Los contratos para compra de viviendas usadas en Estados Unidos cayeron por segundo mes consecutivo en octubre, ya que una aguda escasez de propiedades hizo subir los precios, pero el mercado sigue siendo apoyado por tasas hipotecarias en mínimos históricos.
Sur Florida / Reuters
Otros datos del lunes mostraron que la actividad en las fábricas del Medio Oeste y Texas se ha ralentizado este mes, probablemente debido a que el rebrote de nuevas infecciones de COVID-19 frenó los nuevos pedidos e interrumpió la producción.
Los informes apoyan las expectativas de una fuerte desaceleración del crecimiento económico en el cuarto trimestre debido a la virulenta pandemia y al agotamiento del estímulo fiscal.
“Se están acumulando nubes de tormenta”, dijo George Ratiu, economista senior de realtor.com. “Este invierno (boreal) podría suponer un reto inusual para mucha gente en todo el país, a menos que el Congreso tome medidas significativas”.
La Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios dijo que su Índice de Casas Pendientes de Venta, basado en los contratos firmados el mes pasado, disminuyó un 1,1% a 128,9. Los economistas encuestados por Reuters habían pronosticado que los contratos, que se convierten en ventas después de un mes o dos, repuntarían un 1,0% en octubre.
Comparado con un año atrás, las viviendas pendientes de venta subieron un 20,2% en octubre. El descenso mensual de los contratos sugiere una desaceleración de las ventas de viviendas existentes, después de que se aceleraron en octubre a un máximo desde noviembre de 2005.
El mercado de la vivienda está siendo impulsado por bajas tasas hipotecarias sin precedentes. La pandemia de COVID-19, que ha provocado que al menos el 21% de la fuerza laboral trabaje desde casa, ha llevado a una migración desde los centros de las ciudades a los suburbios y otras áreas de baja densidad, porque los estadounidenses buscan alojamiento más espacioso para las oficinas y escuelas en casa.
La recesión por coronavirus, que comenzó en febrero, ha afectado de manera desproporcionada a los trabajadores con salarios más bajos. Por lo menos 20 millones de personas están recibiendo beneficios por desempleo.
Estados Unidos se encuentra en una nueva ola de infecciones por COVID-19, con más de 4 millones de nuevos casos y más de 35.000 muertes relacionadas con el coronavirus reportadas en lo que va de noviembre, según un recuento de Reuters.
El resurgimiento está ocurriendo en un momento en el que más de 3 billones de dólares en ayuda del gobierno para el coronavirus han caducado. El estímulo fiscal ayudó a millones de estadounidenses desempleados a cubrir los gastos diarios y las empresas a mantener a los trabajadores en sus nóminas, lo que llevó a un crecimiento económico récord en el tercer trimestre.
Un segundo informe del lunes mostró que el Barómetro de Negocios de Chicago cayó a una lectura de 58,2 en noviembre desde 61,1 en octubre. Una lectura por encima de 50 indica expansión de la actividad de las fábricas en el área. La medida de nuevos pedidos de la encuesta cayó por primera vez desde mayo, cuando comenzó la recuperación de la pandemia.
La moderación en la actividad de las fábricas fue corroborada por otro sondeo de la Reserva Federal de Dallas que mostró que su índice de producción, una medida clave de las condiciones de manufacturas del estado de Texas, cayó a un 7,2 este mes desde 25,5 en octubre. Las fábricas de la región informaron de una importante desaceleración de los nuevos pedidos y fueron menos optimistas sobre el panorama.
Las encuestas, junto con los informes de principios de este mes que muestran un enfriamiento de la actividad en las fábricas de Nueva York y la región del Atlántico medio, sugieren que la fabricación nacional se moderó en noviembre después de acelerarse en octubre.
El Instituto de Gerencia y Abastecimiento tiene previsto publicar su encuesta de noviembre el martes. Según un sondeo de Reuters a economistas, el índice nacional de manufactura ISM probablemente cayó a una lectura de 58,0 desde 59,3 en octubre.