Estados Unidos tiene previsto presionar a sus aliados democráticos el sábado para que denuncien públicamente a China por sus practicas de trabajo forzoso. Los líderes del Grupo de los Siete presentarán además un plan de infraestructuras que busca competir con los esfuerzos de Beijing en los países en desarrollo.
SurFlorida – AP
La provocadora propuesta forma parte de la creciente campaña de Joe Biden para hacer que los líderes democráticos presenten un frente más unificado para competir económicamente con China en este siglo, según dos altos funcionarios de su gobierno que hablaron con reporteros bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a discutir públicamente los planes para la cumbre.
Según las fuentes, Biden quiere que los líderes del G7 condenen con unanimidad las prácticas de trabajo forzado contra los musulmanes uigures y otras minorías étnicas en China. El mandatario espera que esta denuncia forme parte del comunicado conjunto final de la cumbre, pero algunos de sus aliados europeos se han mostrado reacios a una ruptura tan drástica con Beijing. La incertidumbre sobre este punto podría alargarse hasta el domingo, cuando finalizará la cumbre de tres días.
Los líderes de las siete naciones más industrializadas del mundo eran todo sonrisas y unidad cuando el primer ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson, los recibió el viernes sobre la recién rastrillada arena de Carbis Bay, en el sureste de Inglaterra, en el inicio de su primera cumbre desde 2019.
La del año pasado se canceló por el COVID-19 y la recuperación tras la pandemia del coronavirus está dominando todas las discusiones este. Se espera que los integrantes del G7 — que también incluye a Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón — se comprometan a compartir al menos 1.000 millones de vacunas con países que las necesitan en todo el mundo.
China ha tenido un lugar destacado en la reunión. La crítica a las prácticas laborales chinas propuesta por Biden iba a plantearse cuando los aliados presenten un plan de infraestructuras llamado “Reconstruir mejor para el mundo”, un nombre que recuerda al lema de campaña del mandatario estadounidense.
El proyecto contempla la inversión de cientos de millones de dólares en colaboración con el sector privado. Está diseñado para competir con la multimillonaria “Iniciativa de la franja y la ruta” china, que lanzó una red de obras y rutas marítimas que ya se extienden por grandes partes del mundo, especialmente en Asia y África. Los críticos dicen que estas iniciativas suelen generar abultadas deudas y exponen a las naciones a la influencia de Beijing.
Gran Bretaña quiere también que las democracias del mundo dependan menos del gigante económico asiatico. El gobierno británico apuntó que las discusiones del sábado abordarán “cómo podemos dar forma al sistema global para beneficiar a nuestra gente respaldando nuestros valores”, incluyendo incluso la diversificación de las cadenas de suministro que en la actualidad dependen en gran medida de China.
No todas las potencias europeas han visto a China bajo el mismo foco crítico que Biden, que ha presentado la rivalidad entre las dos naciones como la competencia que definirá el siglo XXI. Pero hay indicios de que Europa está dispuesta a aumentar el nivel de escrutinio hacia Beijing.