22 de noviembre de 2024 5:42 PM

Detienen a líder opositor ruso al aterrizar en Moscú

El líder opositor ruso Alexei Navalny fue detenido por la policía tras aterrizar en un aeropuerto de Moscú, cinco meses después de haber sido envenenado por un agente nervioso que casi le cuesta la vida.

Sur Florida/El Diario

Navalny, de 44 años, fue visto siendo llevado por la policía en el control de pasaportes.

El activista dice que las autoridades rusas estuvieron detrás del atentado contra su vida, al envenenarlo con Novichok, una acusación respaldada por periodistas de investigación pero negada por el Kremlin.

“Sé que tengo razón. No le temo a nada”, dijo Navalny a sus partidarios y a los medios de comunicación en el aeropuerto Sheremetyevo de Moscú, minutos antes de su detención.

Navalny anunció la semana pasada que se disponía a regresar a su país para continuar su lucha contra Vladimir Putin.

Su vuelo desde Berlín, la capital de Alemania, tenía previsto aterrizar en el aeropuerto de Vnukovo, pero fue desviado al de Sheremetyevo, después de que partidarios del líder se congregaran para darle la bienvenida.

Las autoridades locales erigieron barreras metálicas dentro del aeropuerto de Vnukovo, y los medios rusos informan que varios activistas, incluido Lyubov Sobol, un aliado clave de Navalny, también fueron detenidos.

Análisis de Steve Rosenberg, corresponsal de la BBC en Moscú

Las autoridades rusas a menudo afirman que Alexei Navalny no es popular entre el pueblo ruso, que no es una amenaza para el presidente Putin.

Pero su regreso a casa cinco meses después de haber sido envenenado provocó una importante operación policial el domingo.

En escenas caóticas, la policía antidisturbios empujó a los partidarios de Navalny fuera de la sala de arribos del aeropuerto de Vnukovo, antes de que que el vuelo fuera desviado.

A mediados del año pasado, la figura de la oposición más prominente de Rusia fue atacada en Siberia supuestamente por un escuadrón encubierto de agentes de seguridad rusos.

Su decisión de regresar a Moscú es un desafío directo para Vladimir Putin y crea un dilema para el Kremlin.

Corre el riesgo de convertirlo en un mártir político, una figura similar a Nelson Mandela, y provocar más sanciones occidentales.

Y si no hace nada, el crítico más feroz del gobierno ruso será casi con seguridad una espina clavada en el Kremlin en un importante año electoral.

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