Durante los siete años que pasó en el corredor de la muerte, Ali al Nimr se había convertido en un símbolo. El joven saudí fue detenido en 2012 cuando tenía 17 años por su participación en unas protestas y, dos años más tarde, condenado a morir crucificado. Tras una ardua batalla, un tribunal saudí ha conmutado este domingo su penal capital por una condena a diez años entre rejas. Ali, miembro de una conocida familia chií saudí, podría quedar en libertad este mismo año.
Sur Florida/El Mundo
El fin de su calvario, que suscitó la condena internacional y las llamadas a su liberación, es el resultado de la aplicación del decreto real anunciado el año pasado que se comprometía a revisar las condenas a muerte de quienes fueron detenidos y acusados cuando ni siquiera habían cumplido los 18 años. Ali es el primero de los casos en lograr la reducción de la sentencia.
“Resulta extraño hablar de progreso cuando un joven ha pasado casi una década en el corredor de la muerte por asistir a una manifestación pacífica, pero el fallo de este domingo es claramente positivo”, ha reconocido Maya Foa, directora de Reprieve, la ONG británica que ha litigado por el caso de Ali y otros menores. El joven fue arrestado por tomar parte en las protestas que la minoría chií protagonizó al calor de la Primavera Árabe.
Ali es oriundo de la provincia saudí de Al Qatif, donde se concentra la población chií del reino. Tras su detención, las autoridades le acusaron de enseñar primeros auxilios a los manifestantes, usar su BlackBerry para difundir la convocatoria y estar en posesión de armas de fuego, un cargo que siempre ha negado. El reo era sobrino del jeque Nimr Baqir al Nimra, un conocido reformista chií ejecutado a principios de 2016.
El icono de los menores enviados al cadalso en Arabia Saudí -había sido condenado a ser primero decapitado y luego crucificado en público- podría recuperar la libertad a finales de este año, cuando cumpla una década en prisión. “El verdadero cambio, no obstante, no debe reducirse a unos cuantos casos de perfil público. Hay que asegurarse de que nadie es condenado a muerte por un ‘crimen’ infantil de nuevo en Arabia Saudí”, denuncia Foa.
El decreto anunciado el pasado año había provocado hasta ahora escepticismo entre las organizaciones de derechos humanos por la demora en su aplicación. La orden establecía que cualquier individuo condenado a muerte por delitos cometidos cuando era menor de edad no puede enfrentarse a la ejecución. En su lugar, recibirá una condena de cárcel que no excederá los diez años en un centro de detención juvenil.
Sin embargo, otros saudíes condenados cuando eran menores siguen aguardando en el corredor de la muerte. Entre ellos, figuran Abdalá al Zaher, Dawud al Marhun y Mohamed al Faraj. El mes pasado la Organización Europea Saudí para los Derechos Humanos alertó de que podría haber casos de menores en situaciones similares alejados de la luz pública. “Esta sospecha quedó confirmada con la ejecución en abril de 2020 de un menor, Abdelmohsen al Ghamdi, cuyo nombre no aparece en los medios y antes de él de otros seis menores en abril de 2019”, deslizó la entidad.
“En estos momentos, hay no menos de 42 personas en riesgo de ejecución, incluidos menores”, advirtió el grupo, muy crítico con la estatal comisión de derechos humanos del reino. A mediados de enero el organismo gubernamental informó de que durante el pasado año se registraron 27 ejecuciones, lo que representaba una caída del 85% en el número de aplicaciones de la pena capital en el país árabe. La drástica reducción estaría relacionada con una moratoria en las ejecuciones por delitos de tráfico de drogas. Organizaciones como Reprieve lo vinculan, no obstante, a las medidas adoptadas por la propagación del Covid-19 que suspendieron las ejecuciones durante la primera mitad del año.
En los años previos las ejecuciones alzaron cifras récord entre denuncias de las organizaciones de derechos humanos. Según el recuento de una de las entidades que documentan su aplicación, entre 2015 y 2020 se produjeron hasta 814 ejecuciones. Unos números que coinciden con la llegada al trono del actual monarca Salman y que son solo superados por China e Irán.
Entre las decenas que aún se enfrentan a una posible condena a muerte, se encuentran Salman al Odeh y Hasan Farhan al Malik, dos clérigos reformistas detenidos en 2017. Ali al Nimr, que ha vivido durante los últimos años bajo la amenaza de una ejecución inminente, podrá, al fin, sobrevivir para contarlo. “Creemos que se trata de un buen gesto del reino. Nunca hicimos nada”, señaló hace meses a EL MUNDO su padre Mohamed al Nimr.