22 de diciembre de 2024 10:44 PM

Argentina renueva Congreso y define nuevo mapa político

Los argentinos concurrían el domingo a votar en unas elecciones legislativas en las que el oficialismo se expone a perder el control del Congreso, lo que condicionaría los dos años de mandato que le restan al presidente Alberto Fernández.

Sur Florida / Apnews

El gobernante Frente de Todos –compuesto por distintas corrientes del peronismo y otras fuerzas progresistas– actualmente controla el Senado y es primera minoría en Diputados. Si como vaticinan las encuestas la coalición opositora de centro-derecha Juntos por el Cambio se impone en la mayoría de los distritos, el oficialismo se verá obligado a negociar cada iniciativa que envíe al Parlamento.

“Es casi seguro que tal resultado relegaría a Alberto Fernández a la condición de ‘pato cojo’ por el resto de su mandato”, vaticinó Jimena Blanco, directora de investigación y de análisis de riesgo para las América de la consultora de Verisk Maplecroft.

Hay 34,3 millones de ciudadanos habilitados para elegir 127 diputados nacionales en todo el país, lo que representa la mitad de las bancas de la Cámara de Diputados, y 24 senadores nacionales en ocho provincias, equivalente a un tercio de la Cámara Alta.

La mayoría de los analistas pronostican un voto “castigo” contra el gobierno de Fernández por la profundización de la crisis económica y la imparable inflación.

La pobreza afecta a más del 40% de unos 45 millones de habitantes -entre los niños supera el 50%-; el desempleo roza el 10% y la inflación de octubre fue de 3,5% respecto del mes anterior, con lo que acumula 41,8% en el año. Argentina se sitúa como el segundo país de la región con mayor aumento del costo de vida después de Venezuela.

El apoyo al gobierno también ha mermado por la sucesión de casos de inseguridad, por escándalos que salpicaron a Fernández durante la pandemia del nuevo coronavirus -como la violación por su parte y de allegados de las restricciones sanitarias- y las desavenencias públicas del presidente con su vicepresidenta y exmandataria Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).

Tras depositar su voto, la argentina Elsa Veliz, de 57 años, dijo a The Associated Press que “hay que mejorar la seguridad… están robando por todos lados, y es algo que a todos nos toca”.

Veliz, vendedora en una feria comercial, señaló además que “el que está arriba tiene que ponerse bien los pantalones, porque no es nada fácil… uno tira para acá, diez para allá, nunca nos ponemos de acuerdo”.

Al relativizar los efectos adversos que los resultados de los comicios puedan tener sobre su gobierno, Fernández afirmó tras depositar su voto que “mañana es lunes y la Argentina continúa y hay que seguir trabajando por construir el país que hace falta que construyamos”.

Luego dijo en entrevistas periodísticas que los argentinos “simplemente determinan cómo se componen Diputados y Senadores” y que en el caso de que el resultado no sea el esperado para el gobierno, no tiene pensado realizar cambios en el seno del gabinete.

En 2019 Fernández de Kirchner promovió la candidatura presidencial de Fernández, quien logró aglutinar detrás de sí a distintas corrientes dentro del peronismo, hasta ese entonces divididas, para impedir la reelección del presidente conservador Mauricio Macri (2015-2019).

Dos años después ese frente electoral cruje por las diferencias entre los Fernández precisamente por el rumbo de la política económica y las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el cual el gobierno debe renegociar un préstamo de unos 45.000 millones de dólares otorgado al país en 2018.

El mandatario, exponente de un ala más moderada dentro del peronismo, es partidario de no dilatar demasiado en el tiempo un acuerdo con el FMI para calmar la incertidumbre en los mercados financieros. Ante la previsible exigencia de un ajuste del gasto público por parte de Fondo, el mandatario sostiene que no pedirá más sacrificios a los argentinos, aunque su postura ante el organismo resulta más conciliadora que la de la vicepresidenta, representante del ala más populista en la coalición gobernante.

Una derrota electoral por amplio margen probablemente enfriará aún más el vínculo entre los dos principales socios del Frente de Todos, aunque la mayoría de los expertos no vislumbra una ruptura definitiva.

“Es prematuro pensar en una división; se necesitan mutuamente. Alberto no puede seguir sólo con un gabinete débil y Cristina tampoco se puede desentender, porque demostró que es tan responsable como él de esta situación”, dijo a AP Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit.

Roberto Bacman, titular del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), señaló en tanto que el peronismo gobernante deberá encontrar “un mecanismo propio, interno para definir cuál es el rumbo, el plan económico” y cómo se resuelve la refinanciación de la deuda con el FMI.

Al mismo tiempo un triunfo holgado desatará en la oposición una pugna entre sus principales referentes de cara a las elecciones presidenciales de 2023, que también influirá en las negociaciones parlamentarias con el oficialismo.

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