23 de diciembre de 2024 10:27 AM

FIN DE SEMANA: Rotterdam, un paraiso de mil sabores

 **Asiático, cosmopolita o virtuoso del pescado: algunos de los mejores lugares para comer y divertirse en Rotterdam.

La gastronomía de las ciudades del norte de Europa está lógicamente marcada por el frío y, en caso de ser portuarias, por el mar. Rotterdam no es una excepción. Es una ciudad que se declara enamorada del Mar del Norte por su proximidad a éste y por la importancia de su puerto que es prácticamente como una ciudad – es el más grande de Europa con más de 40 km -. Esto explica el gusto de la gente local por el pescado y los mariscos y que algunos locales especializados en este tipo de productos marinos hayan alcanzado cierta notoriedad.

Existe sin embargo una cocina ancestral en la que las patatas –como retrataba Van Gogh ya en 1885 en Los comedores de patatas– y las verduras en general –en particular la sopa de guisantes erwtensoep– son piezas principales. Si cuando visitéis la ciudad deseáis conocer de cerca esta gastronomía buscad en la puerta del restaurante la inscripción “Neerlands Dish”, encontraréis cocina de invierno con cuchareteo y potajes – hutspot – a mansalva, así como una multitud de platos originarios indonesios, herencia del antiguo imperio colonial (por ejemplo el rijsttafel). Eso sí, recordad que a mediodía los holandeses pasan con un sándwich y que es para cenar cuando se ponen literalmente las botas con sobremesas que pueden prolongarse hasta cuatro horas fácilmente.

Pescados y mariscos

Pescados y mariscos en restaurantes de RotterdamVisité la ciudad recientemente y recopilé algunos lugares que vale la pena tener a mano si os dejáis caer por aquí. En este recorrido gastronómico nos hemos fijado en los locales de moda y en los restaurantes que tienen cierta fama bien ganada, ese algo más que buscamos en una cena especial. Uno de ellos especializado en productos del mar como apuntábamos más arriba es Las Palmas. Está en la calle Wilhelminakade 332, junto al Museo de Fotografía y a unos 200 metros del Hotel New York. Como ya habréis supuesto toma el nombre de la ciudad canaria en la que todos estamos pensando. ¿Por qué?, simplemente porque es también una ciudad portuaria – esto, poner nombres de ciudades con puerto, es algo común al parecer en la ciudad-. La escultura de un gran pez de metal anuncia en la entrada de qué va su cocina, aunque por la demanda masculina incluye desde hace cerca de un año alguna opción carnívora. Este moderno restaurante de aspecto aséptico es la estrella de la gente local para sus aniversarios, pedidas de mano y cenas románticas. Debe su fama a su televisivo chef Herman den Blijker, pero os aseguramos que su reputación es más que bien merecida.

Blijker conduce junto al consultor hotelero Willem Reimers Herrie in het Hotel, una suerte de versión de Pesadilla en la cocina que trata de reconducir a restaurantes de hotel un tanto desastrosos aunque, eso sí, desde un punto de vista más educado que la versión del chef Ramsay. Así que con su ir y venir por los platós es el simpático Ijsbrant Wilbrenninck -un auténtico workaholic-quien suele estar a los mandos de la cocina. Le encontraremos removiendo cacerolas junto al barman francés Jean –Luc Mankousky.

La pericia de Joan Luc es su Jean-Luc Cafée -el combinado estrella de la casa- del que puede preparar cada noche hasta 80 unidades.

La receta contiene una base de café, chocolate blanco, Frangélico, Kahúla y Jameson, una auténtica bomba que solo debéis tomar si la noche va a ser larga. La fama de la bouillabaise de Las Palmas ha dado la vuelta al mundo, sin embargo, en mi visita extendí el tiro y probé un menú degustación que, por cierto, no dejó nada que desear.

Como entrantes degusté unos mejillones franceses tamaño XS aderezados con pimienta que eran adictivos –y a mí no me emocionan los mejillones- y un sashimi de atún con wakame muy suave; como colofón, calamares rellenos de cangrejo. Como primeros platos recomendaría la sopa de vieira con langostinos y setas o la sopa de champiñones y trufa –con un toque final terruño espectacular-.De segundo –sin dudarlo- la lubina a la sal fue la estrella, lo sentimos por el cordero.

El ambiente del local es el de un mercado ultramoderno mutado en restaurante. Los viveros de langostas comparten espacio junto a neveras verticales en las que se seca el angus y del techo cuelgan lámparas de lágrima junto a cuadros, jarrones y mesas de diseño. (40 euros el cubierto).

Momento zen

RotterdamComo Nueva York, Rotterdam es una ciudad multicultural en la que un alto porcentaje de la gente es de casi cualquier lugar. Esto ha de notarse por fuerza en la restauración, salpicada por diferentes restaurantes más o menos informales de inspiración árabe, asiática e incluso africana. Un ejemplo de restaurante algo más elaborado en el que se puede degustar una selección de platos asiáticos de infarto es el Asian Glories.

