23 de diciembre de 2024 9:18 AM

Celebran fiesta de quinceañera a joven sin hogar en Miami

Al ingresar a su fiesta mágica de quinceañera del brazo de su padre, con su tiara resplandeciente y su vestido fucsia parisino con pliegues que hacían juego con la torta, Adriana Palma observó a los presentes.

SurFlorida / AP vía Diario Las Américas 

La quinceañera no conocía a la mayoría. Pero pronto pasarían a ser parte de su familia. Sin ellos, jamás hubiera podido festejar sus 15 años como corresponde.

Había una ausencia notable, la de la abuela de Adriana, quien según la costumbre debió haberle transmitido sabiduría, acompañada de un regalo especial. La abuela está en México.

“No te preocupes”, le dijo una voluntaria del albergue para indigentes antes de la fiesta. “Hoy, todos somos tu madrina”.

Adriana se vino a Estados Unidos desde México a principios del 2020, lista para iniciar una nueva vida en Miami con sus padres y sus tres hermanos menores. Pero cuando llegó la pandemia del coronavirus, su padre se quedó sin trabajo.

Solos y sin dinero, la familia se pasó cuatro meses viviendo en su camioneta. Adriana y sus hermanos, hambrientos y hablando poco inglés, hacían sus tareas escolares cuando encontraban alguna señal de wifi.

El programa Miami Rescue Mission fue inundado de pedidos de vivienda al estallar la pandemia, pero en junio encontró un pequeño departamento para los Palma. La familia se adaptó poco a poco a una nueva rutina.

Se acercaban los 15 de Adriana, un día con el que soñó desde pequeña. La fiesta de quinceañera es un ritual tradicional en México, celebrado casi con el mismo fervor que una boda. Pero cuando su padre se quedó sin trabajo, Adriana perdió toda esperanza de tener una gran fiesta.

Itzel Palma trató de consolar a su hija.

“Lo pasaremos en familia”, le dijo. “Ese será mi regalo”.

Lian Navarro, enlace con la comunidad de la Miami Rescue Mission, le pregunta todos los meses al personal qué niños cumplen años en el albergue. Las 60 “cover girls” voluntarias con que cuenta llevan cupcakes, globos y algunos juguetes para que los niños no se sientan mal.

Cuando Navarro, quien es de origen cubano, se enteró de que Adriana cumplía 15, supo de la importancia de la ocasión. Y se propuso organizarle una fiesta de quinceañera.

Elle Montero y Tadia Silva, agentes de bienes raíces que colaboran desde hace tiempo con el programa, están acostumbradas a organizar eventos con escasos recursos. Pero al observar el salón de la iglesia donde tendría lugar la celebración, vieron que no había nada, solo unas pocas mesas y un árbol. Y pensaron: Imposible hacer algo aquí.

Acto seguido empezaron a planificar su misión imposible.

Se habían propuesto usar un tema parisino, algo femenino y floral. Silva recordó que tenía guardados unos baúles viejos con hebillas cobrizas. Encontraron pequeñas torres Eiffel doradas, colocaron cupcakes en delicadas tazas de té con motivos florales, llenaron elegantes jarras con mostachones de tonos pastel y magdalenas, y pusieron arreglos florales en los centros de las mesas.

Casi 50 cover girls se sumaron a la iniciativa. Algunas donaron dinero, otras comida o servicios. Una maquilladora le dio a Adriana su primera lección de maquillaje, un peluquero le hizo un peinado con rulos y un fotógrafo profesional se pasó tres horas tomando fotos del evento.

“Queríamos que tuviese un buen recuerdo. Tienen que creer que son dignas de esto porque lo son”, expresó Silva. “Algunas personas no sobresalen porque creen que no pueden hacerlo, fueron condicionadas para pensar así, que ese es su destino, pero poco a poco salen adelante”.

Las cover girls llenaron la mesa de Adriana de todo lo que ella quería: Pulseras y carteras, pijamas y tarjetas para regalos, sonriendo como tías orgullosas mientras ella abría sus regalos.

Adriana bailó con su padre al compás de “Photograph”, de Ed Sheeran, mientras sus nuevas madrinas lagrimeaban de emoción.

Hacia el final de la fiesta, Adriana entregó notas escritas a mano a cada participante. Con su inglés defectuoso, agradeció a las madrinas por esa noche mágica.

“Me sentí una princesa”, les dijo

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