16 de mayo de 2024 1:10 PM

Con poca participación, Cuba celebró el Viernes Santo

Tras más de cinco décadas trabajando durante el Viernes Santo, los cubanos tuvieron un feriado para poder acudir a los templos. Sin embargo, en la misa de la catedral había menos de 200 personas y la procesión del Vía Crucis no alcanzó a llenar una cuadra de fieles.

Tampoco pareció haber tenido mucha acogida que la misa del “Sermón de las siete palabras” fuera trasmitida por la televisión oficial cubana, aunque es difícil saber con exactitud cuántas personas siguieron la ceremonia en sus viviendas.

En un recorrido por una docena de casas, sólo una familia estaba viendo la ceremonia religiosa oficiada por el cardenal Jaime Ortega.

Algunos creyentes de otras religiones protestaron en internet por “el favoritismo por una divinidad particular, de parte de un gobierno que se considera a sí mismo laico, y que rige sobre un pueblo que mayoritariamente tiene una religiosidad mucho más compleja”.

El físico nuclear cubano Rogelio Díaz Moreno afirmó en su blog que “por muchos Papas que vengan, no van a cambiar el hecho de que el sincretismo religioso campea en Cuba y que los Orishas (dioses africanos), esos sí, son más populares que Cristo”.

Pero no todas las opiniones sobre el Viernes Santo fueron negativas.

Algunos describieron el día como una señal de que Cuba se está abriendo al mundo, y otros señalaron que es una muestra de una renovación religiosa en el país.

La celebración del Viernes Santo se llevó a cabo luego de que el gobierno de la isla decretó el festivo con “carácter excepcional”, tras la reciente visita del papa Benedicto XVI.

Tras el triunfo de la revolución y hasta 1992, Cuba fue un país oficialmente ateo.

Después de la visita del papa Juan Pablo II a la isla, el gobierno declaró feriado el día de Navidad.

¿A la iglesia o a la playa?

Catedral de la HabanaLa Catedral de La Habana no se llenó durante la misa oficiada por el cardenal Jaime Ortega.

Ante una catedral semivacía, el jefe de la Iglesia Católica cubana llamó a sus compatriotas a la reconciliación.

“Sin perdón no puede haber relaciones interpersonales sanas, ni vida social, ni reconciliación entre grupos humanos ni pueblos entre sí”, dijo.

En su sermón, el cardenal Jaime Ortega insistió en el discurso evangelizador de Benedicto XVI, exponiendo la “necesidad de la fe” entre los seres humanos para abandonar el ateísmo, que “significa soledad” pero que fue política oficial durante décadas en Cuba.

Fuera de la catedral, los “camiones remotos” de la televisión cubana trasmitían sus palabras en directo para todo el país.

Sin embargo, en un recorrido por La Habana vieja comprobamos que en pocas casas estaban viendo la misa.

Roberto Veiga, director de la revista católica Espacio Laical, le explicó a BBC Mundo que “hay ceremonias en otras iglesias, por ahora no se puede saber cuánta gente acudió”.

Ni siquiera quiso aventurar la cifra de creyentes que había en la catedral durante la misa.

Antonia Lugo es una “católica desde siempre”, que encontramos caminado tras la imagen de Jesús por las calles de La Habana vieja.

Dice que “hay menos gente que otros años, parece que muchos fieles aprovecharon el feriado y se fueron a la playa”.

Si bien se estima que menos del 10% de los cubanos son católicos practicantes, es importante notar que la Iglesia Católica es considerada la institución más importante en la isla después del gobierno.

Procesión de católicos, disidentes y comunistas

Gladys Giz de Cárdenas y su nieta vieron la misa por televisión.

La procesión del Vía Crucis salió de la catedral de La Habana con una banda municipal al frente y el obispo Juan de Dios Hernández guiando a los fieles, cuyo número no llegaba a llenar una de las estrechas cuadras del casco antiguo de la ciudad.

Tras las primeras filas de creyentes venía un grupo de las Damas de Blanco, esposas de los presos liberados el pasado año, gracias a la gestión de la Iglesia Católica.
Durante la visita del Papa, ellas solicitaron reunirse con él, pero este rechazó la invitación.

Su portavoz, Berta Soler, declaró que decretar feriado el Viernes Santo “es una migaja que el Gobierno cubano le da a la Iglesia Católica que reclama un espacio en la televisión, la radio y los medios educacionales que no le darán”.

Inmediatamente después de ellas venía la fuerza de choque, formada por un grupo de ancianos “dispuestos a defender con la vida la revolución de muchos malintencionados que han cogido esta procesión para hacer daño”, explicó Mariana González.

Así, con las calles más tranquilas que de costumbre, concluyó el primer Viernes Santo en Cuba en cinco décadas. (BBC Mundo)

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