El chofer de taxi Gary Nerden tiene colegas conocidos que sufrieron serios contagios del COVID-19. Y sabe que la parte oriental de Londres donde vive y trabaja tiene una de las tasas de infeccióno más altas de Inglaterra. Pero no puede darse el lujo de dejar de trabajar y sigue recogiendo pasajeros hasta 12 horas diarias, cruzando los dedos para que una delgada capa de plástico prevenga contagios.
Sur Florisa / apnews
“Hay gente que me dice que no usa tapabocas porque están exentos”, expresó Nerden, de 57 años. “Tengo dabetes y debo cuidarme. Limpio las agarraderas de las puertas y los cinturones de seguridad cuando se bajan los pasajeros. Es todo lo que puedo hacer”.
Nerden y su esposa, una empleada administrativa de un hospital, viven en Redbridge, barrio de las afueras de Londres, que a mediados de enero tenía la segunda tasa de infecciones más alta del coronavirus: 1.571 casos por cada 100.000 habitantes. Las autoridades sanitarias calculan que en determinado momento una de cada 15 personas se había infectado con el COVID-19, a pesar de que el gobierno había dispuesto la tercera ronda de confinamientos para contener una variante del virus más contagiosa.
Redbridge y sus alrededores se encuentran entre el sector noreste de la capital y el condado costero de Essex, una zona conocida como el “Triángulo del COVID” por sus tasas de infección, que en las últimas semanas fueron las más altas de Inglaterra. Si bien las tasas bajaron bastante, las autoridades dicen que la situación sigue siendo crítica y que el sector se mantiene “en el ojo de la tormenta”.
Señalan que en la zona viven una gran cantidad de trabajadores esenciales, abunda la pobreza y mucha gente comparte vivienda, lo que contribuye a que el virus se propague mucho más fácilmente que en otras partes del Reino Unido.
“Tenemos muchos trabajadores comprometidos con la batalla contra el virus: Conductores de taxis, empleados del servicio sanitario nacional, los conductores de los trenes que van al centro de la ciudad, personal de limpieza…”, expresó el presidente del concejo municipal de Redbridge Jas Athwal.
“La gente corre el riesgo. Tengo que elegir entre alimentar a mis hijos o exponerme al COVID. Y por supuesto alimentamos a los hijos”, agregó. “Todo esto contribuye al exceso de infecciones, de muertes. La gente tiene que salir a trabajar”.
Muchos de los trabajadores de bajos ingresos que se exponen al virus son de grupos étnicos minoritarios, los más vulnerables y al mismo tiempo de los que más se resisten a ser vacunados. La población de Redbridge es de las más diversas de la nación, con grandes comunidades de indios, paquistaníes y bangladesíes. Menos del 40% de sus residentes se identifican como británicos de raza blanca.
Numerosos estudios indican que la pandemia registra una cantidad desproporcionada de contagios graves y muertes entre las minorías étnicas y los sectores más pobres. El sistema sanitario británico dijo que la tasa de muertes entre los bangladesíes era dos veces la de los británicos blancos. La población de raza negra y otros grupos asiáticos corren de un 10% a un 15% más riesgos.
Los expertos dicen que esto se debe a una cantidad de factores, como el hecho de que las minorías tienden a vivir mucha gente bajo un mismo techo y a usar la red de transporte público, mal ventilado, para ir a trabajar. También son más proclives a sufrir problemas de salud graves, que los hacen más vulnerables.
Khayer Chowdhury, concejal de Redbridge de ascendencia bangladesí, dijo que en muchos hogares asiáticos vive demasiada gente en una casa, aumentando las posibilidades de contagio.
“Nuestra diversidad hace que seamos algo único, pero también nos hace más vulnerables”, manifestó.
Gran Bretaña ha sufrido más de 100.000 muertes por el coronavirus, la cifra más alta de Europa.
“En nuestra comunidad todo el mundo conce a alguien que falleció”, dijo Athwal.
Las autoridades, por otro lado, dicen que cada vez más gente desconoce las restricciones, en parte porque está cansada de los encierros.
Pero el problema más grande es el de la vacunación. Varios estudios indican que los sectores minoritarios no son vacunados tanto como el resto de la población. Algunos investigadores dicen que esto se debe a la tradicional desconfianza de estos sectores en las autoridades y a la poca atención que prestan a los anuncios médicos, a lo que se suman comentarios contra las vacunas en las redes sociales.
Salman Khan y su esposa dicen que no están seguros acerca de le efectividad de la vacuna y que no saben “si el gobierno y los medios de prensa dicen la verdad”.
“La gente cree cualquier cosa, como que esto afecta la fertilidad”, dice el médico local Anil Mehta. “Dudan mucho. No saben si la quieren, si confían en nosotros. Esa es la batalla que libramos en estos momentos”.