El presidente Miguel Díaz-Canel y dirigentes cubanos encabezaron el sábado manifestaciones de decenas de miles personas en apoyo a la revolución en muchas localidades del país, como una forma de mostrar adhesión de la población al gobierno, sacudido esta semana por las protestas más importantes en seis décadas.
Sur Florida / apnews
En el mismo Malecón capitalino que el domingo fue tomado por ciudadanos con reclamos que iban desde el fin de desabasto o los cortes de luz a un cambio de modelo en la isla, Díaz-Canel y el líder Raúl Castro reafirmaron que el socialismo de la isla no cederá a las presiones.
“No es por capricho que nos reunimos esta mañana… los hemos convocado para denunciar el bloqueo, la agresión y el terror”, expresó Díaz-Canel frente a una multitud congregada desde el amanecer con banderas cubanas, las rojinegras del movimiento 26 de Julio —la fecha de la toma del Cuartel Moncada y considerada el inicio de la revolución— y las del Partido Comunista de Cuba. “El enemigo ha vuelto a lanzarse con todo para destruir la sagrada unidad y la tranquilidad ciudadana”.
El discurso de Díaz-Canel —más encendido que su aplomada intervención del miércoles pasado en cadena nacional— insistió en que las marchas antigubernamentales fueron artificialmente fogueadas mediante una campaña de grupos anticastristas de La Florida con el aval de Estados Unidos y que no representan a los intereses del pueblo.
También subrayó el papel de las sanciones de Estados Unidos en la peor crisis en décadas en la isla, cuyas finanzas se vieron además casi paralizadas por la pandemia de coronavirus.
“Que viva Cuba soberana, independiente y socialista”, exclamó el mandatario al finalizar su discurso. Díaz-Canel, primer secretario del Partido Comunista, terminó su alocución sin pronunciar el histórico lema de la “Patria o Muerte”, que su predecesor Fidel Castro hizo famoso y que sus oponentes han transformado en “Patria y Vida”.
Aunque menos numerosas que las convocadas por el gobierno y las organizaciones gubernamentales el sábado, las manifestaciones antigubernamentales sorprendieron el domingo pasado por su número —unos miles— y por haberse extendido a varias localidades del país. Las protestas, que comenzaron pacíficas, terminaron en violencia, vandalismo, rotura de cristales y hasta el apedreamiento de infraestructura civil, como hospitales.
“Cuando las personas de mentes débiles se dejan influenciar pasan estas cosas como las del domingo pasado. Entonces estamos aquí para demostrar que esa no es la juventud cubana”, dijo a la AP Talía Linares, una estudiante de 19 años que asistió al mitin de apoyo al gobierno.
En la última parte de la semana a partir del miércoles, poco a poco las ciudades cubanas retomaron sus rutinas, en especial La Habana. El tráfico mejoró y se vio menos policía en las calles. El servicio de internet volvió intermitentemente o con páginas filtradas.
Las autoridades afirmaron que delincuentes con antecedentes penales aprovecharon para realizar saqueos, pero grupos opositores en redes sociales y periodistas independientes acusaron al gobierno de detener a activistas. Se desconoce cuántas personas están en custodia policial. Un hombre falleció en la capital durante enfrentamientos con uniformados el lunes.
La vicepresidente de Venezuela Delcy Rodríguez, quien llegó el viernes, expresó a Díaz-Canel su solidaridad frente a lo que calificó de una “campaña político-comunicacional contra Cuba y el recrudecimiento del bloqueo impuesto por Estados Unidos”, informó el portal Cubadebate.
Venezuela es el primer socio comercial de Cuba y un estrecho aliado ideológico. Caracas vende petróleo en condiciones de privilegio a la isla, que le aporta profesionales para sus programas sociales.
Cuba atraviesa una de las peores crisis económicas, producida tanto por la pandemia que paralizó la economía —por ejemplo, el vital sector del turismo— como por las sanciones estadounidenses, agravadas en los últimos años.