El candidato izquierdista Pedro Castillo acumulaba el lunes una ligera ventaja sobre su rival Keiko Fujimori en un balotaje presidencial que remeció los mercados de Perú.
SurFlorida / AP
Según los conteos de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), con el 96,3% de las boletas revisadas Castillo sumaba 50,28% y Fujimori 49,71%. La diferencia es de 95.646 sufragios.
Los centros de cómputo seguían recibiendo votos de remotas zonas rurales que fueron transportados incluso en botes y los que llegan en valija diplomática desde el extranjero.
“Nadie puede decir a estas alturas con seguridad quién va a ganar”, dijo a la radio local RPP Fernando Tuesta, politólogo de la Pontificia Universidad Católica de Perú y exjefe de la ONPE.
En una conferencia de prensa, Fujimori se quejó de que halló “indicios de fraude en la mesa, que para nosotros es considerado inaceptable”, y que durante los comicios ocurrieron “una serie de irregularidades” realizadas por personal de su rival, aunque no presentó pruebas.
La candidata añadió que faltaba contar votos del extranjero favorables a su candidatura de derecha. “Confiamos que con el recuento de estas actas la votación se va a emparejar”, señaló.
Por su parte, la misión de observación electoral de la OEA que visitó Perú solicitó en Twitter que “las eventuales inconformidades se diriman por las vías legales a su alcance”.
Por la noche Castillo pidió a cientos de seguidores que mantengan “la más amplia cordura”. Sin mencionar a Fujimori, declaró desde un balcón en un local de su partido Perú Libre que iba a ser “el primero” en vigilar que se respete la “voluntad del pueblo peruano” en las urnas.
La bolsa de valores de Lima registró descensos mayores a 7% y, cumpliendo su reglamento, cerró sus operaciones por 20 minutos para luego reabrirlas. El tipo de cambio del dólar también alcanzó un máximo histórico de 3,95 nuevos soles por dólar en el mercado interbancario.
Para calmar la incertidumbre financiera el partido de Castillo emitió un comunicado en el que indicó que, en caso de que lleguen al gobierno, respetarán “la autonomía del Banco Central de Reserva, que ha realizado una buena labor manteniendo la inflación baja durante más de dos décadas”.
En el comunicado también se indicó que en el plan de gobierno no se consideran “estatizaciones, expropiaciones, confiscaciones de ahorros, controles de cambios, controles de precios o prohibición de importaciones”.
El mapa parcial de los votos en Perú mostraba un país partido en dos. Castillo dominó de forma abrumadora en las empobrecidas zonas rurales de los Andes y gran parte de la Amazonía. Por su parte, Fujimori fue la candidata de la élite empresarial, dominó la capital al llevarse casi un tercio de la población, y otras ciudades de la costa del Pacífico.
Las ciudades más golpeadas por el terrorismo de Sendero Luminoso durante la guerra interna de 1980 a 2000, la cual dejó casi 70.000 muertos, votaron por Castillo. Fue un resultado adverso para Fujimori, que durante la campaña acusó al profesor de tener nexos con el grupo criminal, pero no presentó pruebas.
Las zonas donde mineras de capitales internacionales buscan expandir proyectos extractivos también votaron casi en su totalidad por el izquierdista. En el distrito más pobre del país, Uchuraccay, el profesor acaparó el 87% de los votos, mientras que en el distrito más rico, San Isidro, Fujimori se impuso por 88%.
Tras concluir los comicios el domingo, la televisora América reveló un conteo rápido de la firma Ipsos Perú que arrojó un empate técnico entre Castillo (50,2%) y Fujimori (49,8%). El margen de error era de un punto porcentual.
El domingo por la noche, Fujimori pidió a sus seguidores mantener la prudencia debido a que “el margen es tan pequeño”, mientras que Castillo exigió “el escaneo y la revisión de todas las actas para transparentar y garantizar la verdadera voluntad popular del pueblo peruano”.
El ganador de los comicios gobernará por cinco años a partir del 28 de julio.
Ambos candidatos prometen vacunar contra el COVID-19 hasta fines de diciembre. También se oponen al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo. Las diferencias ideológicas entre los dos radican principalmente en el modelo económico y en el manejo de los efectos devastadores de la pandemia.
Perú ha registrado buenos datos macroeconómicos en 20 años, pero padece una informalidad laboral mayor al 70% y deficientes servicios públicos de salud y educación.
El país lleva casi tres décadas de gobiernos favorables al libre mercado sin intervención estatal en el sector empresarial debido a la constitución escrita en 1993 bajo el gobierno del padre de la candidata Fujimori, el ahora encarcelado expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), quien cumple condenas por corrupción y por el asesinato de 25 peruanos durante su gestión.
Keiko Fujimori busca mantener el mismo sistema. Castillo anhela reescribir la constitución para modificar el sistema económico.
El coronavirus arrojó a 10 millones de personas a la pobreza que viven con menos de tres dólares al día, decenas de miles de negocios quebraron y hay más de 186.000 muertos, cifra que casi triplica las víctimas del conflicto armado con Sendero Luminoso.
Castillo ofrece, de forma adicional, renegociar los contratos con las multinacionales que extraen minerales, gas y petróleo para que el Estado pueda obtener más ingresos. También asegura que cobrará deudas al fisco de poderosos grupos empresariales que suman más de 2.400 millones de dólares.
“Los millonarios no lo ven como su candidato, como usa sombrero. La gente pobre le ha votado porque promete cambios”, dijo Marcelina Quispe, de 56 años, una vendedora ambulante de dulces que caminaba por una calle de la zona financiera de la capital.
Fujimori, para quien la fiscalía ha pedido 30 años de cárcel por presunto lavado de dinero, cuenta con el apoyo de la clase alta, así como de políticos de otros países, entre ellos el opositor venezolano Leopoldo López, el expresidente colombiano Andrés Pastrana y el expresidente boliviano Jorge Quiroga.
Por su parte, el profesor izquierdista tiene el respaldo del expresidente boliviano Evo Morales y de José Mujica, exmandatario de Uruguay.