Durante años, incluso décadas, circularon acusaciones de que el superastro del R&B R. Kelly estaba abusando de mujeres jóvenes y niñas, con aparente impunidad.
SurFlorida / AP
En su mayoría eran mujeres jóvenes. Y negras.
Y eso, dicen los acusadores y otros que han exigido una rendición de cuentas, es parte de la razón por la cual el sistema de justicia penal tardó tanto en reaccionar. El lunes, finalmente, Kelly fue condenado en un juicio por tráfico sexual. Que haya sucedido así, dicen sus acusadores, también se debe a los esfuerzos de mujeres negras que no están dispuestas a ser olvidadas.
Pronunciarse sobre abuso sexual y violencia es complicado para cualquiera que lo intente. Quienes trabajan en el campo dicen que los obstáculos que enfrentan las mujeres y niñas negras son aún mayores en una sociedad que las hipersexualiza desde temprana edad, estereotipándolas como promiscuas y juzgando su físico, y en un país con un historial de racismo y sexismo que les ha negado durante mucho tiempo su autonomía sobre sus propios cuerpos.
“Las mujeres negras han estado en este país durante mucho tiempo y… nuestros cuerpos nunca fueron nuestros para empezar”, dijo Kalimah Johnson, directora ejecutiva del SASHA Center en Detroit, que brinda servicios a sobrevivientes de violencia sexual.
“Nadie nos permite ser algo digno de protección”, dijo. “Un ser humano que necesita amor y santidad”. Es como si, dijo, “el cuerpo de una mujer negra no tiene nada de sagrado”.
En un estudio de 2017 del Centro Jurídico de Georgetown sobre Pobreza y Desigualdad, se le preguntó a los adultos sobre sus percepciones de las niñas negras en comparación con las niñas blancas de la misma edad en términos de sus necesidades de crianza y protección, así como su conocimiento de temas de adultos como el sexo.
En todas las edades, las niñas negras eran percibidas como más adultas que las blancas, necesitaban menos protección y sabían más sobre sexo. La brecha fue más amplia entre las niñas de raza negra y blanca de entre 10 y 14 años, seguidas de las niñas de entre 5 y 9 años.
“No valoramos a las niñas negras. Son deshumanizadas y también se les culpa por la violencia sexual que experimentaron en mayor medida que las niñas blancas”, dijo Rebecca Epstein, directora ejecutiva del centro y una de las autoras del estudio.
Por años, las niñas que sufrieron a manos de R. Kelly fueron tratadas como el remate de un chiste más que como el producto de una perversión, incluso durante un juicio por cargos de pornografía infantil donde se mostró un video presuntamente del cantante abusando de una menor. Fue absuelto en 2008.
Lisa Van Allen, quien testificó contra Kelly en 2008, dijo al programa “Good Morning America” de ABC en una entrevista transmitida el martes que casi lloró cuando se enteró del veredicto del lunes. “Sabes, esto es lo que estaba buscando en 2008”, dijo Van Allen. “Así que diría que la diferencia esta vez es que hay poder en los números. Mucha gente se presentó”.
Cuando le preguntaron si creía que en un principio no le creyeron a las acusadoras porque eran mujeres negras, Van Allen dijo: “Sí, creo que esa es la razón principal”.
El crítico y reportero de música Jim DeRogatis no podía entenderlo. Él y un colega fueron los primeros en informar sobre las interacciones de R. Kelly con niñas, en diciembre de 2000, y DeRogatis continuó escribiendo al respecto durante años.
Cada vez que salía algo, como el video, DeRogatis pensaba que tenía que ser eso, que eso sería finalmente lo que marcaría la diferencia. Y cada vez, no fue así.
Esto llevó a DeRogatis, un hombre blanco de mediana edad, a darse cuenta de una injusticia: “Nadie importa menos en nuestra sociedad que las jóvenes negras”.
Y las niñas y mujeres a las que entrevistó lo sabían, dijo. Lo primero que escuchó de las decenas que ha entrevistado fue: ”¿Quién nos va a creer? Somos chicas negras”.
Así, R. Kelly continuó durante años haciendo canciones de éxito, actuando con otros artistas e incluso a veces llamándose a sí mismo “Pied Piper” (en referencia a “El flautista de Hamelin”), pero profesando que no conocía la historia del músico que secuestraba a los niños de una ciudad.
Quienes recibieron con beneplácito la condena del lunes, que se pronunció después de varias semanas de testimonios inquietantes y que conlleva la posibilidad de que Kelly pase décadas en prisión, dijeron que es un testimonio de la fuerza y perseverancia de las mujeres negras, que han sido la fuerza impulsora, especialmente en los últimos años, que hablaron en su contra y exigieron atención al caso.
Tarana Burke, fundadora del movimiento Me Too contra el abuso sexual, destacó la campaña #MuteRKelly, una protesta iniciada por dos mujeres negras en Atlanta en 2017 para presionar a las estaciones de radio para que dejaran de tocar su música y a los recintos de espectáculos para que dejaran de permitirle actuar.
Y la condena pública más generalizada se produjo a raíz de la serie documental de 2019 “Surviving R. Kelly”, producida por Dream Hampton, una mujer negra.
Cuando se le preguntó sobre el veredicto de culpabilidad el martes en “CBS This Morning”, Hampton dijo: “Sabes, quiero creer que esto significa que se escuchará a las mujeres negras sobrevivientes, pero no quiero que dependa de que una pieza mediática se vuelva viral o tenga éxito… (Pienso en) todas las historias de chicas negras corrientes en vecindarios como el que crecí en Detroit, donde el depredador, donde el abusador, no es famoso o rico”.
Burke, quien fue entrevistada para “Surviving R. Kelly”, dijo: “Creo que esto dice que tienes que creer en el poder de tu propia comunidad, porque esto no habría sucedido si las mujeres negras no hubieran mantenido el rumbo. Fueron las mujeres negras las que decidieron: ‘No vamos a dejar que esto caiga en oídos sordos’. Fueron las mujeres negras las que decidieron: ‘Si a nadie más le va a importar, vamos a cuidar de las mujeres y niñas negras en nuestra comunidad’”.