La crisis socioeconómica y los escándalos en torno a la pandemia del nuevo coronavirus que salpicaron al presidente argentino Alberto Fernández sellaron la derrota del oficialismo en las primarias en las que se eligieron los candidatos para las legislativas de noviembre.
SurFlorida / AP
El peronista Frente de Todos obtuvo 29,48% de los votos en los comicios del domingo mientras que la coalición opositora Juntos por el Cambio alcanzó 38,29% en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). Los opositores le arrebataron a su rival varias provincias y triunfaron además en las cinco de mayor peso electoral: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y la capital argentina. En la primera, la más poblada y bastión histórico del peronismo, la derrota por casi cinco puntos fue especialmente amarga.
Los mercados financieros celebraron la derrota del oficialismo, de tendencia centroizquierdista. El índice Merval -que mide el comportamiento de las principales empresas en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires- escalaba 10%, mientras que las acciones argentinas que cotizan en Wall Street se disparaban hasta 17%. En tanto, el dólar que se comercializa en el sector informal retrocedía tres pesos respecto del viernes y se vendía a 182 pesos por unidad.
El jefe de gabinete Santiago Cafiero reconoció el lunes el traspié electoral y dijo que el gobierno “está comprometido en escuchar el mensaje de las urnas” y abocarse a “profundizar la agenda de la reactivación económica” en un contexto en el que la pobreza golpea al 42% de la población y la desocupación al 10%.
El funcionario atribuyó la derrota al impacto de la pandemia y la prolongada cuarentena que sacudió a una economía que ya venía golpeada.
El propio presidente admitió la víspera los errores cometidos. “Algo no habremos hecho bien para que la gente no nos acompañe como esperábamos que nos acompañe”, sostuvo Fernández, el único orador en un escenario en el que la vicepresidenta y expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), socia en la coalición gobernante, tuvo un gesto adusto.
El impulso que le dio el gobierno en los últimos meses al plan de vacunación contra el coronavirus, que por largo tiempo transcurrió con mucha lentitud, no fue suficiente para revertir el malhumor de los argentinos, que cuestionan la gestión de la pandemia y se han mostrado muy molestos con los escándalos relacionados con la vacunación indiscriminada de allegados al gobierno y el incumplimiento de la cuarentena por parte del propio mandatario.
Argentina decretó en marzo de 2020 una de las cuarentenas más largas del mundo, pero aún así superó los 5,2 millones de contagios y los más de 113.000 fallecidos, ubicándose entre las naciones de Latinoamérica más afectadas.
Las consultoras políticas venían anticipando una baja participación electoral por el desencanto del electorado con el oficialismo y la dirigencia política en general. Fernández -en el poder desde fines de 2019-, sufrió en el último mes una fuerte caída de su aprobación, que alcanza sólo 30 puntos.
“Veíamos la apatía de la gente y decíamos que podía transformarse en un voto castigo o un voto en blanco y la verdad que se desató un vendaval de votos en contra del gobierno; siete de cada diez (consultados) piensa que no puede gestionar la economía y seis de cada diez que no puede gestionar la pandemia y además ha sido percibido como corrupto por los últimos escándalos”, dijo a The Associated Press Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit.
Fornoni acotó que la oposición “tiene que entender por su lado que el triunfo fue en gran parte por el voto en contra del gobierno y que no tuvo tanto mérito” propio. Los opositores tienen entre sus principales referentes al expresidente conservador Mauricio Macri (2015-2019).
De profundizarse el malestar en las legislativas generales de noviembre, donde se renovará la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado, el oficialismo perdería el control de la cámara alta y la mayoría simple en la cámara baja, lo que lo obligaría a negociar su agenda con la oposición.
La pelea por la recuperación del apoyo electoral se presenta como todo un desafío ya que se dará en medio de una tibia recuperación de la economía que todavía no ha percibido el común de la gente, una inflación acumulada en lo que va del año del 29,1% y las arduas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar una deuda de unos 44.000 millones de dólares.