícono del fútbol Diego Armando Maradona, que murió a los 60 años de un ataque cardíaco, fue inhumado con una ceremonia íntima en la noche del jueves en Argentina, luego de una multitudinaria despedida de hinchas y de personalidades del deporte y la política.
Sur Florida / reuters
La muerte de uno de los mejores y más carismáticos futbolistas de la historia, ocurrida miércoles en su casa de los suburbios de Buenos Aires, disparó hondas reacciones y homenajes en todo el mundo, incluyendo a mandatarios y al Papa Francisco.
Después de un masivo y desordenado velatorio en la casa de Gobierno, el cuerpo del ícono fue trasladado a un cementerio privado de Bella Vista, en los suburbios de Buenos Aires, en medio de miles de personas que, apostadas al lado de la ruta, saludaban el paso del cortejo.
En una breve ceremonia con unas pocas decenas de amigos y familiares como sus hijos y su exesposa -y sin acceso a la prensa-, Maradona fue enterrado junto a sus padres, según las tomas de algunos canales locales de televisión.
“Maradona es lo más grande que me pasó en la vida. Lo quiero tanto como a mi papá y es como que se murió mi viejo (padre)”, dijo con lágrimas en los ojos Cristian Montelli, un empleado de 22 años con un tatuaje de la cara de Maradona en una pierna, que esperaba para despedir al ídolo.
El emotivo velatorio concluyó abruptamente debido a los incidentes que se produjeron cuando una fila de aficionados de más de dos kilómetros en el centro de Buenos Aires buscaba despedir a Maradona antes de que lo llevaran a su lugar de entierro.
Las fuerzas policiales dispararon balas de goma y gases lacrimógenos a la multitud en algunas de las principales avenidas de la ciudad, mientras que la Casa Rosada se colmó de hinchas exaltados que llevaron a las autoridades a suspender el homenaje público por seguridad.
En Nápoles, una multitud de hinchas se reunió el jueves en el estadio del club Napoli para homenajear con ofrendas como camisetas y fotos a quien alcanzó el estatus de dios en la ciudad italiana, en la que brilló en la década de 1980 y mostró buena parte de su fútbol más sublime.
EMOCIÓN
El homenaje popular había comenzado el miércoles, cuando una muchedumbre colmó durante toda la noche la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, a la espera de darle su adiós a Maradona. Los estadios de fútbol encendieron sus luces a las 10 (el número que usaba Maradona) de la noche como tributo al “Pelusa”.
Cuando por la mañana se abrieron las puertas del palacio presidencial, ya había una larga cola esperando para ingresar a ver el féretro con los restos del astro, cubierto con una bandera de Argentina y una camiseta de la selección nacional con el número 10.
Familiares, futbolistas argentinos y excompañeros de la selección fueron algunos de los visitantes en medio de las restricciones por la pandemia de coronavirus, que impidieron el arribo de personalidades desde otros países.
Muchos simpatizantes esbozaron unas tímidas palabras de despedida, gritaron o arrojaron flores. Otros simplemente lloraron en silencio.
“No se olviden nunca que Maradona luchó por los humildes, que cuando la gente no tenía para comer, él le daba alegría cuando mucha gente sufría”, dijo a Reuters Norberto Parra, quien esperaba su turno para despedir al ídolo.
El histriónico y polémico jugador había alcanzado fama global tras el genial campeonato que jugó en México 1986, donde llevó a Argentina a su segundo título mundial con algunos de los goles más recordados de la historia de la Copa del Mundo.
“Diego” o “Pelusa”, como se lo conocía, tuvo una prolongada carrera que incluyó su paso por Argentinos Juniors, Boca Juniors, Barcelona de España y Napoli de Italia, entre otros clubes.
Además de la gloria deportiva, su vida estuvo marcada por excesos como su adicción a la cocaína y al alcohol, que afectaron tempranamente su salud.
Su familia original también estalló en medio de una vida turbulenta: el ídolo se vio obligado a reconocer como sus hijos a distintos niños tras sus aventuras amorosas.
El ícono, solo equiparable a otros símbolos argentinos como Juan Perón y su esposa Evita, arrastraba diversos problemas de salud por sus abusos y semanas atrás se le había practicado una cirugía craneal. En más de una oportunidad en las últimas décadas debió ser internado de urgencia para salvar su vida.