Zoila Águila Almeida, conocida como “la niña de Placetas”, o “la niña del Escambray”, una leyenda de la lucha contra el castrismo en las montañas del centro de Cuba, murió con 82 años este domingo en el exilio víctima del COVID19, según confirmaron Luis González Infante, presidente del Presidio Político Histórico de Cuba, compañeros de lucha y amigos.
SurFlorida / El Nuevo Herald
Águila se alzó en armas contra la dictadura de Fulgencio Batista y posteriormente contra la de Fidel Castro tras el giro comunista de la revolución cubana en 1960. Capturada y torturada hasta perder la razón por las fuerzas castristas, cumplió 18 de los 30 años a los que fue condenada en cárceles cubanas.
Luis González Infante dijo a el Nuevo Herald que Águila era un ejemplo de mujer cubana y de lucha “contra la tiranía comunista”.
“La Niña de Placetas estuvo alzada contra Batista y después contra la tirania Castrista. Ella perdió a su esposo y dos embarazos en las montañas. El régimen intentó satanizarla. Después de capturada, la dictadura la torturó de tal manera que la hizo perder la razón”, añadió.
Idolidia Darias, autora del libro “Escambray, la historia que el totalitarismo trató de sepultar”, sobre la guerra civil que siguió a la toma del poder por los rebeldes en Cuba, resaltó que La Niña era “la única mujer que estuvo activa y directamente en los combates frente a la milicia en la zona montañosa cercana a Fomento en 1961”. Media docena de mujeres cubanas se alzaron en armas contra el castrismo en el Escambray, según los historiadores.
“Natural de Placetas, se unió muy joven a los insurgentes que se alzaron en el Escambray contra el comunismo y por eso le decían la niña”, dijo la periodista e investigadora.
Pedro Guillén, hermano menor del insurgente Porfirio Guillén, uno de los primeros jefes guerrilleros de las montañas del centro de Cuba recordaba a “La Niña del Escambray” como “pequeña de tamaño e inmensa de corazón”.
Guillén le dijo al periodista Héctor Maseda que Águila “no sentía miedo ante nada ni nadie” y “dentro de los cercos era una pantera y la primera en romperlos a tiro limpio”.
“Los guerrilleros la querían y respetaban como a la joya más preciada”, agregó.
Águila partió a las montañas del Escambray junto a su esposo, Manolo Manso. La cruenta guerra civil, con al menos 3,000 muertos y decenas de miles de desplazados, duró desde 1960 a 1965, cuando el régimen cubano con la ayuda de la Unión Soviética doblegó la resistencia de los rebeldes, muchos de ellos simples campesinos sin experiencia en la guerra.
Los guerrilleros anticomunistas, muchos de ellos respaldados por la CIA en plena Guerra Fría, sufrieron una amplia campaña de desprestigio desde los medios controlados por los comunistas cubanos. “Bandidos, salteadores de caminos, comevacas”, fueron algunos de los calificativos del régimen hacia los alzados.
Enrique Encinosa, quien publicó “La Guerra Olvidada” sobre la lucha en el Escambray cuenta que en marzo de 1964, después de casi 4 años alzados en el Escambray, la niña del Escambray y su esposo Manolo fueron capturados tras la traición de Alberto Delgado, “El Hombre de Maisinicu”, un oficial de Seguridad del Estado.
Llevados a Villa Marista, un edificio expropiado a religiosos católicos y convertido en centro de torturas de la Policía Política cubana, Águila y su esposo fueron separados. “A la Niña le encerraron en el Príncipe Negro, un cuarto tapiado subterráneo, donde sólo las ratas la acompañaban. Después vino el juicio. La Niña y 18 alzados recibieron condenas de 30 años de encarcelamiento. Doce guerrilleros fueron fusilados”, relata Encinosa en su libro.
El esposo de la niña del Escambray fue fusilado el 22 de junio de 1964 junto a sus compañeros de armas mientras cantaban el himno nacional. Águila fue llevada al presidio político de las mujeres. En Guanabacoa, Guanajay y la finca “Nuevo Amanecer”, según Encinosa.
Quienes la acompañaron en aquel largo presidio la recuerdan con la mirada perdida, sin hablar durante años. Una vez que salió a Miami, gracias a un indulto a finales de los años setenta, Águila vivió en South Beach y apenas se supo de ella hasta su muerte.
“Rompieron su mente pero no su espíritu. La Locura se apoderó de Zoila, pero ella aún demente se negó a rehabilitarse. Era mucho el sufrimiento. Dos hijas muertas. Manolo fusilado (…) Meses de celdas de castigo. Torturas, golpizas, hambre”, dijo Encinosa.