5 de noviembre de 2024 8:44 PM

Conoce el origen Nochevieja y las celebraciones de Año Nuevo

Nació mortal y terminó como dios. Había nacido en Tesalia, una antigua región de Grecia. Fundó la ciudad de Janícula, acogió a Saturno, quien había sido desterrado por Júpiter. En recompensa, Saturno le otorgó el don de conocer el pasado y el futuro. Se llamaba Jano o Janus, y desde los tiempos del imperio romano, enero estuvo dedicado a él.

surflorida/Por Adrián Pignatelli Infobae

Por esos dotes de clarividencia que le habían otorgado, en la mitología quedó como la divinidad que miraba hacia atrás pero también hacia adelante. De ahí que su rostro se lo representa doble: uno anciano, con barba y otro joven. Gracias a sus dotes, se lo designó para que diera inicio al nuevo año.

Claro que no siempre la nochevieja se celebró el 31 de diciembre.

Dos mil años antes de Cristo, para las civilizaciones que poblaban la Mesopotamia, el nuevo año comenzaba en marzo y aún en abril, con las nuevas cosechas. El inicio de la primavera daba lugar a la fiesta llamada Akitu, que duraba días, cuya finalidad era la de renovarse espiritualmente.

Y algo más.

También se pedían por cosechas abundantes, por fecundidad y por prosperidad a través de banquetes que abrían la puerta a todo tipo de excesos, sin importar la condición social.

Dos años antes de ser asesinado Julio César realizó su más perdurable reforma: la del calendario romano. Para ello contó con el asesoramiento del astrónomo Sosígenes de Alejandría: reemplazó el calendario lunar por el solar de 365 días y un cuarto. El nuevo calendario, implementado a partir del 1 de enero del 45 Antes de Cristo, mantuvo su vigencia hasta 1582, cuando fue mejorado por el papa Gregorio XIII.

Entonces, en los tiempos del imperio romano, se reunían familiares y amigos en comidas donde abundaban la miel, los dátiles, pasas, pasteles e higos para darle la bienvenida al nuevo año de la forma más dulce posible.

Las doce uvas de la suerte y otras tradiciones

Los siglos pasaron y cuenta la tradición que en el año 1909 los productores de uva de Alicante no sabían qué hacer con el excedente de la cosecha. A alguien se le habría ocurrido venderlas como “las uvas de la suerte” y fue ahí cuando se popularizó la costumbre de comer doce uvas con cada una de las campanadas, donde cada una de ellas simbolizaba un mes del nuevo año.

Las costumbres varían. En algunos países se comen lentejas para atraer la abundancia. También posee un significado el color de la ropa interior. Si se viste con algo rojo es para atraer el amor -besarse a las 0 horas también tendría el mismo efecto- si es amarillo se busca tener dinero y si es verde, se espera buena salud.

Estaban los que salían a correr con valijas, como un deseo de tener un año con muchos viajes. Otros procuran arrojar por la ventana hacia la calle agua, representando que se desechan las malas ondas del año que se va; también romper platos, o procurar a la medianoche tener dinero en los bolsillos y en los zapatos para asegurarse prosperidad.

Desde la década del 50, en la ciudad de La Plata, Berisso y Ensenada se adoptó la costumbre, como en otros países, la de quemar muñecos, en los primeros minutos del año que comienza. Para esta ocasión, arderán representaciones que simbolizan al coronavirus, a Mafalda, a Maradona y a Sabella, entre otros.

Habría que preguntarle a Janus, que conoce el futuro, el dios que sabe lo que viene, qué nos deparará el 2021. Supersticiones aparte.

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