22 de noviembre de 2024 6:53 PM

Bolivia celebra su independencia y busca la democracia

 Este 6 de agosto, Bolivia conmemora 195 años de independencia en circunstancias muy singulares debido a la pandemia del coronavirus y en medio de un periodo de transición hacia la democracia, luego de la crisis que dejó el dimitente dictador Evo Morales.

Sur Florida/Diario Las Américas

La emancipación de Bolivia del dominio español no se produjo de un día para otro. En efecto, fue un proceso que duró más de 15 años, con muchas batallas y miles de muertes.

La lucha por alcanzar la independencia comenzó a nivel local, pero luego se sumaron Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, dos personalidades fundamentales para alinear una causa que estaba en ciernes.

Según la historia, las batallas de Junín y de Ayacucho, al mando de Bolívar contra los jefes españoles, constituyen los pasos previos a la Independencia de Bolivia. Además, fue fundamental el Congreso Constituyente de la Nación, que tuvo lugar el 9 de febrero de 1825.

El Congreso convocado por el mariscal Sucre decidiría el destino de la República, que mostraba tres opciones posibles: seguir unidos a Buenos Aires, mantener la adhesión al Perú o independizarse de manera absoluta del Alto Perú, no sólo con relación a España, sino también con referencia a las Provincias Unidas del Río de la Plata y al Perú.

Meses más tarde de aquella asamblea de febrero, el 9 de julio de 1825 se volvió a convocar a la Asamblea Deliberante en Chuquisaca y al concluirse quedó determinada la independencia de Bolivia del Alto Perú.

El presidente de la Asamblea, José Mariano Serrano, redactó el Acta de la Independencia que tiene como fecha el 6 de agosto de 1825 en honor a la Batalla de Junín, uno de los últimos enfrentamientos que sostuvieron los ejércitos realistas e independentistas en el proceso de la independencia del Perú, ganada por Bolívar.

Bolivia hoy

A raíz de la pandemia, los festejos por la independencia de Bolivia este 2020 han sido en espacios cerrados, bajo la dirección de la presidencia interina de Jeanine Áñez, quien lidera el proceso para que ese país recupere su condición democrática tras la renuncia del gobernante Evo Morales, quien llevó las riendas de la nación por la línea del llamado socialismo del siglo XXI con influencia castrochavista durante 13 años.

Bolivia tiene desde el 12 de noviembre de 2019 un gobierno transitorio presidido por Áñez debido a la renuncia de Morales, que se dio tras semanas de protestas en su contra como resultado del fraude descubierto por la OEA en las elecciones presidenciales del año pasado que lo daban como ganador.

La crisis política que vive Bolivia desde entonces vino a agudizarse por una crisis sanitaria exacerbada por las altas cifras de contagio de coronavirus.

Debido a la pandemia, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) determinó aplazar por segunda vez las elecciones presidenciales, que ya no serán el 6 de septiembre, sino el 18 de octubre.

Pero lo que ocurre en el país andino va más allá de las imágenes difundidas por los medios y redes sociales de ataúdes en las calles, y tiene su origen en un deficiente sistema de salud, heredado de la gestión de Morales.

Según el Gobierno, Bolivia no tiene suficientes camas, ni médicos que puedan reemplazar a otros contagiados. Tampoco hay funerarias y cementerios suficientes para poder enterrar a las víctimas del virus, lo que muestra un escenario desolador.

Sin embargo, los bolivianos de espíritu democrático siguen anhelando el regreso de la institucionalidad al país.

Por tanto, cifran sus esperanzas en los comicios de octubre para escoger a un nuevo presidente que conduzca a ese país por un camino distinto al que delineó el régimen encarnado en Morales.

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