Los argentinos votaron el domingo en unas elecciones legislativas en las que el oficialismo se expone a perder el control del Congreso, lo que condicionaría los dos años de mandato que le restan al presidente Alberto Fernández.
Sur Florida / AP
Las principales cadenas de televisión señalaron que se repitió la tendencia de las primarias abiertas y obligatorias de septiembre en las que la coalición opositora de centroderecha Juntos por el Cambio se impuso a la alianza peronista en el poder Frente de Todos, según sondeos realizados a los votantes al término de su asistencia a los colegios electorales.
En Argentina la legislación prohíbe la difusión de resultados de boca de urna mediante porcentajes antes de que se conozcan los primeros resultados oficiales, lo que será a partir de las 21 (2400GMT).
En las legislativas fueron elegidos 127 diputados nacionales en todo el país, lo que representa la mitad de las bancas de la Cámara de Diputados, y 24 senadores nacionales en ocho provincias, el equivalente a un tercio de la cámara alta.
Eduardo De Pedro, ministro de Interior y responsable del operativo electoral, dijo que votó alrededor de 71, 72% del padrón electoral.
“Hubo más gente, también funcionó el nuevo protocolo sanitario para votar de manera más rápida y ágil”, señaló en referencia a que la jornada electoral transcurrió durante un descenso de casos del nuevo coronavirus, en contraposición con las primarias de dos meses atrás.
El gobernante Frente de Todos -compuesto por distintas corrientes del peronismo y otras fuerzas progresistas- actualmente controla el Senado y es primera minoría en Diputados. Pero si, como vaticinan las encuestas, se impone la oposición en la mayoría de los distritos, el oficialismo se verá obligado a negociar cada iniciativa que envíe al Parlamento.
“Es casi seguro que tal resultado relegaría a Alberto Fernández a la condición de ‘pato cojo’ por el resto de su mandato”, vaticinó Jimena Blanco, directora de investigación y de análisis de riesgo para las Américas de la consultora de Verisk Maplecroft.
La mayoría de los analistas pronostican un voto “castigo” contra el gobierno de Fernández por la profundización de la crisis económica y la imparable inflación.
La pobreza afecta a más del 40% de unos 45 millones de habitantes -entre los niños supera el 50%-; el desempleo roza el 10% y la inflación de octubre fue de 3,5% respecto del mes anterior con lo que acumuló 41,8% en el año. Argentina se sitúa como el segundo país de la región con mayor aumento del costo de vida después de Venezuela.
El apoyo al gobierno también ha mermado por la sucesión de casos de inseguridad, escándalos que salpicaron a Fernández durante la pandemia del nuevo coronavirus -como la violación por su parte y de allegados de las restricciones sanitarias- y las desavenencias públicas del presidente con su vicepresidenta y exmandataria Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).
La vicepresidenta anunció que no asistirá al lugar donde los dirigentes y la militancia de la fuerza gobernante se reunirán a la espera de los resultados oficiales, al señalar que debe guardar reposo luego de la operación de hace 10 días en la que le fue extirpado el útero tras detectársele un pólipo benigno.
La exmandataria indicó en su cuenta de Twitter que no hay “nada de que preocuparse”, pero el “esfuerzo realizado” para participar del cierre de campaña pocos días atrás retrasó la evolución del posoperatorio. “Por eso, esta noche no podré estar, como hubiera querido y como siempre he hecho…. Abrazo fuerte a todos y a todas”, agregó la dirigente.
Al relativizar los efectos adversos que los resultados de los comicios puedan tener sobre su gobierno, Fernández afirmó tras depositar su voto que “mañana es lunes y la Argentina continúa y hay que seguir trabajando por construir el país que hace falta que construyamos”.
Luego dijo que los argentinos “simplemente determinan cómo se componen Diputados y Senadores” y que en el caso de que el resultado no sea el esperado para el gobierno, no tiene pensado realizar cambios en el gabinete.
En 2019 Fernández de Kirchner promovió la candidatura presidencial de Fernández, quien logró aglutinar detrás de sí a distintas corrientes dentro del peronismo, hasta ese entonces divididas, para impedir la reelección del presidente conservador Mauricio Macri (2015-2019).
Dos años después ese frente electoral cruje por las diferencias entre los Fernández precisamente por el rumbo de la política económica y las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el cual el gobierno debe renegociar un préstamo de unos 45.000 millones de dólares otorgado al país en 2018.
Una derrota electoral por amplio margen probablemente enfriará aún más el vínculo entre los dos principales socios del Frente de Todos, aunque la mayoría de los expertos no vislumbra una ruptura definitiva.
“Es prematuro pensar en una división; se necesitan mutuamente. Alberto no puede seguir sólo con un gabinete débil y Cristina tampoco se puede desentender, porque demostró que es tan responsable como él de esta situación”, dijo a AP Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit.
Roberto Bacman, titular del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), señaló en tanto que el peronismo gobernante deberá encontrar “un mecanismo propio, interno para definir cuál es el rumbo, el plan económico” y cómo se resuelve la refinanciación de la deuda con el FMI.
Al mismo tiempo un triunfo holgado desatará en la oposición una pugna entre sus principales referentes de cara a las elecciones presidenciales de 2023, que también influirá en las negociaciones parlamentarias con el oficialismo.