La celebración del quincuagésimo aniversario artístico del salsero Andy Montañez fue un derroche de sentimientos en el que los acordes cadenciosos que ciñen su extenso repertorio se zurcieron entre amores, besos, lágrimas y abrazos para recorrer un tramo de su fructífera historia.
Fue una velada de encantamientos que sedujo a los fanáticos que se arrimaron la noche del sábado al Coliseo de Puerto Rico para disfrutar, por casi tres horas, de un festín sonoro, deleitándose de una de las más grandes voces de nuestro pentagrama nacional que, con el paso de los años, ha alcanzado la cresta de la exquisitez, el ímpetu y la finura.
No hay duda de la grandeza humana y artística del venerado “Niño de Tras Talleres”. Más allá de su talento, es un ser humano excepcional, un buen amigo y un mejor patriota, razón por la que fue inevitable ver sus ojos colmados de lágrimas al interpretar “Aquí en mi pueblo”, tema que puntualiza el deseo de andar los últimos pasos de su existencia entre las calles de su país.
Lo mismo ocurrió al recibir a sus amigos en el proscenio o cuando evocó el recuerdo de su hermano Marcos, recién fenecido. También tembló su voz al saludar a su madre Celina y su hija Liza; al recordar el arribo de sus hijos Andicito y Harold a su orquesta; y al agradecer a sus seguidores el cariño recibido tras al accidente que sufrió hace dos meses en Colombia y que por poco le cobra la vida.
“Ese cariño lo he visto bien cerca de mí, soy bien dichoso de contar con la amistad y el amor de tanta gente”, dijo el artista en medio de una ovación.
Todas las emociones develadas en el espectáculo “Los 50 años de Andy” fueron expresadas en la armonía de sus melodías, desde la interpretación de “Hay que ver”, tema apologético de la inspiración de Alberto Cortés, hasta “Quién no se siente patriota”, una sabrosa plena armonizada por el grupo Atabal que puso fin a casi tres horas de música y 25 canciones.
Andy Montañez, el querendón del pueblo puertorriqueño, no estuvo solo en su fiesta de aniversario. Tras interpretar sus viejos éxitos “Las hojas blancas”, “Julia” y “Un verano en Nueva York”, que evocan su tránsito por El Gran Combo de Puerto Rico, apareció su primer invitado, el cubano Isaac Delgado, quien lo acompañó en “El tasca tasca”.
Luego llegó José Alberto “El Canario” a dejar su sabor en la vocalización de “El swing”, seguido por Milly Quezada con “Casi te envidio”; Danny Rivera con los boleros “A mi manera” y “El que canta”, en tributo a Pellín Rodríguez y Daniel Santos; Victoria Sanabria con “Perdón”; Johnny Ventura en “La negra Quibo”; Domingo Quiñones en “Vagabundo”; el rapero Julio Voltio con “En mi puertorro”; y una actuación final acompañado del reguetonero Daddy Yankee.
En el ínterin, el salsero homenajeado cantó “Panadero” para rememorar sus años con la orquesta venezolana Dimensión Latina; “Genio y figura” y “El benjamín” para acentuar el encanto de tener a sus vástagos en su orquesta; y “Payaso”, “Me gusta” y “Cui cui” para subrayar algunos de sus más grandes éxitos en su carrera en solitario.
Su acompañamiento lo condujo su habitual orquesta, dirigida por el maestro Pedro de Jesús y armada de una artillería de instrumentistas de la mejor estirpe nacional.
La voz de Andy Montañez, sin dudas, llega al corazón del pueblo, como se consignó a lo largo de su concierto, presenciado por poco más de 5 mil fanáticos, según cifras oficiales suministradas por el personal de seguridad.
Por su trayectoria y los aportes hechos a nuestra cultura popular, al igual que por la valentía de defender sus pensamientos a brazo partido y por estar presente en primera fila cada vez que el país lo ha necesitado, el cantante oriundo del sector santurcino de Tras Talleres es merecedor de mucho más que un evento.
Es, en tanto, digno del más grande de los reconocimientos que un pueblo puede ofertar a sus excelsos artistas, por eso es de lamentar el descuido de la producción en la afinación de algunos detalles de la producción escénica del espectáculo, como un buen libreto y una mejor conceptualización artística y gráfica que hilvanara de forma atractiva y coherente las estampas de su grandiosa historia, como ocurrió en el evento de festejo de sus 40 años. (El Vocero)