Los problemas de salud se encuentran cada vez más vinculados al tipo de alimentación de las personas. Según el informe de ‘Food Prime Watch’ publicado por el Banco Mundial, se calcula que en el 2030 en América Latina habrá 191 millones de personas que sufrirán de obesidad.
Esto indica que la obesidad tendría un incremento del 300% con respecto al 2005, año en el que se registró un total de 60 millones de afectados. Por supuesto, Latinoamérica no será la única región que se verá afectada, también se incluirán a la lista países como los Estados Unidos, China, Alemania, Rusia, India, Indonesia y Turquía.
Según el estudio de la Organización de Alimentos y Agricultura de las Naciones Unidas (FAO), en 2008, la cifra de adultos con sobrepeso era de 1.460 millones, de los cuales 508 millones sufrían de obesidad. Si Latinoamérica continúa con malos hábitos alimenticios, la proyección es que en el 2030 existirán 2.160 millones de adultos con sobrepeso de los cuales 1.120 millones sufrirán de obesidad.
Existen varios factores que han determinado el incremento de peso en los últimos años. Uno de ellos es el aumento de los precios de los alimentos. Ejemplo de ello es el auge de la llamada comida chatarra que resulta más económica que aquella que es más saludable.
Según la doctora, nutricionista y asesora de salud, Montserrat Rodríguez, “Los principales factores que influyen en el sobrepeso en Latinoamérica están determinados por el ritmo de vida que la sociedad moderna nos ha impuesto. Dado al incremento de la comida rápida, que es fácilmente accesible en cualquier parte de las principales ciudades y además a precios económicos, las familias han dejado de comer en casa con la ilusión de que están ahorrando tiempo y dinero comiendo afuera.”
Adicionalmente, el aumento de la integración de la mujer en el mundo laboral, ha causado que haya ido dejando el rol de ama de casa poco a poco. El cambio de la dinámica familiar ha sido otro de los factores que han contribuido a este aumento de peso. Aunque los cambios han sido pequeños, estos igual implican un cambio en el régimen alimenticio en la casas latinoamericanas. Se indica que en el transcurso del año 2000 hasta el 2011 el porcentaje de mujeres incorporándose al mundo laboral creció de un 38% a un 41%. Una de las consecuencias de esto, ha sido que muchos niños han tenido que comer comidas chatarras, fuera de casa como en los colegios o incluso comer alimentos congelados con poco valor nutricional.
La tecnología también ha sido un factor influyente en el aumento de peso no solo en Latinoamérica sino en el mundo entero. El sedentarismo que causa el uso de videojuegos, televisores y computadoras ha impactado drásticamente el estilo de vida de los jóvenes y los adultos, ya que prefieren entretenerse dentro de casa en vez de realizar actividades físicas. El consumo de tecnología en América Latina ha tenido un crecimiento anual de 4% desde el año 2000, con respecto al ritmo mundial que creció a un 2,8%.
“Otro factor es la distorsión de porciones, que también acompaña a este cambio de hábitos. 30 años atrás las porciones eran normales pero hoy en día con la competencia y el mercadeo de restaurantes y supermercados, aumentar el tamaño de las porciones y a bajos precios es un atractivo para los clientes.” agregó la Dra. Rodríguez.
La falta de información sobre el contenido de los productos envasados, es otro elemento que contribuye al aumento de peso. A los consumidores se les hace difícil saber exactamente sobre los valores nutricionales de estos productos.
Los últimos años se ha visto una migración del campo a la ciudad lo cual ha causado un incremento en la cantidad de supermercados e hipermercados. Este crecimiento fue de un ritmo promedio constante de 4,3% desde el 2000 al 2011 comparado con tan solo 1% de canales tradicionales como los que existen en los campos donde hay productos frescos y orgánicos. Por esta razón los alimentos procesados han contribuido al aumento de peso, dado su poco valor nutritivo y falta de información sobre su contenido.
“Además de los factores mencionados anteriormente, el concepto de que la comida es una manera de canalizar emociones es también decisivo con respecto al aumento de la obesidad que se ha generado. Estamos acostumbrados a que todas las actividades de nuestra vida estén vinculadas a la comida de alguna manera. Por ejemplo, si estamos contentos celebramos comiendo, si estamos tristes también y especialmente aquellos momentos cuando nos sentimos ansiosos, angustiados o estresados, ahí la comida se convierte en el refugio inmediato. Hay que hacer notar que el estrés está empujando nuestro cuerpo física y emocionalmente a sobrealimentarse,” agregó la Dra. Rodríguez.
No son positivas las perspectivas del aumento de la obesidad en Latinoamérica para los próximos años. Se espera que en el los próximos 3 años se registre un aumento del 20% de personas que sufren de obesidad y que exista un 66% de los Latinoamericanos que posean algún grado de sobrepeso.
¿Será que la solución de Latinoamérica y los demás países sea implementar leyes como las de Japón? En Japón donde la ley indica que es ‘ilegal ser obeso,’ a las compañías se les aplican multas si los trabajadores exceden ciertas medidas corporales. Esta ley consiste en impuestos, prohibiciones y restricciones de ciertos ingredientes y alimentos y así ayudar a dirigir a los consumidores hacia comidas más saludables.
La Dra. Rodríguez comentó, “Es importante antes que nada prevenir, ojalá pudiéramos frenar esta tendencia hacia la obesidad antes de que aparezca en nuestras familias. Sin embargo, si esto no ocurriese, lo importante es reconocer el problema y activar un programa para cambiar nuestros hábitos alimenticios y de vida. La solución sería sencillamente volver a lo básico, tratar de comer comidas menos procesadas, aplicar control de porciones, aumentar las actividades físicas y buscar tiempo para incorporarlas diariamente.”
“Debemos criar a nuestros hijos y darles el ejemplo de que la actividad física debe ser parte de la rutina de nuestras vidas como lo es ir al cine, ir de vacaciones o ir al colegio. Asimismo, si compramos comida en el supermercado y preparamos nuestra comida casera diariamente siguiendo un menú y una planificación ayudaría a ahorrar mucho dinero. Además no hay que olvidar que la comida de mala calidad y el sobrepeso son dos vías seguras para sufrir enfermedades crónicas cuyos tratamientos son mucho más costosos,” concluyó Rodríguez.
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