Está regentado por un matrimonio indonesio y ha recibido la visita de influyentes pesos pesados de la gastronomía actual como Ferran Adrià en más de una ocasión, además de celebridades locales. Sus dim-sums, sus platos de pato a la pekinesa –tienen un menú degustación dedicado enteramente- o elaboraciones con sello propio como la McJenny –en honor a la mujer del chef – conviven en la carta.

Si lo visitáis no esperéis un restaurante refinado y selecto sino un local de trato familiar en el que os será fácil hacer una buena sobremesa filosofando con la amable Jenny Loh acerca del sentido de la vida moderna, sus prisas y ansiedades. ¿Dónde está?, A la vuelta de la esquina de Wijnbar Janssen, que es genial para empezar la noche.

El copazo fashion

Muy cerca, en la calle Schiedamsevest 91, se encuentra Blender, un amplio local de diseño escondido discretamente en la esquina de una pequeña plaza. Es el sitio ideal para dejarse ver mientras se toma una primera copa frente a la barra de la entrada. Luces de neón rosas y azules, sofás de piel, sillas cabareteras altas y un interiorismo de corte industrial son el marco perfecto para un Cosmopolitan o una copa Porn star, la especialidad local. (Grey Goose, infusión y sirope de vainilla, fruta de la pasión, huevo y Martini Prosecco). Al fondo, se encuentra una segunda planta en el sótano donde se pueden reservar animadas cenas para grupos. La carta de cocktails es más bien clásica.

El break de mediodía

La comida de mediodía –ya lo apuntábamos más arriba- suele ser un tentempié. Un par de bocadillos fríos acompañados por alguna ensalada y un vaso de leche suelen ser suficiente para los locales a la hora de picar algo hacia las 12.30. Será difícil evitar el bocadillo pero, por lo menos, podemos dejarnos caer por algún local que tenga un cierto qué, ya que es fácil acabar en el sinsentido de un local de comida rápida, que también los hay.  De Unie es uno de ellos. Situado en la calle Mauritsweg 34-35, muy cerca de la estación de metro Centraal Station, reproduce un edificio del famoso arquitecto Pieter Oud que quedó destruido en 1940 durante la Segunda Guerra. Líneas horizontales y verticales en colores primarios como el rojo y el azul juegan a descolocar al viandante que se da cuenta del impacto de este local entre los edificios colindantes. Esta composición única se ideó en plena efervescencia del neoplasticismo y es un claro homenaje al gusto de Rotterdam por la arquitectura.

En el extremo opuesto en cuanto a arquitectura se refiere está el restaurante del Hotel New York, que ocupa el antiguo edificio de la compañía Holland America Line. Es uno de esos locales que uno no espera encontrar en los bajos de un hotel, de aquí emigraron millones de holandeses en busca de una vida mejor hacia Estados Unidos a finales del XIX y ahora es un hotel y restaurante de moda con unas vistas fabulosas al río Mosa.

Según se vende: “Un auténtico tributo a los viajeros del pasado” frecuentado más por turistas y autóctonos que por los propios clientes, alberga una estructura interior interesante inspirada en los grandes trasatlánticos. Un puente de mando detrás de la barra, pasamanos, puertas y ventanas de barco engastadas entre mesas, estanterías, escotillas y vitrinas sumergen alfisgón en una búsqueda incesante de estos objetos marineros en el café de media mañana.

Se puede degustar un amplio surtido de tartas, cocina a la carta con una gran variedad de especialidades marinas –cómo no- y snacks. Todas las habitaciones son distintas y en su decoración también se han reutilizado elementos provenientes de embarcaciones. (Desde 99 euros).

En la zona antigua

Como todos sabéis Rotterdam es ultramoderna y no se parece en casi al resto de ciudades holandesas porque fue ampliamente bombardeada al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Aún así, queda en pie una bonita zona entre tres calles con un puerto interior que quedó a salvo de las bombas alemanas: el barrio de Delfshaven.

Es el lugar ideal para tomar una cerveza a media tarde si buscamos un rincón con allure a pasado que nos haga imaginar cómo era la ciudad antes de quedar derruida. Tiene algunos locales interesantes en los que recalar, por ejemplo, el Pelgrim Bar, la única fábrica de cerveza de la ciudad. Ofrecen una degustación de cervezas artesanas de distinta graduación además de catas, que realizan en una sala anexa al propio bar.

Esta “zona vieja” es agradable para visitar en verano, por ejemplo, para cenar o comer en el porche sobre el agua del restaurante ‘T Ouwe Bruggetje, que ofrece comida continental con variedades interesantes de vino, algunas también españolas.

Al final del canal está de Distilleerketel: un molino de grano que da justo al puerto y también puede verse el Delft, la réplica de un buque de guerra del siglo XVIII, y La Iglesia de los Peregrinos, una de las pocas que quedó en pie en la ciudad. (Lourdes López/La Vanguardia.com)

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