Estados Unidos donó el jueves su vacuna 200 millones contra el COVID-19 para ayudar a proteger al resto del mundo de la pandemia, anunció la Casa Blanca. El objetivo del gobierno de Joe Biden es liderar la campaña global de vacunación mientras, a nivel nacional, impulsa la administración de las dosis de refuerzo, lo que según los críticos desvía los recursos de quienes más los necesitan.
Sur Florida / AP
Las dosis donadas incluyen más de 120 millones de excedentes de la reserva de vacunas estadounidense, además de las primeras entregas de los 1.000 millones de dosis que el gobierno compró a Pfizer para distribuirlas por todo el mundo antes de septiembre de 2022. Más de 100 países y territorios han recibido ya los fármacos enviados por Estados Unidos, que sigue siendo el mayor donante de vacunas del mundo.
“Estos 200 millones de dosis de vacunas contra el COVID-19 han ayudado a llevar salud y esperanza a millones de personas, pero nuestro trabajo está lejos de terminar”, dijo la administradora de la Agencia para el Desarrollo Internacional, Samantha Power, en un comunicado. “Para acabar con la pandemia y evitar la aparición de nuevas variantes, así como futuros brotes dentro de las fronteras de nuestro país, debemos seguir haciendo nuestra parte para ayudar a vacunar al mundo”.
Aunque los grupos de ayuda han elogiado a Washington por liderar las donaciones mundiales, también criticaron la aprobación de las dosis de refuerzo en el país mientras que muchos en naciones de bajos ingresos carecen de protección alguna. La Administración de Medicamentos y Alimentos aprobó las dosis extra de Moderna y Johnson & Johnson el miércoles, tras dar luz verde a la de Pfizer-BioNTech el mes pasado.
“La realidad es que cuántos más países ricos utilicen dosis de refuerzo, más lejos estaremos del final de la pandemia”, afirmó Tom Hart, director general interino de One Campaign. “Aunque algunos argumentan que pueden administrar los refuerzos y vacunar al mundo, la realidad es que los refuerzos desvían el suministro de un sector de necesidad urgente: administrar las primeras dosis en todo el mundo”.
A pesar de que la mitad del planeta está vacunado, existe una enorme disparidad geográficas y de riqueza. La mayoría de las vacunas se han puesto en países de ingresos altos y medios.