Los residentes cerca del nuevo estadio de los Marlins dieron rienda suelta a su furia y frustración con la Ciudad y su equipo de béisbol, al decir que el recién revelado plan de estacionamiento para el vecindario hará miserables sus vidas.
El plan reserva unas cuantas cuadras cerca del estadio donde pueden estacionar los residentes del área. Pero prohíbe el estacionamiento residencial en muchas más, para acomodar a los aficionados que vienen a ver el juego.
Las personas que viven en esas cuadras prohibidas tendrán que encontrar otro lugar donde estacionar en 81 ocasiones durante el año — en su mayoría en juegos nocturnos– en que los Marlins juegan en casa.
Francisco Ferra Rosa, un trabajador diurno que vive en la cuadra de los 1500 de la Tercera Calle del Northwest, es uno de los que tendrá que relocalizar su auto en las noches de juegos.
Ya –comentó Rosa–, recibió dos multas por estacionar en el frente de su casa. Una fue de $28 y no la ha podido pagar. Ahora, con los recargos por demora, es de $47. Rosa se reunió con representantes de la Autoridad de Estacionamiento de Miami (MPA) antes de la presentación del jueves para defender su caso.
“Gano $8 por hora”, afirmó Rosa. “No puedo hacerle frente a esto”.
A menos de tres semanas antes del primer partido de la temporada regular en el nuevo estadio, el estacionamiento –o la falta de éste– se mantiene como el mayor dolor de cabeza que enfrenta el vecindario y los Marlins.
La reunión del jueves tuvo la intención de calmar las preocupaciones del vecindario, aunque pudo haber logrado lo opuesto. Se celebró en uno de los nuevos y relucientes estacionamientos en el perímetro del estado y atrajo una multitud de unos 200 residentes. Cuando el equipo está en la ciudad, esos estacionamientos no están al alcance de estos residentes, a menos que compren un boleto para ver el juego.
Mercedes San Miguel, de 48 años, vive en una zona verde, lo que significa que se permitirá el estacionamiento de autos con calcomanías autorizadas por la Ciudad. Pero ella trabaja hasta por la noche tarde y teme que para entonces todos los estacionamientos disponibles estén tomados.
“Estoy muy preocupada sobre tener que caminar varias cuadras sola”, dijo San Miguel. “Y no son cuadras seguras”.
Elio Díaz, un trabajador de la construcción de 48 años de edad, no tiene licencia de conducir ni auto que estacionar, pero está molesto de todas formas. Su padre, un residente de California, viene para una larga visita todos los años y trae su automóvil.
“¿Qué va a hacer con su auto?” demandó Díaz. “El debe tener un espacio”.
El blanco de su ira el jueves fue Rolando Tapanes, director de Planeamiento y Desarrollo de la Ciudad.
Cuando los residentes hacían preguntas –usualmente en español y relacionadas con las quejas sobre el estadio que a veces fueron más allá del estacionamiento– Tapanes, por lo general, o no tenía una respuesta o la autoridad para dar una.
“Le pedimos a los residentes que hagan un sacrificio”, afirmó el director de la MPA, Art Noriega, antes de la reunión. “No podemos dejarlos estacionar en algunas de esas calles. Con el atasco que tendríamos en las calles, las personas no podrían llegar a los juegos”.
Algunos de los que asistieron el jueves llegaban agitando boletos recién emitidos que recibieron ya se de la policía o de la Autoridad de Estacionamiento por parquearse donde siempre lo han hecho: en su propia cuadra.
Después de que todo terminó, los residentes estaban todo menos calmados.
Adela Otero, de 50 años, declaró: “Aún estamos sin estacionamiento, sin soluciones, sin nada. No sé por qué la Ciudad nos hizo venir aquí”.
Pero Xóchitl Pérez, de 52 años, se mostró más comprensiva
“Gracias por escuchar las frustraciones de todos”, dijo Pérez a Tapanes después de la reunión. “Me doy cuenta que vino aquí sólo para tratar el tema del estacionamiento. Parece que los Marlins se ríen de nosotros. No son ustedes, muchachos. No es la Ciudad. Son los Marlins los que se han beneficiado de todos nuestros impuestos”.
Mientras tanto, el jueves surgió otra parte importante de las noticias sobre el estacionamiento, cortesía del equipo de béisbol.
El miércoles, el equipo comenzó a vender permisos de parqueos para juegos individuales en los estacionamientos de los Marlins y los terrenos cercanos, después de decir durante meses que estaban reservados para los que tenían boletos de temporada, los jugadores, el personal del estadio y los miembros de la prensa.
“Había algunos espacios que quedaron y los hemos abierto para todos”, afirmó Carolina Perrina de Diego, portavoz de los Marlins.
Los Marlins cobran $15 por plaza –un recargo de 50 por ciento sobre lo que ellos pagan a la Ciudad, propietaria de los estacionamientos– y ofrecen espacio en la propiedad para los juegos en casa, excepto el primer encuentro de la temporada contra los Cardenales de San Luis, que se transmitirá por la televisión nacional el 4 de abril. (El Nuevo Herald)