La incursión de la policía ecuatoriana en la embajada de México y la detención del exvicepresidente Jorge Glas representan una clara violación del derecho internacional. Estos actos minan la confianza en la inviolabilidad de las misiones diplomáticas y la soberanía estatal.
La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 establece claramente que las misiones diplomáticas son inviolables y que el Estado receptor tiene la obligación de garantizar su seguridad y protección. Sin embargo, la entrada de fuerzas policiales ecuatorianas en la embajada de México, sin el consentimiento del Estado receptor ni una justificación legal válida, constituye una transgresión flagrante de este principio fundamental del derecho internacional.
Esta acción también plantea serias interrogantes sobre el respeto a la soberanía del Estado mexicano y la integridad de su territorio. El ingreso de fuerzas policiales ecuatorianas en la embajada de México sin la autorización correspondiente constituye una intrusión en el territorio mexicano, lo cual contraviene el principio de no intervención en los asuntos internos de otros Estados, consagrado en la Carta de las Naciones Unidas.
Estos actos generan preocupación no solo por su impacto inmediato, sino también por las posibles repercusiones a largo plazo en las relaciones internacionales. La inviolabilidad de las misiones diplomáticas es un pilar fundamental del sistema internacional, diseñado para facilitar el diálogo y la cooperación entre Estados. Cuando este principio es socavado, se generan tensiones y desconfianza entre las naciones, lo que puede tener graves consecuencias para la estabilidad y la seguridad internacionales.
Es imperativo que se respeten y se defiendan estos principios para preservar la estabilidad y la confianza en el sistema internacional. Asimismo, es fundamental que la comunidad internacional condene enérgicamente estas violaciones del derecho internacional y exija que se respeten los principios fundamentales que rigen las relaciones entre Estados.