Los precios al consumidor de Venezuela se han disparado en los últimos meses y se acelerarán aún más en lo que resta del año, dado el pronunciado desorden fiscal, monetario y cambiario del régimen bolivariano, que podría llevar al país a registrar este año la mayor tasa de inflación del mundo, con un nivel por encima del 50 por ciento, advirtieron economistas.
La situación inflacionaria de Venezuela marcha de la mano con el también agobiante problema de la escasez de productos, que es la otra cara de la moneda de los bajos niveles de producción que registra el país y el déficit de monedas duras para importarlos del exterior.
Es un escenario que fácilmente llevará al país a registrar una inflación este año que superaría en más del doble a la tasa de 21.1 por ciento con que cerró el año pasado, dijo Francisco Ibarra, director de la firma de asesores Econométrica.
“Nosotros creemos que la inflación se va a acelerar en los próximos meses y que la tasa se ubicará por encima del 50 por ciento, al cierre del año”, dijo Ibarra en una entrevista telefónica.
“Vemos que las dificultades continúan y que no se han tomado medidas para solucionar realmente nada, sino que se han tomado medidas efectistas. Se le han levantado algunos puentes al sector privado, pero realmente no ha habido una reforma”, sostuvo.
De superar el nivel clave de 50 por ciento, Venezuela estaría alcanzando los niveles obtenidos por dos años consecutivos por Belarús para convertirse en el país con la mayor tasa de inflación en el mundo.
Pero Belarús en estos momentos no parece ser un contendor este año para la poca honrosa distinción, luego que la aplicación de correctivos macroeconómicos le ha permitido al país de Europa Oriental a frenar el alza de los precios.
TASAS SIMILARES
Para este año la competencia provendría principalmente de Irán y Siria, países que están registrando tasas similares a la de Venezuela.
Irán, cuya economía es duramente golpeada por las sanciones internacionales impuestas contra su programa de desarrollo de armas nucleares, tiene previsto registrar este año una tasa de inflación de 45.87 por ciento, mientras que Siria, país involucrado en una guerra civil, registraría 47.41 por ciento, según TradingEconomics.com, el sitio de Internet especializado en la recolección de datos.
En el caso de Venezuela, país que ya había registrado la mayor tasa en el 2010, los problemas de inflación son producto del desorden fiscal, la adopción de políticas hostiles a la producción privada, y la aguda escasez de dólares, dijeron los economistas.
Según Econométrica, el modelo establecido por el chavismo en Venezuela de alto intervencionismo estatal sobre la economía, gigantescos subsidios y políticas de maltrato al empresariado que atrofian la producción, ya está agotado, requiriendo que los precios internacionales del petróleo suban a un ritmo superior al de la tasa de inflación.
El que los precios del petróleo lleven ya varios años estancados cerca de los $100 el barril, significa que las cuentas fiscales son cada vez más difíciles de llevar para un Estado, que por otro lado también debe surtir a la economía con los dólares suficientes para poder importar los insumos que dejaron de ser producidos en el país.
La escasez de divisas puede verse en la variación de la cotización del dólar paralelo —cuya sola mención es ilegal en Venezuela— que ha saltado desde los niveles inferiores a los 10 bolívares por unidad que registraba en la segunda mitad del 2012, a la cotización de 42 bolívares en que se encuentra hoy.
PRESION INFLACIONARIA
El que se haya disparado el tipo de cambio en el mercado paralelo, que es donde la mayoría de los venezolanos aún puede adquirir dólares, también está acentuando las presiones inflacionarias en el país.
“Los que vemos en el mercado paralelo es la ausencia de dólares y lo que sucede allí es importante porque el mercado paralelo es un mercado que tiene incidencia sobre las expectativas de las personas”, explicó Ibarra.
“La disponibilidad de dólares se ha reducido para el sector privado y la gente tiene una incertidumbre muy grande sobre como asignarle valor a los inventarios”, agregó.
Para el empresariado, que requiere de dólares para importar los insumos que necesita para producir localmente, el escenario se complica aún más con el régimen de control de precios impuesto por el gobierno, que en muchos casos obliga a la compañía a vender mercancía a un precio muy inferior de lo que cuesta elaborarla.
Ese es el caso, por ejemplo, de las sardinas en lata, que por ley debería ser vendido a un precio de 1.55 bolívares por unidad, pero que en julio se vendía en la calle a un precio de 9.20 bolívares, explicó a la prensa local Oscar Meza, director del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM).
“Ya no es posible mantener ese control de precios. Esa política colapsó y lo demuestra el diferencial de más de 200 por ciento entre la regulación y el mercado, con lo cual a las empresas solo les queda incumplirlo o evadirlo, porque a pérdida solo puede vender el Estado, no una empresa”, sostuvo.
Los alimentos están siendo particularmente golpeados por la inflación, según datos del Banco Central de Venezuela.
En los últimos 12 meses, los precios de los alimentos subieron en 62.5 por ciento, y entre estos, el segmento de productos agrícolas trepó 86.3 por ciento y los de la pesca en 74.6 por ciento.
Estos incrementos están generando grandes presiones en las finanzas de los hogares venezolanos, que generalmente destinan más del 50 por ciento de sus ingresos en la adquisición de alimentos. (Antonio María Delgado/El Nuevo Herald)