10 de mayo de 2024 5:29 AM

Panna Express el lugar venezolano de los hispanos en Weston

Panna ExpressCuando los padres de Arianna Cruz la visitan desde Caracas y tienen antojos de comida latina, ella los invita a uno de sus sitios de comida venezolana favoritos: la gasolinera cerca de su casa.

Panna Express es el café latinoamericano que también presta el servicio de gasolinera y de lavado de autos, que por varios años ha crecido en popularidad entre la población venezolana concentrada en el suburbio de Broward, conocido muchas veces como “Westonzuela”.

“Los cachitos y los tequeños son los mejores que he probado”, dice Cruz, de 37 años, mientras desayuna en el local junto a sus padres.

Cruz dice que el lugar es un centro de reunión, “no tanto americano como colombo-venezolano”.

A un lado de la caja registradora, por ejemplo, hay un cajón negro con periódicos gratis que incluyen dos llamados El Venezolano y El Colombiano.

Mauricio Meneses, el inmigrante venezolano que es dueño del negocio junto con su hermana Beatriz Morrison, dice que cuando compraron la gasolinera, en 2000, no tenían idea lo que estaban haciendo. “Yo no tengo historial manejando gasolineras o panaderías”, dice.

Meneses se dio cuenta rápidamente que, para mantener su negocio a flote, tendría que atraer a sus clientes ofreciéndoles algo que no conseguirían en las demás gasolineras. Tuvo la idea de ofrecer lavado de carros, y además alimentar a los clientes durante el proceso.

En vez de ofrecer papitas y refrigerios, decidió abrir una cafetería enfocada en emparedados, hamburguesas y “delicias latinas” como arepas. También añadió ciertos toques de eficiencia y comodidad. Por ejemplo, un rótulo bajo un televisor en el local dice “¿Está listo tu carro?”; cuando aparece un automóvil en la pantalla, la cual transmite imágenes de una cámara en las afueras del lavado, significa que ya está limpio.

“Es básicamente un restaurante dentro de una gasolinera”, dijo Meneses, quien vende diariamente entre 600 y 700 cachitos, pequeños panes rellenos de jamón que, asegura, han sido los favoritos de sus clientes. Añadió que los tequeños —pequeños “dedos” rellenos de queso— se han empezado a vender en grandes cantidades también, y a veces sobrepasan en venta a los favoritos de antes.

Panna Express2

Panna Express tiene dos locales más: uno en Doral y otro en el estadio de béisbol de los Marlins, en Miami. También espera abrir un nuevo local en una gasolinera en Stirling Road, cerca del Seminole Hard Rock Hotel & Casino.

Según Meneses, el lugar toma nombre basándose en la palabra “pana”, que se usa en Venezuela en vez de “amigo”; pero terminó nombrándolo Panna Express porque “panna” significa “crema” en italiano, una palabra que, dice, se relaciona con el concepto de la panadería.

“A pesar de la economía nuestro negocio ha seguido creciendo en volumen”, dijo. “Sé que es por las grandes comunidades de venezolanos y colombianos”.

A las 8 de la mañana en un reciente día laborable, algunos de los clientes más fieles se acomodaron alrededor de su mesa favorita —la que queda más cerca a la entrada— para desayunar. Entre sorbos de cortaditos, los hombres hablaron de política y de lo último sobre el presidente Hugo Chávez, a quien algunos entrevistados llaman “el que te conté” o “el innombrable”.

El grupo se junta allí todos los días, y ya se ha vuelto famoso entre la clientela y los empleados de Panna Express.

Jorge Pérez, un cubano de 70 años que se une al grupo cada semana, dijo que la mayoría viene temprano en las mañanas, usualmente los miércoles y jueves.

“Esta es nuestra versión del Versalles en Miami”, dijo, refiriéndose al local en Miami que se anuncia como el restaurante cubano más famoso del mundo y donde se reúnen muchos cubanos diariamente, “pero sin tanto viejo”.

Pérez, quien vivió en Puerto Rico por casi 50 años antes de mudarse a Weston, dice que mucha de la conversación se centra en los países de Venezuela y Colombia ya que en Weston viven muchos inmigrantes de esos países. Pero no todos los del grupo son colombo-venezolanos. Tampoco es exclusivamente para aquellos que hablan español.

“Hay un americano que es a quien se le traduce todo”, dijo, señalando a un hombre con canas sentado frente a él. El hombre sonrió y aprobó con la cabeza. “Está muy bien enterado”.

En ocasiones el grupo une mesas para acomodar a casi 20 personas, dijo Rico Iribarren, quien trabaja en una concesión de BMW en Coconut Creek y dice ser uno de los fundadores del pequeño club.

“Llevo nueve años viniendo todos los días”, dijo Iribarren. “Tendría que estar enfermo o algo así para no venir”. (El Sentinel)

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